El tiempo en Francia para la primera audiencia de custodia pasó rápido, pero fue un período lleno de nerviosismo y preparación. Antoine y Quetzalli, con la ayuda de Paul, se sumergieron en un mar de documentos y estrategias legales, haciendo todo lo posible para asegurarse de estar preparados para lo que estaba por venir.
La audiencia se llevaría a cabo en el Tribunal de Familia de París, un imponente edificio de piedra con grandes columnas que reflejaban la solemnidad del lugar. En el interior, los techos altos y las paredes decoradas con intrincados relieves le daban un aire de respeto y gravedad.
La mañana de la audiencia, Antoine y Quetzalli llegaron temprano, vestidos de manera impecable. Antoine llevaba un traje azul marino que resaltaba su porte elegante y decidido, mientras que quetzalli, con un vestido blanco sencillo pero elegante, irradiaba serenidad y fortaleza. Mireya, demasiado pequeña para entender lo que estaba sucediendo, se quedó con Jan Luca y Camille, que la cuidaban con amor.
En el pasillo fuera de la sala de audiencias, se encontraron con Paul, que estaba revisando los últimos detalles del caso.
—Paul, ¿estamos listos? —preguntó Antoine, tratando de mantener la calma.
—Sí, Antoine. Tenemos todo lo necesario. Recuerden, lo más importante es mantener la calma y ser honestos —respondió Paul, con voz firme y tranquilizadora.
Poco después, llegaron Harry y Margot, acompañados por su abogado Étienne, Paul y Simone. Ambos lados se miraron brevemente antes de entrar a la sala de audiencias.
El juez, una mujer de mediana edad con una expresión seria pero justa, entró y se sentó en su lugar. Todos los presentes se levantaron y luego se sentaron nuevamente cuando ella indicó.
—Estamos aquí para discutir la custodia de la menor Mireya. Este caso ha sido traído por los abuelos maternos, Harry y Margot, contra los tutores actuales, Antoine y Quetzalli. Procedamos con los argumentos iniciales —anunció la jueza, mirando a cada persona en la sala.
Étienne se puso de pie primero, presentando el caso de los abuelos maternos.
—Su Señoría, mis clientes, los abuelos de Mireya, están profundamente preocupados por el bienestar de su nieta. Presentaremos pruebas de que Quetzalli, la actual novia del tutor y padre de Mireya, no están proporcionando un ambiente adecuado para la niña. También mostraremos que hay un lazo afectivo más fuerte con los abuelos, quienes están mejor capacitados para cuidar de Mireya —comenzó Étienne, con voz firme y segura.
Paul se levantó después, con una mirada decidida.
—Su Señoría, mi cliente, Antoine padre y tutor de Mireya así como la actual pareja de este Quetzalli, han brindado un hogar amoroso y seguro para Mireya. Desmentiremos las acusaciones de los abuelos y presentaremos pruebas de que la niña está bien cuidada y feliz con su tutor actual. Mireya necesita estabilidad, y eso es lo que Antoine y su novia y prometida Quetzalli le proporcionan —replicó Paul, su voz resonando con convicción.
La jueza asintió, tomando notas y procediendo a explicar los siguientes pasos:
—Precederemos a escuchar testimonios de los involucrados y revisaremos las pruebas presentadas por ambas partes. Además, se considerarán las declaraciones de expertos en pediatría y psicología infantil. En función de todo lo presentado, tomaré una decisión basada en el mejor interés de la niña, —dijo la jueza mirando a los implicados.
Con esto durante la audiencia, se siguieron varios procedimientos:
Primero, Étienne presentó el video editado y las fotos manipuladas por Simone, (claro sin saberlo él) argumentando que mostraban un ambiente inapropiado. Luego, Paul presentó testimonios de vecinos y amigos que hablaban del buen cuidado que Quetzalli y Antoine daban a Mireya
La jueza continuó hablando, enumerando los procedimientos a seguir y las fechas clave.
—La próxima audiencia se celebrará en dos semanas, el 10 de julio. En esa audiencia, revisaremos todas las pruebas presentadas y escucharemos los testimonios de los expertos. Ambas partes deberán estar preparadas para presentar sus argumentos finales. Hasta entonces, les recomiendo a ambas partes que se abstengan de cualquier contacto que pueda afectar negativamente a la niña.
Antoine, Quetzalli y Paul salieron de la sala con sentimientos mixtos. Sabían que habían hecho todo lo posible, pero ahora todo dependía de la decisión de la jueza.
Después de salir de la primera audiencia, Antoine y Quetzalli seguían sintiendo el peso de la tensión. Paul, su abogado, les pidió que se quedaran un momento más para discutir algunos detalles importantes. Sin embargo, antes de que pudieran alejarse del recinto, los abuelos de Mireya, Harry y Margot, los interceptaron con rostros visiblemente molestos y ofendidos.
—Queremos pasar tiempo con Mireya —dijo Harry, tratando de mantener la calma pero con un tono claramente irritado.
—Ustedes pueden ver a Mireya las veces que quieran, así fue el acuerdo, Harry —comenzó a decir Antoine, pero Paul lo interrumpió rápidamente.
—Antoine, no hables nada —dijo Paul, con firmeza, poniendo una mano en el hombro de Antoine para detenerlo.
En ese momento, el abogado de los abuelos, Étienne, también se acercó.
Editado: 16.02.2025