El Mensajero

"Un nuevo intento"

Gris

Londres, 11 de septiembre, 2023,

7:30 am, Westminster School.

El sol comienza a levantar y a alumbrar todo con sus rayos cuando una figura cruza rápido por los jardines del colegio y en una papelera desecha una mascarilla sanitaria. Se acerca a una de las entradas laterales del colegio, saca algo de uno de los bolsillos de su sudadera y abre la reja que le impedía el paso al patio interno del colegio. Se esconde tras una de las esquinas antes de llegar al patio y se asegura que nadie pudiese verlo. Tras estar seguro que pasaría imperceptible cruza a paso veloz el patio interior hasta llegar a la entrada de Lidell’s House. Se detiene agitado ante la puerta de la casa. Una vez que se repuso de su acelerado ritmo cardíaco y decidió entrar, lo que vio le puso los pelos de punta.

— Mi…yako — dijo Sean sorprendido, pero en voz baja.

La chica japonesa lo observó silencioso por unos minutos que parecían eternos para Sean. No se decía nada. Los ojos de color avellana se posaban en toda su figura, evaluando y juzgando.

— Sean — por fin dijo Miyako — Gris.

El rostro de Sean se volvió serio, bajó la mirada y se encogió de hombros. Con esa sola palabra comprendió todo lo que sucedía y lo que había hecho en los días anteriores.

— Comprendo — murmuró Sean todavía cabizbajo.

— Ten más cuidado — le abrazó Miyako.

Una calma inundó el pecho de Sean y pudo volver a respirar tranquilo de nuevo.

— ¿Eh? ¿Interrumpo algo? — preguntó Ben que acababa de ver esa última escena.

Ben todavía desarreglado, sin su camisa blanca dentro de su pantalón y su saco colgando por encima de su hombro derecho mientras que en el otro está su mochila, no sabía cómo interpretar aquel suceso.

— ¿Tu? ¿Abrazando? — el rostro de Ben se convirtió en pura felicidad — Cuanto ha crecido mi pequeña Miyako, estoy tan orgulloso — dijo con lágrimas en los ojos.

— Idiota — murmuró Miyako.

Aun Sean no quería girarse para ver a Ben, deseando recomponerse antes de ver a su amigo.

— ¿Qué haces tan temprano aquí? — añadió Sean.

— La verdad no se — explicó Ben — No podía dormir más y pensé en venir a desayunar con Miyako.

La chica se sonrojó ante la mirada de Sean al escuchar esto.

— No quería dejar a mi amiga sola — continuó explicando Ben.

— Entremos entonces — terminó Sean.

Los tres caminaron hacia dentro de la casa para desayunar antes de ir a clases.

— Miyako… ¿No me vas a dar un abrazo a mí también? — tanteó ansioso Ben.

Nuevamente

La campana sonó puntual como siempre. Los chicos entraron y ocuparon los puestos donde ya usualmente se sientan siempre, comenzando a preparar todo para la primera lección. Mientras Sean revisa su móvil y Ben junto a Miyako conversan alegremente de lo que habían hecho el fin de semana, una sombra se arrimó a Sean. El chico levantó la cabeza para ver que la ocasionaba y allí, parada junto a él, Abby.

— Hola — dijo Abby sonriente.

Inmediatamente Sean volvió a bajar sus ojos hacia el móvil. Debo responder pensó y como suspiro las palabras salieron de su boca.

— Ho…la — murmuró Sean.

Abby se acercó un poco más a Sean que evitaba el contacto visual. Ben comenzó a ponerse un poco nervioso ante lo que estaba sucediendo. Intentó ponerse de pie, pero Miyako lo estaba sosteniendo a la silla para que no se moviese del lugar e interrumpiese a la chica y al inadaptado.

— Tienes bonitos ojos — añadió con tono adorable Abby al acercarse a Sean — Me gusta el verde.

El chico tragó en seco tras escuchar a Abby decir eso. No sabía que decir, ni cómo reaccionar ante tan agresivo acercamiento.

— ¿Puedo sentarme aquí?

— Si, no… no hay problema — contestó Sean nervioso.

Abby puso su bolso encima de la mesa y se acomodó junto a Sean para comenzar la clase. Comenzó a buscar sus enceres cuando notó que algo le faltaba.

— ¿Tienes un borrador? — le preguntó Abby a Sean.

El chico la miró un poco confundido por la pregunta, cuando un codazo de Miyako le hizo reaccionar.

— ¿Eh? — dudó Sean — Solamente tengo uno.

Miyako al escuchar la ineptitud de su amigo le hizo seña y le entregó uno de sus diez borradores mientras del otro lado Ben alucinaba con la cantidad que portaba su amiga.

— Encontré este en el fondo de mi mochila — le entregó a Abby el borrador de Miyako — Espero que te pueda ayudar.

— Muchas gracias — exclamó Abby feliz.

A medida que las clases transcurrían los chicos ya solo pensaban en el recreo del almuerzo. Una vez que sonó la campana y pudieron salir los tres salieron por la puerta del salón mientras Abby terminaba de recoger su puesto para marcharse.

— Discúlpenme hoy — expresó serio Sean — Tengo que marcharme.

Extraño pensó Miyako, normalmente a esta hora aparte de almorzar con ellos, Sean no tiene más nada planificado. Ben se quedó mirando a la chica esperando una explicación sobre lo que sucedía, a veces sentía que era el más lento de los tres.

Sean comenzó a caminar por el patio hacia la salida oeste del colegio. Iba con paso calmado y pensando en lo agitada que estuvo la mañana con la presencia de Abby junto a él. ¿Tal vez no quedó suficiente claro la otra vez? ¿No entiende que no quiero líos? Eran preguntas que sopesaba en su cabeza cuando se dio cuenta de que ya estaba en los jardines del colegio. Siguió su camino hasta que llegó al parking de los jardines.

— Buenas tardes — le saludo un hombre con un mono azul de mecánico — ¿Usted es Mr. White?

Sean simplemente asintió. El mecánico era la razón por la que Sean no iba a almorzar hoy con sus amigos.

— ¿Qué le desea hacer al auto? — le preguntó el mecánico.

— Un cambio de pintura — respondió Sean rápidamente — Atlantis Blue, de ser posible.




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