El muérdago que nos unió.

7.

Chloe Hazethorn 

26 de diciembre 2022

—¿Nos vamos? 

Miro a Max mientras salgo de la casa, me aseguro de cerrar la puerta acomodando la correa de mi bolso en mi hombro y me acerco a donde él mantiene la puerta del auto abierta para mí. 

—¿Crees que Rocco esté en la clínica? Es temprano. 

—Ya lo llamé, estará ahí para que podamos llevarnos a muérdago —Asiento y Maxwell extiende sus manos hacia mi cara, acomoda mi gorro de lana negro sobre mi frente antes de señalar el auto. 

—¿Realmente no tienes nada qué hacer aquí? 

—Nada —Paso mi peso de un pie al otro llevando mis manos a los bolsillos de mi abrigo. 

—¿De verdad? 

—Chloe, mi vida ¿Qué estás pensando? —Contengo la manera en que la comisura de mis labios quiere alzarse cuando me llama así —. No voy a dejar nuestras vacaciones a la mitad por trabajo ¿eso es lo que te inquieta? 

—El trabajo es importante. 

—Tú eres mi esposa, mucho más importante —Vuelve a señalar el auto —. Y no deberías estar congelándote el lindo trasero, entra al auto para que podamos irnos. 

Me deslizo en mi lugar y él cierra la puerta antes de rodear el auto para ocupar su lugar tras el volante. 

Anoche no hicimos nada fuera de lo normal, acomodamos nuestras maletas, hablamos un poco sobre el tiempo de nuestro compromiso y las cosas que hicimos separados y luego fuimos a dormir. 

—¿Realmente no quieres nada como regalo de navidad? —Frunzo el ceño estirando mi cinturón. 

—No, y ya conseguiste que atendieran a muérdago, asume que eso funciona como regalo —resuelvo encogiéndome de hombros, dejando mi bolso entre mis pies —. Además, tampoco te estoy consiguiendo un regalo. 

—¿Crees que merezco uno? 

—¿Por qué no? —cuestiono tomando mi propio cabello entre mis dedos, él me mira antes de girar la llave haciendo que el motor cobre vida —. ¿Cuándo regresamos? ¿Deberíamos pasar por el supermercado? 

—¿Cuándo quieres regresar? 

—Debemos pensar en el trabajo, el día dos está bien, supongo —Lo miro expectante, pero él solo se encoge de hombros —. ¿Por qué pasas tanto tiempo en la oficina? 

—Siempre hay trabajo qué hacer. 

—¿Siempre? —Hace un sonido de afirmación y yo muerdo mi labio inferior antes de cuestionar—. ¿Y ahora? ¿Por qué no estás allá? 

—Porque ya tienes suficiente mala imagen sobre mí —Levanto las cejas —. Y porque ya no siento la necesidad de evitarte.

Algo se aprieta en mi estómago y la piel de mi cuello se siente incómodamente irritada. 

—¿Por qué? —Maxwell espera hasta detenerse en un semáforo en rojo para mirarme. 

—Porque ya no tengo que pensar que puedes odiarme si sientes que arruino tu vida con este matrimonio —murmura y mi pecho se llena de algo. 

Realmente estaba comprometido con hacer que no lo odiara y su estrategia de mantenerse alejado apesta, pero no puedo quitarle crédito. 

¿Evitarme porque pensaba que eso me hacía feliz? 

Suena como algo enorme y bastante considerado. 

Si yo hubiera querido tenerlo lejos, por supuesto. 

—¿Te gusto? —indago cuando él vuelve a poner el auto en marcha, veo las comisuras de sus labios levantarse en una sonrisa, pero no responde. 

Me remuevo en mi lugar esperando hasta que se estaciona frente a la clínica veterinaria. 

—¿Crees que me hubiera importado que me odiaras si no me gustaras en lo absoluto, Chloe? —cuestiona deshaciéndose de su cinturón para girarse hacia mí en su asiento, entreabro los labios. 

—Yo… no lo sé. 

—Bien, entonces ¿crees que te besaría si no me gustaras en lo absoluto? —Ladeo la cabeza frunciendo los labios mientras lo pienso. 

—No lo sé —repito y él se inclina hacia mí, su mano ahueca mi barbilla y cierro los ojos cuando acaricia mis labios con los suyos antes de hablar.

—Chloe…

—¿Sí? 

—¿Puedo besarte? —Humedezco mis labios asintiendo expectante hasta que sus labios finalmente atrapan los míos. 

Besando, chupando y mordisqueando mientras yo me derrito contra él en mi lugar, su mano en mi nuca me sostiene al tiempo que su lengua se escabulle entre mis labios hasta acariciar la mía. 

La calidez se arrastra bajo mi piel como un hormigueo mientras mis propios latidos llenan mis oídos. 

—¿Qué tal esas preguntas ahora? 

—Todavía… no tienen respuesta —murmuro sin aliento y él se ríe. El sonido me calienta la piel y despierta las mariposas de mi estómago. 

Había olvidado la risa genuina de Maxwell, las últimas veces que lo he escuchado hacerlo siempre eran falsas y poco entretenidas.

—Mírame, Chloe —Abro los ojos para sostener su mirada grisácea —. Me gustas, mucho, tanto que voy a hacerte mi novia. 

—Ya soy tu esposa —Levanto mi mano para mostrarle los anillos y él se encoge de hombros. 

—Sí, pero nunca fuiste mi novia. Ser mi esposa no me va a impedir hacerlo —Me rio y él presiona otro beso sobre mis labios antes de salir, rodea el auto y abre mi puerta antes de tomar mi mano para encaminarnos a la clínica. 

—Buenos días, parejita —Saluda Rocco en cuánto entramos, a diferencia de los días anteriores hay otros animales aquí y más personal —. Muérdago ya está despierto esperando, le dije que vendrían por él. 

Ingreso en el cuarto para encontrar a muérdago de pie sobre la mesa. 

—Hola, bebé ¿cómo estás? —Rodeo su cuello con mis brazos acariciando su pelaje oscuro, muérdago lame mis mejillas cuando me alejo para mirarlo y beso su cabeza —. Me asustaste, no vuelvas a hacer esas cosas. 

—La gastroscopia fue un éxito, afortunadamente no fue necesaria una cirugía para extraer el objeto, así que no necesitamos tenerlo más tiempo por aquí —habla Rocco desde algún lugar detrás de mí. 

—Gracias —murmuro sin soltar a muérdago, deslizando mis dedos por su cuello, bajo su hocico y entre sus orejas ganándome un sonido que interpreto como satisfacción. 




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