El monstruo en su cabeza

Capítulo 6.

El agua fría no logró borrar de mi cabeza esas extrañas imágenes, esa sensación de hormigas corriendo en mi columna vertebral.

Me vestí sin mezclar mucho mi ropa, jeans oscuros, converse y una camisa verde manga larga, recogí las mangas al descuido y solo pude pensar en Chloe y la forma en que usa ese tipo de camisas.

Empecé a creer que quizás esa sensación fría la sintió ella cuando el granizado tocó su piel, ¿Cómo pudo haber actuado con tanta tranquilidad después de ese golpe?

Me serví cereal en un tazón y después de dos bocados, mi estómago se cerró, ¿Qué diablos está pasando conmigo? Tenía una sensación de que alguien me miraba fijamente, unos ojos realistas, llenos de preocupación y miedo, casi perforaban mi cráneo.

Salí de mi casa faltando diez minutos a la siete, por alguna razón me sentía como descoordinado y confundido, tenía que concentrarme en el camino para no ser una amenaza para los otros conductores, aunque por la hora el camino resultaba sencillo.

Cuando me estacione en mi espacio habitual me quedé dentro del vehículo, viendo absolutamente nada, pensando absolutamente todo.

Sentí el pasillo inmenso, algunos del equipo de limpieza aun pasaban los trapeadores.

—Buenos días—me dijo una de las señoras amablemente.

—Buenos días—respondí sin emoción, pero intenté dibujar una sonrisa aunque no lo logre.

Me detuve en la puerta cerrada de mi salón y suspiré, no tenía idea que estaba haciendo aquí tan temprano.

Cuando abrí la puerta me sorprendió encontrar a Chloe sentada en su sitio habitual, tenía el cabello húmedo y el aroma de un rico perfume de jazmín aún estaba en el ambiente, olía muy bien, sus ojos se cruzaron con los míos un segundo y regresó a su libro.

—Buenos días—dije con una emoción nueva.

—Buenos días—respondió unos segundos después.

Verla ahí parecía que me recordaba como sonreír, todas las ideas confusas en mi cabeza desaparecieron, era increíble.

—¿Cómo estás?—pregunté desde mi lugar, tenía ganas de acercarme pero no estaba seguro.

Le tomó treinta segundos voltear a verme, los conté, esos ojos se fijaron en mi con duda y esa penetrante mirada parecía gritar algo pero no sabía que.

—Estoy bien—dijo.

¿Cómo seguía desde aquí? ¿Estaba bien en general o era una respuesta al trasfondo de mi pregunta? Quería saber cómo estaba después de lo de ayer, ¿esa era su respuesta? Bien.

—¿Por qué vienes tan temprano?—continúe temeroso, aunque no sabía porque lo estaba.

—Por el silencio.

Eso implicaba que no quería hablar conmigo ¿no?

—Ya he decidido que proyecto podemos presentar—dije con cierta emoción, esperaba que volteara a ver pero no lo hizo.

—¿Sí? ¿Cuál has decidió?

—El de las lámparas de cloro.

—Muy bien—suspiró—debemos buscar información más amplia sobre eso.

—Sí, podríamos ir a la biblioteca a la hora de salida.

Esta vez sí volteó a verme.

—Creo que mejor nos quedamos solo con el correo.

—Pero…

No entendía porque no quería hablar conmigo, o estar conmigo, ¿tanto daño le hemos hecho que no soporta ni vernos?

Impulsado por esa extraña fuerza dentro de mí, me puse de pie y me senté a su lado, el intensificado olor a jazmín era reconfortante.

—¿Qué estás haciendo?—preguntó confundida.

—Lo mismo te pregunto—respondí.

—Estoy leyendo—colocó la portada del libro casi cubriendo su rostro.

—¿Proyecto E?

—Sí, es una abreviación, sobre un proyecto llamado evolución.

—¿Cómo las teorías de Darwin?

Sonrió, era una sonrisa muy bonita que iluminaba su rostro.

—No, no tiene nada que ver con él, es un libro de ciencia ficción.

—¿Hay zombis, marcianos?—dije en broma, nuevamente sonrió.

—No, ¿en serio quieres saberlo?

—Si—sonreí para darle confianza—así no tendré que adivinar más.

Inhalo profundamente y dejó salir el aire despacio. Cuando esos azules ojos estuvieron sobre mí le regalé mi sonrisa más sincera, por lo que ella volteó los ojos y solo negó, pero luego acarició su libro.

—En un futuro no lejano un grupo de científicos ha decidido alterar el ADN de algunos embriones con el supuesto objetivo de crear seres humanos bastantes perfectos—su voz estaba llena de alguna felicidad, que simplemente resultaba maravillosa.

—¿Y porque supuesto? ¿Salieron feos y mutantes?

Su risa fue completamente encantadora, me gustó escucharla, así que me acomodé mejor hacia ella esperando que continuará hablando.

—No, no son feos. De hecho son extremadamente guapos, pero está pasando algo malo con estos chicos, programados les llaman, están desapareciendo.




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