Darinka estaba sentada en el sofá, entre su padre y Vlada. Soñaba tanto con esto. Soñaba con recibir amor no solo de su padre, sino también de la mujer que estaba junto a él, y Marina siempre apartaba a la niña de ellos. Vlada, por el contrario, la abrazaba.
Los tres se levantaron, y pusieron la mesa en la sala de estar, frente a la chimenea y el televisor que estaba montado en la pared.
Darinka observaba a Vlada y se daba cuenta de que la mujer le agradaba cada vez más. Era tan hermosa y tan ágil. A pesar de tener una manicura perfecta y un traje de reina, se las arreglaba con todo tan hábilmente, y además involucraba a la niña, pidiéndole consejos o ayuda. También involucró a su padre, mientras la abrazaba entre tareas.
A Darinka le gustó Vlada desde que estaban tomando el té. Era amable, sincera, abierta, lo que atraía a la niña.
Los tres se levantaron, tomando sus copas llenas, ya que el conteo regresivo para el Año Nuevo había comenzado. Y aunque el vaso de Darinka contenía una bebida dulce con gas, ella estaba decidida a pedir un verdadero deseo.
— No olvides pedir tu deseo, susurró su padre, cuando el reloj dio el quinto golpe.
Darinka sonrió, cerró los ojos con fuerza y pidió:
— Quiero que Vlada siempre esté con nosotros y me quiera como solo una mamá puede querer.
Abrió los ojos y miró a su padre y a la mujer, que se tomaban de las manos. En la mente de la niña pasó la esperanza:
— Oh, parece que mi deseo ya está comenzando a cumplirse. Sonrió, porque el último golpe del reloj sonó y su padre y Vlada comenzaron a felicitarla.
Después de tomar algunos sorbos de su bebida, Darinka miró a los adultos.
— Espero que hayan pedido su deseo, dijo.
— Nosotros tenemos un deseo entre los dos, sonrió Jan, guiñándole un ojo a su hija.
— En realidad, son tres, corrigió la niña. — Yo también quiero que ustedes estén juntos y me amen.
Darinka miró a Vlada, quien bajó la mirada y se sonrojó. La niña se acercó a ella y la mujer inmediatamente la abrazó. Se sentaron juntas en el sofá, y Darinka, mirando a los ojos de Vlada, confesó sinceramente:
— Yo creí tanto que el milagro sucedería hoy, y sucedió.
Vlada, con emoción, confesó:
— Yo ni siquiera soñaba con un milagro, y resulta que fue un error no hacerlo. Estoy feliz de haber llegado a su hogar.
Darinka oyó el suspiro de su padre, quien se sentó junto a ellas y las abrazó a ambas.
— Lo creas o no, esto es un milagro, no se puede llamar de otra manera. Resulta que la niñera Vika tenía razón. Los milagros ocurren si realmente se cree en ellos.
Darinka sonrió, sus emociones la desbordaban. Incluso su papá había creído en el milagro. Se sentía feliz, porque el milagro que tantohabía esperado, finalmente sucedió.
#1757 en Novela romántica
#491 en Novela contemporánea
historia de ano nuevo, suenos infantiles, milagros de ano nuevo
Editado: 01.02.2025