El milagro de la noche de Ano Nuevo

Episodio 1

Darinka se sentó en el amplio alféizar de la ventana, cubierto con una manta blanca y salpicado de pequeños cojines blancos. Esta ventana mágica para soñar se la había arreglado su niñera Vika en vísperas de las fiestas de Año Nuevo. Abrazando a un gran oso blanco, la niña miraba melancólicamente por la gran ventana, detrás de la cual caía una nieve espesa. La niña suspiró. Amaba tanto el Año Nuevo y las fiestas de invierno, pero este año todo era diferente.

Su padre había dado vacaciones a la niñera antes de la Navidad. Le explicó a su hija que ya era mayor. Tenía diez años y podía arreglárselas sin una niñera durante unas semanas. Darinka sospechaba que esto había sucedido por culpa de la prometida de su padre, a quien la niña no podía soportar. Marina era cruel y malvada. Había vivido en esa casa casi un año. La mujer no quería a la niña. Constantemente hablaba mal de ella ante su padre, se quejaba y la acusaba de todo. Por eso, Darinka había escuchado más de una vez sermones y reprimendas de su padre. Debido a estas calumnias, la niña detestaba aún más a Marina.

Últimamente, había notado que la mujer se escribía mensajes con alguien con frecuencia y durante mucho tiempo. Una vez incluso escuchó su conversación con un hombre polaco que la invitaba a visitarlo y le decía cuánto la amaba.

En la víspera de Navidad, hubo un gran escándalo en la casa. Estaban a punto de salir a cenar con sus abuelos. Marina criticó a la niña y, tirando de su vestido lila con tul, lo rompió. Entonces Darinka no se contuvo y amenazó con contarle todo a su padre sobre aquel polaco. Por eso recibió una bofetada de la mujer. Ninguna de las dos sabía que su conversación había sido escuchada por Yan, el padre de la niña, quien había llegado a casa antes de lo esperado.

Irrumpiendo en la habitación de su hija, el padre echó a Marina y, consolando a la niña, le pidió que no llorara. Se disculpó con su hija por lo sucedido y por no haber creído ni a ella ni a la niñera. Porque tanto la niña como la niñera se habían quejado varias veces de la crueldad de Marina.

Poco después, Darinka escuchó los gritos de la prometida de su padre, quien los insultaba a ambos llamándolos fracasados. Los gritos resonaron en la casa durante mucho tiempo y, cuando todo quedó en silencio, Darinka vio por la ventana cómo Marina salía del patio de su mansión con sus maletas, marchándose en un taxi.

Esa noche, ella y su padre no fueron a ningún lado y cenaron en silencio los dos solos. Su padre llamó a la abuela Sonia y al abuelo Alejandro para informarles que no podrían ir.

Darinka abrazó con más fuerza a su oso blanco. Le preocupaba que su padre, ya por séptimo día, prácticamente no hablara. La abrazaba, la besaba y le decía que todo estaba bien, pero la niña veía lo triste que estaba, y eso la inquietaba.

Hoy tenían que ir a visitar a la tía Orysia, pero después del almuerzo su padre le informó que celebrarían el Año Nuevo solos. La niña se entristeció, pero aún no perdía la esperanza de que todo cambiara. Y que hoy, finalmente, ocurriera un milagro.

Porque su niñera Vika le había contado que, durante las fiestas de invierno, suceden verdaderos milagros, solo hay que creer en ellos con mucha fuerza. Y el pequeño corazón infantil creía sinceramente que un milagro en su vida definitivamente sucedería.




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