El monstruo en su cabeza

Capítulo 3.

Las primeras horas de clases habían transcurrido de forma aburrida, desde aquella vez que Chloe desapareció en la hora de literatura me fijaba más en ella, debo admitir que al día siguiente me sentí aliviado de verla en su silla habitual.

Cada día era sometida a un broma nueva, y cuando los empujones se multiplicaron algo me gritaba que debía protegerla, pero ni siquiera podía verla a los ojos.

Una semana después de desaparecer de literatura, también lo hizo de la clase de biología. Fue extraño sentarme solo y la maestra parecía triste por su ausencia, me pidió que le indicara sobre el trabajo que debíamos hacer, un informe realmente largo sobre una medida alternativa de energía o cultivos.

Entre rumores, bromas crueles, clases aburridas y algunas salidas con mis amigos, los días transcurrieron, y Chloe cumplió el mes con nosotros.

Normalmente a estas alturas las pobres víctimas ya han abandonado el colegio o han logrado siquiera hacer un amigo, pero ella parecía estar ahí, sola, soportando todo cuanto decidíamos hacerle.

Nunca se defendía, pero nunca bajaba su mirada. Caminaba pausada pero con paso firme, era callada pero siempre que participaba tenía puntos tan claros y asombrosos, quizás sus únicos fanáticos eran los profesores.

A veces siento que hemos sido tan crueles con ella, pero otras veces al escuchar la forma en la que le respondió a un chico que quiso ayudarla a levantar sus libros, pienso que realmente ella tampoco se ayuda mucho. Camina como a la defensiva, y además del francés, el sarcasmo lo habla de forma aún más fluida.

La cafetería estaba llena, la fila frente a la comida se movía con lentitud, mientras las dos encargadas servían el pobre menú del día de hoy.

Como siempre las mesas estaban distribuidas en clanes. Cada mesa era un mundo distinto, los chicos inteligentes perdían el apetito frente a los muchos libros que tenían sobre la mesa. Las que no comían hablaban como aves en una rama ignorando la simple hoja de lechuga en sus platos, en cambio los glotones con costo respiraban mientras comían, se echaban hasta diez bocados de un solo a la boca.

En el fondo del lugar, observando todo estaban las dos mesas que ocupaba con mis amigos, quienes ahora conversaban animadamente, mientras un par de ellos se comían a besos.

Y ahí como un espíritu, completamente sola, perdida en algún planeta estaba Chloe. Llevaba ya casi un mes en el colegio y aun no hacía amigos, quizás si fuera un poco más amable o accesible, o no desapareciera a la hora de salida, no lo sé, bueno tenía que cumplir en mis clases para mantener mi promedio, y eso significaba hablarle a Chloe la rara.

—¿Puedo sentarme?—pregunté tratando de sonar amable, me miró con esos ojos tan claros que parecían calar profundamente.

—Si tienes la capacidad de flexionar tus rodillas—respondió.

Parecía que siempre tenía una respuesta sarcástica a todo lo que uno pudiera decirle, bueno haría esto rápido, por lo que me senté ante ella.

—Tú sabes que somos pareja ¿no?—inmediatamente me miró fijamente—en clases—aclaré por si las moscas—necesitamos hacer un proyecto de biología, y un análisis en literatura.

— ¿Y eso te obliga a sentarte hoy conmigo?—preguntó, a ¿Qué diablos venía eso?

Encontrarme con sus azules ojos me hacia sentir analizado y minúsculo. No eran emociones en realidad agradables, pero continúe con mi misión.

—Bueno si, ¿y bien? ¿Qué haremos con esas clases?

—Sabes—se inclinó un poco hacia mí, olía bastante bien—la tecnología ha avanzado muchísimo para así evitarle a las personas que no se agradan hablarse, ¿Qué te parece si usamos esa tecnología para evitarnos momentos cargados de hipocresía como este?

—¿O sea que no quieres que te hable?

Ella sonrió, al parecer esta situación le parecía graciosa.

—Es por el bien de ambos, tú no quieres ser mi amigo, ni yo tu amiga. Así que resolvamos este problema de pareja de clases por correo, incluso crea un correo destinado solo a eso ¿te parece?

Gabriela tenía razón esta chica era rara, y tenía una personalidad bastante, bueno, fuerte e independiente aunque era demasiado directa y ofensiva a veces.

—¿Por qué no puede ser por redes sociales?

—Porque no tengo, asi que mi oferta final, para terminar este martirio para ti, es el correo.

La vi fijamente y ella me sostuvo la mirada, tan solo llevando un chicle a su boca que me hipnotizo cuando empezó a mascarlo, pero solo aclaré mi garganta y llevé los hombros hacia atrás.

—Muy bien, si así lo quieres, pero en algún momento debemos hablar, sobre todo para el proyecto de biología.

—Tengo uno que presente en mi antigua escuela, podríamos usarlo.

Mientras hablaba, buscaba un capítulo en un libro viejo, era obvio que lo había leído más de una vez, estoy seguro que no es el mismo que anduvo leyendo al inicio porque ahora ese lo tenía el profesor de francés.

—¿Crees que funcionará aquí?

—Me saque una A—respondió con fastidio—las notas son iguales en cualquier lugar, así que si funcionará.

—Muy bien, ¿me lo enviarás por correo?




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