El monstruo en su cabeza

Capítulo 20.

Los días transcurrieron  con cierta rapidez, luego de aquella salida donde ambos confesamos que nos amábamos mi relación con Chloe simplemente fue mejorando a un nivel jamás experimentado.

Su risa me robaba suspiros y en sus ojos podía perderme, muchas veces me quedaba en la habitación de arte de su casa mientras ella plasmaba mundos distintos en lienzos en blanco.

A veces me quedaba dormido escuchando su música en italiano o clásica, cuando tarareaba encontraba paz mi mente y corazón, en otras mientras yo hacía mis deberes, ella se ponía a leer. Nunca había experimentado una cercanía tan especial aun cuando no significará estar todo el tiempo uno encima del otro.

Además de mi hermosa relación con ella poco a poco Roberto comenzó a hablarme, incluso una vez se sentó con nosotros en la mesa de la cafetería cerca del ventanal. Me resultó más que obvio que también le había cautivado la personalidad de Chloe, sus gustos y hobbies habían llamado la suficiente atención de él y eso a mí me ponía muy feliz.

Sabía que mi amistad con él iba a tomar un poco más de tiempo, pero quizás todo volvería a la normalidad o uno mucho mejor, y no solo con él, sino con todo mi grupo, que si bien lo he pensado poco al estar con Chloe de alguna forma me hacen falta.

Cada día que pasaba me volvía un adicto a la droga que cubría los labios de Chloe, no entendía cómo diablos podía separarme de ellos pero la falta de oxígeno en mis pulmones me obligaba.

Muchas veces en mi habitación había encendido el tono de los besos y caricias, pero ella siempre parecía controlarse más que yo, estaba seguro que lo haríamos a su manera pero despues de más de dos meses de confesar nuestro amor las hormonas empezaban a ser incontrolables.

Aquella tarde de sábado que en cualquier momento se convertiría en noche, nos encontrábamos en mi habitación estudiando para un examen de biología además que Chloe me iba a ayudar con francés. Ella estaba acostada en mi cama con sus rizos largos cubriendo su espalda.

La blusa que usaba tenía un escote un poco más bajo de lo habitual y era muy fácil perderse en esa vista, cada vez que colocaba la punta del lápiz contra sus labios muchas emociones despertaban en mi cuerpo.

En su espalda un pequeño fragmento de su tibia piel se ha asomado y desde entonces es donde mis dedos terminan acariciando cada vez que las preguntas se tornan borrosas o empiezo a leerlas dos veces. Cuando llevé mis labios a ese pequeño espacio para luego acariciarlo ella simplemente volteó a verme.

Perdido en esos azulados ojos le acune el rostro con una mano y despacio me acerqué a ella para besarla suavemente, pero para mi sorpresa ella me tocó de la nuca y profundizó el beso.

Un minuto despues estaba sobre ella besando fervientemente su boca, mis dedos descontrolados recorrieron sus piernas sobre el pantalón y poco a poco fueron subiendo delicadamente bajo su blusa, su piel estaba tibia y podía sentir como se erizaba bajo mi contacto.

Mis labios bajaron por su cuello que olía muy bien, su respiración se volvió pesada y su pecho subía y bajaba como una sinfonía. No fui capaz de controlarme del todo y coloqué una de mis manos en su seno haciéndola gemir suavemente, lo que me volvió loco.

Regresé a su boca mientras continuaba acariciando su seno que se endureció a mi tacto. Su piel tan tibia que causaba placer solo tocarla, con suavidad, pero sin dudarlo saqué su blusa y ella no se opuso.

Su torso desnudo era tan atractivo, sus senos erguidos, su abdomen plano, su piel blanca y suave incluso de apariencia, sus ojos estaban fijamente en los míos, tenía tantas ganas de que sucediera, pero nunca lo haría sin que ella estuviera lista.

—¿Quieres que pase?—le pregunté con mi voz aun grave.

Ella no dijo nada solo levantó su cabeza y me besó profundamente, haciendo danzar su lengua en la mía.

—Me detendré si no deseas que suceda—le indique besando su mejilla—quiero que estés segura. Yo lo quiero.

—¿Me deseas?—consultó con un hilo de voz viéndome a los ojos.

—De manera intensa Chloe, pero nunca iré sobre lo que no quieras que pase.

—La cuestión es que si lo quiero—señaló suave, pero se sentía muy segura—lo quiero Harry, contigo.

El tiempo se perdió en ese momento donde lentamente fui desnudando su hermoso cuerpo y al encontrarme con su excitación sentí que nuevamente estaba alcanzando el cielo.

Sus manos se aferraron con fuerza a mi espalda mientras los dos vivíamos aquel primer encuentro, uno perfecto, uno dulce y calmo que fue guiado solamente por ella. Sus ojos fijos en los míos me fueron indicando como seguir, su respiración pesada señaló lo que ella sentía aun cuando no lo desea, al ver que se cristalizaron un poco me detuve, pero ella me pidió seguir.

—¿Te duele?—ella negó tan solo acariciándome la nuca.

—Me gusta—indicó llevando la cabeza hacia atrás por lo que le besé el cuello.

No quería causarle ningún tipo de daño así que la llené de besos y caricias mientras me movía dentro de ella. Su respiración agitada, sus gemidos y la forma en la que susurró mi nombre antes de alcanzar el orgasmo también logró que terminara.

Me fundí en su boca hasta que los dos caímos exhaustos, la acaricié y besé su cuello y hombros, luego me aseguré que estuviera bien por lo que limpié un poco su cuerpo, y le ofrecí de mi ropa después de que se dio un baño.




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