El monstruo en su cabeza

Capítulo 23.

Me tomó unos segundos bajarme del automóvil de la familia de Chloe, luego de despedirme de John conté cada uno de mis pasos para llegar a la puerta principal. Los ojos de mi madre se conectaron con los míos, entonces rompí a llorar, ella completamente maternal me arrullo en sus brazos, a duras penas logré contarle lo sucedido.

Sabía que me estaba comportando como un niño de cinco años, pero en este momento no sabía de qué otra forma actuar, sentía tanta confusión con respecto a todo que ya nada me parecía real, no había nada concreto.

Me sentía ajeno a mi cuerpo, como si fuera una tercera persona viendo de forma masoquista esta película en donde descubro que mi novia sufre una enfermedad mental.

Sin dudarlo lo que más duele, lo que causa mayor confusión e incertidumbre es pensar como ella sufre con esto, como su cuerpo y su mente si no es con la medicación adecuada sufre una desconexión que le causa una irrealidad confusa.

Cada pensamiento simplemente justificaba la forma de ser de Chloe. Siempre fuerte, directa, incluso como mucho tiempo lo pensé alguien anormal, y eso justo eso parecía tener una razón.

Ha pasado protegiéndose todo este tiempo, su carácter le impedía que las personas se acercarán a ella y en la soledad sentía que era más fácil salvaguardarse, no exponer a nadie a sus cambios y sobretodo no herir a nadie con lo que su mente alterada puede hacer.

—Hijo será mejor que vayas a descansar—me susurró mi madre despues de una eternidad en silencio—debes dormir, la situación es grave, pero te necesita fuerte.

—Ni siquiera sé si puedo dormir.

Ella suspiró y limpió el rastro de lágrimas de mi rostro.

—Tienes que hacerlo, ahora más que nunca ella necesita tu apoyo. Sé que no entiendes mucho de lo que está pasando, pero Harry en serio te digo, Chloe no es su enfermedad y debes diferenciar eso de todo esta situación.

—No sé…

—Hijo, Chloe es la chica de la que estás enamorado y eso debe bastarte ahorita, y es justamente eso lo que debes recordarle a ella, Chloe tiene que recordar quien es, que significa para ti, para su familia, para todos—suspiró pesadamente—si solo te centras en que sufre una enfermedad mental de ese tipo, nunca, y Harry lo digo en serio, nunca podrás continuar de la misma manera, incluso si ella se recupera.

No sabía siquiera como interpretar las palabras de mi madre así que simplemente asentí, ella besó mi cabello y después de limpiar mis lágrimas se fue a su habitación. Me sentía cansado, pero no estaba seguro de poder dormir, en realidad no quería ir a mi habitación así que me acomodé en el sofá. Pensando una y otra vez una frase que dijo mi madre me quedé dormido.

Me retorcía sofocado sintiendo el cosquilleo en mi piel o bajo mi piel, era algo insoportable.

—Harry—una voz susurró mi nombre—Harry despierta.

Me desperté sobresaltado y me tomó unos segundos ubicarme en tiempo y espacio, tenía a mi madre frente a mí con sus ojos expresivos llenos de tristeza y lágrimas, cuando noté mi celular pegado a su pecho solo pude negar, ya sabía lo que venía.

—Se han llevado a Chloe a una clínica—susurró ella despacio.

Inmediatamente me puse de pie, fue un movimiento tan rápido que me sentí mareado, lo primero que hice fue buscar las llaves de mi jeep.

—¡Maldición!—grité, al darme cuenta que no estaba aquí.

—Toma—mamá me tiró las llaves de su pequeño sedán—vamos, vamos hijo, voy contigo.

Los dos salimos desesperados de la casa, manejaba a velocidad vertiginosa hasta que caí en cuenta que no sabía dónde estaba.

—¿Sabes a que clínica?

Ella no respondió, simplemente remarcó el número y Clarisa le dio la dirección, no hubo señal de tránsito que me detuviera y en menos de veinte minutos me estacione frente a la enorme clínica de estilo antiguo.

En la entrada principal dos tipos detuvieron nuestros pasos, tuvimos que identificarnos e iban a continuar con un formulario de preguntas cuando el señor Berness apareció, nos dejaron pasar de inmediato.

—¿Qué sucedió?—pregunté desesperado.

Mamá seguía nuestros pasos que eran apresurados, caminábamos en un amplio pasillo pintado de blanco con grandes pinturas colgadas, parecía más como un hotel de decoración barroca que una clínica.

—Ella despertó—susurró su padre con sus ojos clavados al frente.

— ¿Y?

—Destruyó toda la habitación Harry, absolutamente todo. Sus pinturas, los floreros, sus libros, todo lo que había en ella, cuando intentamos entrar empezó a tirarnos cosas, lastimó a Steven con un florero, pero nada grave—volteó a verme, el dolor en sus ojos era demasiado notorio—cometí el error de llenar una jeringa delante de ella y simplemente…—su voz se quebró, pero entonces negó—no sé de dónde sacó la cuchilla Harry.

Frene de inmediato tratando de procesar lo que me han dicho, el doctor Berness negaba con desesperación sin duda reviviendo ese preciso momento.

—¿Cuánto daño se hizo?—susurré preocupado, temiendo la respuesta.

—Dos cortes Harry, uno en cada muñeca, nada superficiales.




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