El mundo de Lilly

1. Primera vez.

Podía escuchar el ruido ensordecedor que había afuera, en los pasillos las personas corrían en diferentes direcciones, tratando de terminar de organizar los últimos detalles. El espejo reflejaba la figura de Nicole moverse de un extremo de la habitación al otro, el sonido de sus tacones sobre el piso de madera se volvía fastidioso y era lo único que llenaba el silencioso camerino.

Apenas era capaz de verme al espejo iluminado con luces a su alrededor, el equipo de estilismo se ha retirado hace unos momentos y a solas con Nicole las cosas parecían estar un poco tensas por lo que solo me atreví a cerrar los ojos y concentrarme en encontrar un punto de paz antes del caos.

— ¿Podrías detenerte por favor? —solté irritado ante el sonido de los tacones que no me dejaba estar tranquilo.

Era la tercera vez que le pedía eso, entendía sus nervios, era el mismo que sentían todos los que corrían por el pasillo.

— ¿Cómo puedes estar tan tranquilo? ¿Dónde diablos esta Samuel? — la voz de Nicole era fuerte, de una persona alterada.

Me moví de la silla al sofá de cuero rojo, la figura de Nicole continúo moviéndose en línea recta de extremo a extremo. Su delgado cuerpo se contoneaba de un lado a otro, tenía el cabello muy rubio y los ojos de un azul claro, sin duda hermosa, inicie mi relación con ella hace un poco más de dos años, su personalidad era fuerte, aunque mis amigos la consideraban arrogante.

No puedo negar que fue su belleza lo primero que me atrajo, pero luego de un tiempo me di cuenta que era una persona muy segura, ambiciosa, fuerte, la sensualidad que desbordaba todo su cuerpo también era trasladada a la intimidad, me llevaba muy bien con ella, pero no estaba seguro de amarla.

En realidad, no estaba seguro de lo que significaba el amor, después de todo solo soy bueno plasmándolo en letras y canciones, pero viviéndolo creo que jamás lo hecho de verdad, podría decir que Nicole como pareja me hace sentir acompañado, pero no estoy seguro si amado también.

Se detuvo en medio de la habitación y se acercó al espejo iluminado, arregló su labial y ondulo con sus dedos algunos mechones de su cabello rubio, en ese momento Fabián Castle, mi representante, ingresó.

Era un hombre delgado de tez bronceada, siempre vestía una camiseta estilo polo con un suéter anudado a su cuello, así fuera invierno o verano, cuando lo conocí pensé que era demasiado pasivo para ser representante, pero en ocho cortos meses me demostró lo contrario, se sentó a mi lado observando a Nicole arreglar su maquillaje.

Aún recuerdo perfectamente el día que llegue a las oficinas de la disquera, el invierno en Londres había llegado con muchísima lluvia, pero casualmente en aquella ocasión el cielo parecía despejado, lo cual fue tomado como una buena señal, al menos para mi madre. Fui recibido de una forma tan cordial y hasta familiar, como si todos me conocieran de años.

Conversamos una hora sobre mi familia y niñez, una hora más sobre mi pasión por la música, esa pasión que inicio cuando tenía seis años y en una navidad me dieron mi primer piano, tenía tantas luces como las del árbol de navidad y las canciones eran muy simples e infantiles, cada tecla se iluminaba con una luz que desaparecía hasta que fuera presionada. Después de ocho meses me sabía de memoria todas las canciones y ya no necesitaba de las luces para guiarme, a la edad de ocho años mi madre logro conseguir una beca en una pequeña escuela de música a veinte minutos de mi casa, viajaba tres veces a la semana, disfrutaba todo desde el viaje hasta la clase y luego de regreso.

El piano me encantaba, cuando mis dedos tocaban las teclas de marfil todo se llenaba de luz, los sonidos externos desaparecían y el bello sonido de la música lo reemplazaba, era algo mágico, a los diez años inicié las clases de guitarra y para los doce podía tocarla a la perfección.

Mi maestra decía que tenía talento, me llamaba su pequeño prodigio. Yo me sentía vivo cuando estaba en contacto con la música, entrando a mi adolescencia empecé a escribir poemas que pronto se convirtieron en canciones.

Cualquier oportunidad que encontraba para mostrarle al mundo mis letras la aprovechaba al máximo, participe en cuanto show de talento había, en todas las actividades culturales de la comunidad, en las ferias y kermes, tenía algo entre manos y quería que el mundo lo conociera.

Vivía en las afueras de New Castle, en una comunidad pequeña pero no muy alejada de la parte metropolitana de la ciudad, ser musico era considerado como un pasatiempo que quizás mis vecinos no apreciaban con mucha intensidad, sobre todo cuando apenas estaba empezando a meterme en ese mundo y me daba por practicar a eso de las tres de la mañana.

Podría decir que mi inicio fue difícil, que la música se convirtió en mi refugio para sobrellevar algún tipo de martirio, pero mentiría, siempre tuve el apoyo de mis padres, aunque mi padre no miraba la música como una carrera y menos como algo que me permitiría vivir bien o conseguir un gran prestigio como lo podría conseguir siendo médico o abogado, entendía que era un buen pasatiempo que me mantenía alejado de vicios peligrosos, como hijo único tenía que llenar ciertos requisitos con él.

—Dice Samuel que ya viene en camino, ¿estas nervioso? — la voz de Fabián interrumpió mis recuerdos, voltee a ver a Nicole que detuvo la brocha en sus mejillas también esperando respuesta.




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