El monstruo en su cabeza

Capítulo 27.

Las lágrimas hacían su ya acostumbrado recorrido por los surcos de mi rostro, pronto sentí como su cuerpo también se estremecía levemente por los espasmos de su llanto.

Cuando la separé de mi cuerpo y la regresé al piso tomé su rostro delicado en mis manos y me fundí en el azul oceánico de sus ojos. La miraba como debí verla la primera vez, como la chica más hermosa en la faz de la tierra, como el amor de mi vida, la que vino a cambiar todo en mí.

—Te extrañe tanto—le susurré con mi voz apenas audible.

En este momento no había nada más que Chloe y yo. Envuelta en su llanto ella asintió y buscó mi boca, fue un beso cargado de sentimiento y sal. Mi cabeza se iluminaba con fuegos artificiales celebrando con júbilo este momento, un momento que no pensé llegaría.

Fueron mis necios pulmones los que nos obligaron a separarnos, pero no estaba dispuesto a soltarla así que nuevamente la abracé. Todo el tiempo esperando perdió sentido porque al final la recompensa valía mucho más de lo que pensaba.

—Harry—Chloe nuevamente susurró mi nombre acelerando a punto de infarto mi corazón.

—¿Cómo te sientes?—pregunté al fin, tomé nuevamente su rostro a dos manos.

Tenía que regresar a la realidad, pero ahora me encontraba como en un sueño volando con la cercanía de ella, mientras aterrizaba volvía a adaptarme al hecho que estaba en la terraza de la clínica y su familia estaba viéndonos fijamente.

—Estoy cansada—me susurró al fin—sé que sonará tonto ya que he dormido más de lo necesario.

—No, no es nada tonto, no te preocupes. Tu mente ha trabajado mucho en estos días.

Ella solo sonrió y asintió débilmente, dejé un beso en el centro de su frente y solo pude ponerla de puntillas para besar de nuevo su boca. Fue delicado, todo lo que aquel momento de emoción podía ser. Volteó a verme y sus ojos se cubrieron nuevamente por cristalinas lágrimas.

—¿Qué pasa Chloe?—consulté preocupado, acunándole de nuevo el rostro.

—Lamento muchísimo esto—susurró—lo que te he hecho vivir—su voz se quebró, detuve el trayecto de sus lágrimas con un beso.

—No te disculpes, no tienes porque, ya pasó, por favor no llores mi Chloe, no llores más.

La refugie en su pecho y solo pude besar su cabellera mientras ella me rodeaba por la cintura.

—Debí habértelo dicho. No deberías haber pasado por esto, no es justo.

—Chloe en serio ya no importa, te tengo de vuelta.

Ella suspiro, elevándose en puntillas me dejó un beso casto en los labios y buscó mi pecho nuevamente. Acaricié las hebras de sus rizos y dejé mi barbilla descansando en su cabeza, este momento era grandioso, no tengo una forma correcta de describirlo.

—Vamos cariño, ya no llores más, estas aquí, estás conmigo es todo lo que me importa.

—No te fuiste ni un momento. No tenías por qué haberte quedado.

—Hey, no, no digas eso, vamos mírame

La separé de mi desde los brazos y besé su frente antes de hablar. Chloe me parecía más frágil que nunca y cuando miré las vendas aún cubriendo sus muñecas acaricié sus heridas sobre la blanca tela, besé ambas ante sus intensos ojos azules.

—Chloe, esto es algo que pronto olvidaremos y si vuelve a pasar créeme que me quedaré contigo—los dos pasamos saliva al mismo tiempo—ha sido difícil no lo niego, si huí cuando me sentí tan inútil, cuando pensé que jamás regresarías huí de esta desgracia, pero volví porque te amo—acune su rostro más firmemente—y eso es más fuerte de lo que he conocido, lo que siento por ti es mucho más fuerte que eso que te afecta—besé de nuevo su frente—es mucho más fuerte que tu pequeño monstruo.

Ella sonrió débilmente, se puso de puntillas y nuevamente besó mis labios.

—Señorita Berness—la voz de una enfermera nos separó.

La joven esperaba con una tibia sonrisa tras nosotros, nos indicó que Chloe tenía que ir a tomarse la medicina y hacerle unos chequeos rápidos de presión y temperatura.

Cuando me ofrecí a acompañarla la enfermera con toda la paciencia del mundo me indicó que no podía, que era algo que ella tenía que hacer sola así que aguanté hasta que ella desapareció de mi vista, no tuve más opción que ir con su familia nuevamente a esperar.

Todos ellos me saludaron con gran amabilidad y Clarisa me abrazó por mucho tiempo, al igual que la mamá de Chloe, era como una nueva bienvenida a su familia. Me resultó lógico que la emoción era profunda en todos los presentes.

—¿Cómo fue que paso?—le pregunté a Mario quien estaba sentado solo en un sillón.

—De la misma manera que inició—me dijo tranquilo—estaba con Claris y doña Teresa, Chloe pintaba cuando simplemente se volteó y preguntó por su padre, tú sabes que ella no…

—Si lo sé.

De alguna forma parecía que el padre de Chloe también había sido borrado de su cabeza, lo recordó las primeras veces, pero luego no sabía nada de él. Sé que fue muy duro para el señor Berness, pero se mantuvo más firme que yo en realidad ante la situación.

—Cuando el papá vino ella preguntó por ti, fue algo extraño así que le preguntamos si sabía quién eras y ella aseguró que si—continúo Mario—ella nos dijo que eras su novio—sonrió débilmente cuando yo de forma automática lo hice—no quisimos llamarte de inmediato, el doctor la evaluó como por una hora y le pidió a doña Teresa que llamará a su familia por eso estamos aquí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.