El monstruo en su cabeza

Epílogo.

El cielo se pinta en tonos naranjas mientras el sol quizás cansado le abre paso a la luna, nos detuvimos con suavidad en un semáforo en rojo y la mano de Harry pronto se une a la mía como siempre lo ha hecho.

Han pasado cinco años desde que lo vi enfrentarse con todo lo que tiene a la enfermedad que me sigue desde que tenía quince. En cinco años no se ha alejado de mi ningún momento y pacientemente espera mientras mi cabeza se conecta nuevamente con mi realidad, aunque en este tiempo no he vuelto a tener un episodio tan profundo como sucedió aquella vez.

De la misma manera que mi enfermedad intentaba avanzar, de esa misma manera mi medicina mejoraba y el amor entre Harry y yo se volvía más fuerte con cada segundo. Nunca mas estar separados se convirtió en una opción, después de todo éramos mucho más fuertes juntos.

Mientras continuamos nuestro camino hacia el apartamento que ahora compartimos como pareja,  a una hora de distancia de la ciudad y nuestras familias, me detengo a observarlo un poco. Sigue siendo el mismo chico atractivo que lentamente destruyó todos mis muros y logró meterse bajo mi piel, al notar que llevó mucho tiempo viéndolo volteó y me sonrió débilmente.

—¿Qué sucede?—me preguntó, besando delicadamente mis nudillos.

—El tiempo no pasa en ti—respondí, haciéndolo sonreír aún más.

—Ni en ti tampoco, te ves como de diecisiete aún.

Nos pusimos a reír de esa forma cómplice que hemos compartido tantas veces. La risa de Harry era lo más cercano a la magia, me incliné para besar levemente sus labios, cuando sentí que nuevamente nos detuvimos, claro que me siento confundida ya que no tengo idea de donde estamos.

Él tomó mi rostro en sus manos y me besó de esa forma febril que activaba las células de mi cuerpo.

—¿Dónde estamos?—pregunté al fin cuando me separó de él.

—Ven, tengo una sorpresa.

Las sorpresas de Harry ciertamente lo eran, iniciando con el gran gesto con el que me confirmó que siempre estaremos juntos y que la distancia entre los dos duele más que mi misma enfermedad.

La forma tan inteligente en la que logró terminar la carrera de diseño gráfico en tan solo tres años y ahora trabajaba como vice administrador en el área de diseño de la productora de mi madre o la forma en la que en cada aniversario me recuerda lo mucho que me ama. Harry ha sido mi propia sorpresa, porque nunca pensé amarlo de manera que ahora lo hago.

Cuando abrió mi puerta busqué la seguridad que ofrecía su mano unida a la mía, estaba en la nueva galería de mi tía Charlotee.

—¿Repetiremos nuestra primera cita?—pregunté, la incertidumbre me ponía nerviosa, el solo negó.

—No y sí.

—¿Cómo así?—consulté confundida.

Él se detuvo y me obligó a verlo, pero nuevamente me besó, cuando sacó un corbata di un paso hacia atrás.

—Confías en mí ¿no?

Asentí de inmediato y sin dudarlo.

—Con mi vida—aseguré.

—Bien mi amor, date la vuelta.

Hice lo que me dijo y pronto con delicadeza vendó mis ojos, sonreí con nerviosismo cuando dejó un beso en mi mejilla. Me empujaba de los hombros hacia algún punto, indicándome donde debía pisar o tener cuidado, cuando sentí que se alejó de mi entré en pánico.

Traté de controlar mi respiración, no podía descontrolarme, no podía arruinar lo que sé que Harry ha preparado con anticipación.

—¿Lista?—preguntó él en susurro.

—Creo que si—dije insegura.

Él retiró la venda de mis ojos y lo que miré estaba completamente lejos de lo que esperaba. La galería estaba bellamente decorada con velas, flores e iluminados en todas las paredes estaban los cuadros que he hecho, cada uno enmarcado a su manera.

—Esto es increíble—susurré dando una vuelta lenta para abarcar toda esa belleza.

Cuando volteé a verlo lo que encontré era mucho más mágico que todo lo que había en la galería, Harry estaba con una rodilla en el piso y una caja negra frente a mí donde se mieaba el anillo más hermoso que he visto en mi vida.

—Chloe—dijo con voz suave y emocionada—día a día agradezco por tu existencia, porque estás conmigo, por tu sonrisa y la forma en la que me abrazas—el sonrió, ya las lágrimas bajaban por mis mejillas—no tienes idea de cuánto te amo, lo hago con cada célula de mi cuerpo y estoy muy seguro que es contigo con quien quiero llegar a envejecer—sus ojos se cristalizaron, pero una sonrisa enorme estaba en su rostro—por eso Chloe Berness, ¿quieres casarte conmigo?

Sonreí tan fuerte como podía hacerlo, asentí con rapidez, no podía pensarme otra respuesta porque esa ya tenía mucho tiempo en la punta de mi lengua. Claro que quería una vida con él, un futuro a su lado.

—Si—dije con voz ahogada—sí, sí, sí, claro que sí.

Él se puso de pie y me abrazó elevándome del piso, besó mis labios y luego con los dedos temblorosos puso el anillo en mi dedo. Me colgué a su cuello y lo besé, nos separamos cuando escuché como destaparon una botella.

Del fondo del salón apareció mi familia y la de Harry, algunos amigos que aún despues de secundaria siguieron con nosotros, uno a uno nos felicitaron. Su mano en la mía y su compañía me hicieron sentir victoriosa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.