El Misterio del Templo

DESCUBRIMIENTOS

       Días antes que madre muriera llevo a las niñas a caminar por los templos y les conto historia sobre ellos, muy seria les dijo que ellos les pertenecían y debían cuidarlos siempre, que en ellos encontrarían su verdad. Allanj sabía que madre solo jugaba con ellas, como cuando les contaba historias de viejos brujos y princesas con espadas, lo que siempre le resultó extraño porque las princesas no debían cargar espadas pesadas, debían ser los príncipes los que las empuñaran y defendieran a las princesas, pero así era madre siempre contando historias sin sentido.

      La pequeña niña pudo ver los nombres de los templos y se sorprendió del parecido con sus propios nombres: “Haddaj, Habbaj y Hallanj”, se pregunto si su madre las había nombrado así por ellos.

-Fíjense bien en los nombres –dijo ella con lagrimas en los ojos- pueden traerles mucha tristeza o mucha felicidad, todo depende de sus acciones.

      Esto lo dijo mirando fijamente a Allanj como si quisiera decir algo mas con su mirada, “ten cuidado” pensó la niña, aunque no entendió porque. En eso madre fue interrumpida cuando Addaj se dirigía al primer templo, estaba a punto de tocar las enredaderas que sellaban la gigantesca puerta entonces madre corrió desmedida tras ella logrando sujetarla por el codo a escasos milímetros de la planta. Addaj se quedo muda ante la fuerza de su madre y fue Abbaj la que con su voz suave preguntó a su madre que ocurría, “nunca los toquen antes de ser adultas, nunca” había respondido ella con voz firme.

      Las niñas tuvieron que contenerse, pues ninguna de ellas había visto construcciones semejantes a los templos que se hallaban frente a sus ojos, eran tan grandes que no dejaban ver el sol y se alzaban por los adoquines como formando parte de ellos, no se podía identificar cuando terminaba el suelo y empezaban las paredes; un rotundo árbol se alzaba en cada esquina formando parte del templo entrecruzándose entre sus paredes y a la vez dejando brotar sus gruesas raíces a través de los adoquines quebrados. Su color caramelo contrastaba con las incontables enredaderas que escalaban por sus paredes ocultando cualquier ventana que existiera. La puerta principal era todo un monumento, grabada con tantos detalles que podías perderte entre ellos, las formas y texturas llamaban directamente a los dedos con ansias de ser exploradas, y todas las plantas que surcaban encima de ella solo resaltaba su inmensa belleza, justo en el tope de ella estaban sus respectivos nombres, cada uno grabado en un color diferente: azul, verde y violeta; precisamente los colores de los zircones que se encargaban de alumbrar la aldea.

      El viejo Cipriano solía decir que los zircones poseían magia y solo en la aldea podían iluminarse de esa manera, que en las tierras lejanas solo eran simples piedras que las mujeres utilizaban para adornar sus pescuezos, las niñas reían: ¿Para que una mujer querría adornar su cuello? Preguntó Addaj, con voz ronca, a lo que el viejo solo alzo los hombros y dijo: En las tierras lejanas hay muchos misterios. Desde entonces Addaj había prometido para sí misma algún día ir más allá de la aldea a conocer esas tierras lejanas, luego volvería y revelaría todos los misterios al viejo Cipriano.

 

      Estos planes se vieron interrumpidos cuando conoció los templos, unos instantes antes de que madre la sujetara por los brazo, ella había sido llamada, sintió como el templo Haddaj la atraía de forma magnética hacia él, deseaba tocarlo con desesperación, sentir la textura de los cementos, las formas de la entrada y sobre todo descubrir que se ocultaba tras la imponente puerta. Por un momento sintió como su sangre bajaba por sus brazos, navegando dentro de sus venas hasta llegar a sus manos y colorearlas de un rojo vibrante, supo que solo tocando el metal preciosamente dibujado del mazo de la puerta podría sentirse satisfecha; hasta que llego su madre atrayéndola a la realidad y cayo despedida como un ave cuando era alcanzada por una flecha y caía despedida hasta el suelo para terminar de un solo golpe su agonía. No pudo decir nada, quiso protestar, soltarse, gritar, correr pero su lengua no pudo si quiera articular una sola palabra; solo miro profundamente a su madre sintiendo como sus ojos ardían, fue entonces cuando su mundo cambió. Madre soltó su brazo con un chillido, mirándola espantaba como quien ha visto un fantasma, Addaj no pudo entender aunque esto la sacó de su estado; el horror de su madre hizo que ese sentimiento innombrable desapareciera. Solo entonces su lengua funcionó.

-Madre, ¿Qué ocurre? –Preguntó ella pasando de aquel sentimiento a la preocupación-.

      En su extrañeza no había percatado la mirada de sus hermanas menores que tenían la misma expresión horrorizada de su madre, como si de repente sus brazos fuesen sido transformadas en garras y su piel cubierto de pelaje, nerviosa bajó la mirada a sus pequeñas manos temblorosas verificando que estarían igual que siempre, pálidas y pequeñas, se tocó toda la piel que seguía suave por el agua de rosas que preparaba madre para el baño, entonces Abby respondió a todas las preguntas no formuladas.




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