El Mensajero

"Una luz blanca"

¿Dónde estoy? ¿Qué es este dolor? ¿Qué ha pasado? Tantas interrogantes se acumulan en la mente de Sean. ¿Luz? ¿Eh? Poco a poco Sean fue abriendo los ojos, la luz del sol que asomaba por la ventana de aquel cuarto pintado de azul le molestaba en los ojos. ¿Dónde estoy? Se volvió a preguntar el muchacho todavía desconcertado. Poco a poco le levantó de la cama hasta sentarse sobre ella. Siguió inspeccionando el lugar observando todos los detalles. ¿Ah? Un cuarto de hospital, ya veo. Anoche…Las imágenes de lo sucedido volvieron a su cabeza.

Sus pensamientos fueron interrumpidos al sentir que algo se movía bajo una manta en un sillón junto a la cama. Sin hacer ruido y lentamente por la incomodidad que tenía gracias a la herida trató de agarrar la manta. De golpe la puerta de la habitación se abrió; Sean se detuvo y miró hacia la entrada.

— Corrimos hacia aquí lo más rápido que pudimos — dijo agitada Miyako — Nos enteramos de la noticia tarde, nadie quería decirnos nada — terminó de explicar con lágrimas en los ojos.

La chica rápidamente corrió hacia Sean y lo abrazó fuertemente.

— Tranquila, tranquila — expresó Sean un poco adolorido por el fuerte abrazo — No ha pasado nada — Mientras le acariciaba el cabello a su amiga Ben camino hacia el con su rostro muy serio.

Sean lo siguió con la mirada hasta que se detuvo detrás de Miyako, su rostro no había cambiado nada.

— Sean… Tengo una duda — no tenía cara de tener buen humor — ¿Qué hacías a esas horas afuera de la residencia?

El silencio que se produjo creó un ambiente incomodo en el cuarto, ambos chicos se miraban y nadie tenía la intención de mediar palabra, al menos Ben hasta que no obtuviese una respuesta de Sean.

— Yo…

El sonido de la puerta abriéndose detuvo a Sean de dar una respuesta. Una doctora entró a la habitación y presenció aquella incómoda escena.

— ¿Sucede algo Sean? — le preguntó la doctora mirando a los visitantes.

— No es nada — contestó — Son unos amigos del colegio.

La doctora caminó por la sala y puso en los pies de la cama la tablilla con el tratamiento y diagnóstico del paciente después de hacer unas anotaciones.

— Mira lo que ha tenido que suceder para conocer algunos amigos de mi hijo.

Miyako se incorporó de al lado de la cama y se paró junto a Ben. Ambos quedaron sorprendidos ante la noticia. Ben se acercó un poco y fijo su mirada en la identificación de la doctora pudiendo leer “Rachel Sutton”.

— Sean… ¿Tu apellido no es Burton? — preguntó a su amigo.

— ¡Ah! Es mi apellido de soltera — respondió la Dra. Sutton — El padre de Sean y yo…

— Entiendo — apresuró a decir Ben.

Otro silencio incomodo volvió a inundar la sala mientras todos son incapaces de posar la mirada para evitar el contacto entre ellos.

— Qué bueno que vinieron a visitar a Sean — terminó rompiendo la situación la doctora — pero creo alguien más se le adelantó.

Mientras todos trataban de descifrar lo que había dicho la madre de Sean, caminó hacia el sillón y como si de un regalo se tratase levantó la manta. La cara de sorpresa de todos se hizo visible rápidamente.

— Buenos días.

Durante todo el tiempo que habían estado ahí, debajo de la manta se encontraba Abby dormida. Verlos a todos a su alrededor le pareció extraño pero la situación en que se encontraba necesitaba una explicación antes de que ella pudiese hacer alguna pregunta.

— ¿Qué? ¿Qué haces aquí Abby? — preguntó Ben sin mantener alguna pizca de calma.

— La señorita Graham llegó temprano en la mañana, desde ese momento ha estado en la habitación junto a Sean — respondió la Dra. Sutton intentando explicar la sorpresa.

Abby se ruborizó por la situación, tragó en seco y se decidió a explicar.

— Yo… Eh — intentaba buscar las palabras — Hoy más temprano de lo que normal iba yendo al salón de clases cuando me cruce con unos profesores — hizo una pausa — Se que esta mal escuchar a escondidas, pero me llamó la atención. Oí que un estudiante había sido herido por parte de unos agresores a altas horas de la noche — volvió a detenerse — Y después de lo que sucedió anoche en el patio me preocupé más.

— ¿En el patio? — preguntó Ben.

Abby miró a Miyako y el rostro de la chica lo decía todo. Silencio.

— ¿Uh? No te preocupes por eso — dijo Abby intentando enmendar el error — Mientras seguía escuchando a los profesores se le acercó un oficial de policías preguntando si conocían a un estudiante de apellido Graham, lo habían transportado hacia el Hospital Saint James y necesitaban encontrar a sus profesores para unas entrevistas acerca de él. Después vine hacia acá tan rápido como pude. Pregunté en la recepción por Sean y me trajeron hasta aquí.

Sean no levantaba la vista de las sabanas de la cama ocultando la vergüenza de provocar que sus amigos y Abby se hubiesen preocupado por irresponsabilidad de él. Contenía en sus puños impotente.

— Sabes muy bien que el colegio tiene prohibido a los estudiantes abandonar la residencia por las noches — le echaba la bronca Ben — ¿Qué pensabas que estabas haciendo? ¿Es justo para nosotros preocuparnos por tu imprudencia?

— Ben… No te preocupes — le aguantó Miyako — Ya lo peor ha pasado.

— ¡Idiota! — gritó Ben.

Sean no podía mirar a los ojos a su amigo, sabia que sus palabras tenían razón. No podía arriesgarse de esa manera, haciendo preocuparse a sus amigos, pero…

— Mañana nos vemos en el colegio — dijo con tono frio Sean — Déjenme descansar un poco.

— ¡Oye! — volvió a gritarle Ben, pero fue interrumpido por la doctora que tuvo que arrastrarlo afuera de la sala. Miyako respetando la decisión de Sean siguió a Ben sin oponer resistencia.

La doctora Sutton volvió a la sala ahora para escoltar a la salida a Abby que todavía seguía junto a Sean en la cama.

— Por favor sígueme.

— No — impidió Sean — Déjala un momento, quiero preguntarle una cosa.




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