El monstruo en su cabeza

Capítulo 26.

Me estacione frente a mi casa, pero me tomó unos minutos más dentro del vehículo. Analicé en esa soledad lo largo y extraño que fue este día, las batallas internas que se formaban en mi cabeza me mantenían aún agotado.

Por un momento no podía creer la rapidez con la que se creó un lazo entre los gemelos y yo, la forma peculiar en la que de alguna forma nos parecíamos sin siquiera compartir un solo porcentaje de la misma sangre.

Al final del almuerzo Aarón entró en confianza y en pocos minutos logré ver las enormes similitudes que tenía conmigo. Era también uno de los chicos populares de su escuela, tenía grandes problemas con las lenguas extranjeras y además de la esgrima practicaba fútbol.

No supe en que momento el sol cayó y abandonó el cielo dejando por fin respirar a la luna, pero cuando la madre de los gemelos la señora Vanessa apareció en la sala me di cuenta que era momento de irme.

Si bien ella fue muy amable, claro despues de superar el asombro de tenerme en su casa, aun me dificultaba muchísimo estar en la misma habitación con ella, además ya era momento de regresar a mi realidad, sobre todo a la casa de mi madre, mi hogar.

Suspiré profundamente un par de veces y luego bajé del jeep, en cuanto abrí la puerta mi madre se estrelló en mi pecho y me abrazó fuertemente, tal como lo hacía cuando era un chiquillo que no sabía porque ya no daban mi programa favorito.

—¿Dónde estabas?—demandó con un rostro de preocupación.

Avancé hasta los sillones donde me derrumbe, aun no superaba lo que pasó en la mañana, y no sabía cómo continuar.

—¿Estuviste con Chloe?—preguntó de nuevo, solo asentí.

—¿Y no salió bien?

—Salió fatal en realidad, cuando no pude más con eso, me fui.

—Clarisa llamó, varias veces.

—Si hablé con ella, todo fue muy rápido mamá, ¿has vuelto a hablar con ella?

—Hace un par de horas, Chloe sigue dormida.

Tan solo Suspiré de manera pesada recostándome al respaldar del sillón donde termine sentado.

—¿Cómo se despierta a alguien de esto?—pregunté dudoso.

—Con un beso de amor verdadero—dijo segura, volteé a verla y le dibujé una débil sonrisa—¿me quieres contar que paso?

Ella se sentó en su sillón y alcanzó mis manos, su piel estaba fría, la miré de frente divisando así algunas arrugas en su rostro y esa enorme sabiduría que se escondía en sus ojos.

—Lo arruine todo mamá, en mi desesperación de no saber cómo traerla de vuelta.

—No creo que hayas arruinado nada hijo, este es un curso bastante complicado.

Simplemente asentí, pero luego suspiré de manera pesada

—Ella estaba pintando cuando llegué, Clarisa estaba con ella, algo triste como en estos últimos días, pero al final se podía sentir un poco aliviada porque Chloe volvió a pintar—mi madre asintió animándome a seguir—en eso la misma Chloe solicitó la presencia de su madre, por lo que Clarisa me dejó a solas con ella y yo y mi egoísmo arruinaron todo.

—Hijo ya te…

—Es la verdad mamá—la interrumpí—no resisto más esto de que ella no sepa quién soy. Imagínate que hoy creía que era un niña de diez años, se sentía muy pequeña para ser mi novia, ¿Cómo lidio con eso?—consulté con desesperación—cuando la besé por un segundo pensé que estaba ahí, la forma en la que ella me respondió, era ella misma, pero todo…—ni siquiera pude terminar mi frase.

—Hijo mira, sé que Chloe es tu novia y que la quieres muchísimo, pero es mi deber de madre velar por tu bienestar. Si esto te está afectando de la manera que creo, deberías de intentar…

—No mamá—la interrumpí rápidamente—no dejaré a Chloe, simplemente no puedo—ella solo asintió insegura, tan solo suspirando.

—¿Qué hiciste despues de irte del hospital?

Me tomé unos segundos para responder, no quería incomodar a mi madre, pero al final recordé que quien debía algunas explicaciones era ella.

—Estuve con papá—solté de un solo, miré como su rostro se tornó rojizo y evitó mi mirada.

—Oh—se le limitó a decir—¿me imagino que te dijo que…

—¿Tú y él se hablan más de lo que pensé? Si lo hizo, ¿Por qué no me habías dicho nada?

—Porque conozco tus sentimientos hacia él y lo mucho que te afectó nuestro divorcio. No quería presionar las cosas o crear conflictos entre tú y yo.

No tenía absolutamente nada que reclamarle a mi madre, así que para quitarle la culpa de sus hombros presione su mano y le sonreí.

—¿Y qué tal está?

—Bastante bien, ya han pasado los años por él, pero se mantiene casi igual.

Ella asintió. Podía notar como analizaba no solo mis palabras, también mis expresiones.

—¿Conociste a los chicos?

—Así es, Alicia y Aarón, bastante geniales debo admitir, él es un gran cocinero fue quien hizo el almuerzo.

—Vaya, ojalá no me quite mi puesto.

Por primera vez me puse a reír de verdad, alto y sonoro, mi madre estaba loca si pensaba que eso sería posible.




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