Maxwell Densmore
26 de diciembre 2022
A Chloe le brillan los ojos desde que pasamos a buscar a muérdago.
Y todo el camino hasta Lansville habla más de lo que la he escuchado desde que nos casamos e incluso probablemente desde que nos comprometimos.
A pesar de la distancia entre nosotros fui consciente del cambio en ella desde que nos conocimos hasta ahora.
Pasó de ser una adolescente habladora y optimista a ser silenciosa, casi tímida e incluso pesimista. A pesar de que reconozco que esto pudo ser producto de la presión por ser la hija perfecta de sus padres también sé que hay más cosas alrededor de ello.
Incluyéndome a mí.
—Pero la abuela siempre ha sido una tramposa —continúa luego de mencionar su juego de mesa favorito.
—Tampoco es que intente ocultarlo.
—¡Exacto! hace trampas incluso sin esconderse —Su nariz se frunce con disgusto mientras giro el volante para entrar en el vecindario de nuestra casa en Lansville.
—Pero igual no has tenido problemas para ganarle la mayor parte del tiempo —respondo haciendo alusión a sus juegos de scrabble, la señora Hazethorn definitivamente es buena en el juego, pero es mucho mejor haciendo trampas para ganarle a Chloe siempre que juegan.
La ironía es que su abuela es ciega.
—Ya llegamos, bebé —Le dice Chloe a muérdago mientras se deshace de su cinturón, me estaciono frente a nuestra casa, que alguna vez fue de mi abuela y observo la propiedad de madera con muy pocos ladrillos, tiene cierto espacio a los lados, pero a izquierda y derecha tiene casas similares que pertenecen a nuestras familias.
Fue aquí la primera vez que vi a Chloe cuando ella tenía ocho años, los aspersores siempre han jugado una mala pasada por aquí y ella terminó completamente empapada ese día. Sin embargo, no fue hasta tres años después que nos convertimos en conocidos y luego amigos.
—¿Vamos a entrar? —cuestiona levantando las cejas cuando la miro y yo asiento distraídamente deshaciéndome de mi cinturón.
No alcanzo a abrirle la puerta, cuando rodeo el auto ella ya está abriendo la de muérdago que sale rápidamente y ella le acaricia el cuello.
—¿Sabes qué? Estás castigado, me sacaste canas verdes esta vez —le regaña y yo miro alrededor, la calle está ligeramente solitaria, pero puedo adivinar que la mayoría de los que vinieron a vacacionar están en la parte trasera de las casas.
La mayoría de las casas se unen en la parte trasera y es más de mediodía así que probablemente se encuentran en algún tipo de parrillada.
—Técnicamente no fue su culpa encontrar un pendiente que se fuera por su garganta —comento acomodando la bufanda de Chloe cuando una ventisca nos golpea y ella se estremece.
—Yo digo que podía dejarlo a un lado, evidentemente él puede reconocer lo que es comida o no —revira frunciendo el ceño y yo me inclino para acariciar a muérdago tras las orejas.
—Pero no es un niño malo ¿cierto, muérdago?
—No lo apoyes, no voy a quedar como la villana por cuidarlo —Se queja y yo me rio antes de colocar mi mano en su espalda baja para guiarla hacia la casa.
Subimos las escalinatas y abro la puerta dejándola pasar primero.
—¿Tus hermanos también están aquí? —Me encojo de hombros encendiendo las bombillas y salgo dejando la puerta abierta para regresar con nuestras maletas.
Chloe ya se encuentra revisando la despensa cuando termino y luego se sienta en el sofá acariciando el pelaje oscuro de muérdago.
—¿Encontraste algo bueno? —indago mirando alrededor.
—La despensa está llena —Entrecierra sus ojos hacia mí y yo ladeo la cabeza.
—El ama de llaves seguramente intuyó que vendríamos de vacaciones.
—Nunca hemos vacacionado en navidad —comenta mientras muérdago recarga su cabeza sobre su pierna y ella lo continúa acariciando.
—No lo hacíamos, pero ahora estamos casados, seguramente pensó que lo haríamos —resuelvo —. Mis hermanos hacen una fogata cada noche mientras están aquí, si quieres puedes descansar y luego vamos con ellos al anochecer—Chloe asiente, pero se queda sentada en el sofá así que voy a sentarme a su lado sin razón alguna—. ¿Te gusta este lugar?
—Guarda recuerdos —murmura mordiendo su labio inferior unos segundos después, observo el gesto sin poder evitar que esto cause estragos en mí.
Me parece extrañamente contradictorio descubrir que reprimir las cosas solo hace que cuando las dejes salir regresen con más fuerza.
Cada vez que me alejé de Chloe.
Cada vez que me quedé en la oficina para evitar que alguna interacción la hiciera odiarme o sentirse mal conmigo.
Reprimí algo a lo que nunca le di nombre.
Chloe era mi amiga más cercana en la adolescencia, la niña a la que le di mi chaqueta a los once años y la guardó por tres años para devolvérmela con la esperanza de que algún día me vería.
La adolescente que siempre entendió mis gustos raros por las medusas y mi elección por las películas ruidosas a pesar de que ella les teme a las profundidades del océano y prefiere el silencio.
La mujer que, a pesar de todo lo que he hecho, todavía se levantaba algunos días para acompañarme a desayunar y me esperó para cenar; que me acompañaba a casa de mis padres y sonreía cuando decían algo que me hacia enojar.
Ninguno de nosotros eligió este matrimonio y justamente por eso había elegido alejarme, si su felicidad era no ser obligada a estar a mi lado como “la esposa trofeo” que tanto odiaba en la adolescencia entonces yo estaba dispuesto a darle eso.
Pero claramente las percepciones se distorsionaron.
—Chloe…
—Dime —musitó distraídamente llevando sus dedos al cuello de su mascota, es como si no pudiera dejar de tocarlo luego de su miedo por perderlo.
—Lo siento.
—¿Por qué?
—Por todo, el malentendido, los años de amistad que tiré a la basura, estos meses de matrimonio…