El mundo de Lilly

3. Multitud.

Los meses transcurrieron entre habitaciones de hoteles, viajes, ciudades, conciertos, peleas, risas y llantos, cada nuevo lugar me ofrecía un mundo diferente, después de todo lo eran, países ricos en culturas, colores e inspiración, mi libreta estaba llena de ideas nuevas, que esperaba pronto se condensaran en canciones.

El poco tiempo libre que me ofrecían lo empleaba para conocer un poco de la cultura de cada país y siempre compraba algo que me recordará donde estuve, tenía más de cien llaveros y unas veinte pulseras.

Nicole cada día se convertía en alguien demasiado sarcástica, tenía constante peleas con el grupo e incluso conmigo, dormíamos en diferentes habitaciones en los hoteles y siempre disfrutaba de la vida nocturna de las diferentes ciudades.

Nadie entendía porque continuaba conmigo, después del incidente en Alemania había jurado volver a Londres, todos dicen que su ambición pudo más que su orgullo y parecía cierto. Sabía que utilizaba el porcentaje de ganancia que le había obsequiado para comprar ropa nueva, vivía metida en los salones de belleza, gastando en joyas y zapatos, ese porcentaje aumentaba su valor con cada semana que pasaba, con cada disco vendido.

Después de casi cinco meses de gira, ganaba ha obtenido una pequeña fortuna sin hacer nada más que pasearse a mi lado, mis amigos ya no la soportaban, Fabián discutía todos los días con ella por el excesivo gasto y yo sinceramente no quería verla.

El avión arribó en al aeropuerto de Moscú, teníamos la orden de salir antes que las otras categoría, viajar en primera clase no era tan malo, pero extrañaba a la gente, todos los que me rodeaban tomaban mis ideas como si fueran las únicas válidas, odiaba eso, Samuel parecía compartir la misma agonía que yo sentía y cada día lucía más cansado, a veces éramos títeres y otras el titiritero.

La conversación en el avión pareció no haber hecho gran cambio en su cara de fastidio y agotamiento para cuando arribamos, al parecer mientras nos separamos de él y tuvimos un pequeño descanso se encontró con algunos artículos de la prensa amarillista que les encantaba ponerlo en primera plana, a veces hasta por las cosas más absurdas.

Con la gira su personalidad causó furor, se tornó demasiado atractivo para fanáticas y paparazis y pronto le fue imposible salir sin un guardaespaldas, la casa disquera le puso un estilista personal que todos los días se encargaba de los rizos consciente que es uno de los mayores atractivos e incluso de ponerle su chaqueta de cuero, que ya tenía al menos un millón de réplicas en diferentes tiendas de Inglaterra y el mundo.

Tome una bocanada de aire mientras descendía la escalinata del avión, observando al grupo de personas que esperaba por nosotros, equipo de seguridad creaba una especie de cuadro y en el centro nos movíamos de forma ordenada y sin pausas, jamás había pensado que esto podría sucederme a mí.

Cuando entramos al edificio del aeropuerto, los gritos hicieron retumbar el cristal, miles de fanáticas se amontonaban cargando carteles con nuestros nombres, otras llevaban camisetas o grandes poster donde estaba impresa mi imagen.

Los flashes de las cámaras se volvieron cegadores, tanta presión hizo explotar el cansancio de Samuel, que le regaló a uno de los fotógrafos una señal obscena, pronto los flashes aumentaron de velocidad y parecía que la cantidad de cámaras se había duplicado, uno de los guardas me tomó por el cuello y me agachó, caminamos así hasta el estacionamiento donde se encontraban las camionetas negras, tres del mismo estilo, para confundir a las fanáticas.

Entramos en la primera, aunque todas siempre creían que íbamos en la de en medio, tenían los vidrios tan oscuro que era imposible ver desde afuera.

—Pero ¿qué diablos te pasa? —Nicole nuevamente reprendía a Samuel, cada día se llevaban peor, este solo la volteó a ver y si las miradas mataran ella hubiese quedado muerta ahí mismo

— ¡Cállate Nicole!, estoy harto de tus berrinches, si vas a seguir aquí, haciendo nada, tampoco digas algo—mi voz salió odiosa.

Nicole me miró con los ojos bien abiertos, casi no le dirigía la palabra, pero siempre que lo hacía parecía reprocharle su conducta que me tenía muy aburrido. El vehículo quedó en total silencio, Nicole sacó una Tablet delgada y empezó a buscar ropa en las tiendas virtuales, mientras Samuel trataba de desaparecer en el asiento, Fabián contestaba llamadas con una mano y con la otra mandaba mensajes.

La camioneta arrancó siguiendo una patrulla, en la segunda camioneta venían los estilistas, el asistente de Fabián, la asistente de Nicole, que no entiendo porque la contrato, y en la tercera el resto del equipo, los que se encargaban de las luces, el sonido, los amplificadores, las máquinas de humo, en tres días llegarían los encargados de armar el escenario.

El reloj marcaba diez minutos para las ocho, todos los países tenían una hermosa mañana y sus atardeceres eran únicos, cuando salimos del aeropuerto la cantidad de personas reunidas eran increíble. La velocidad del vehículo disminuyó casi a cero, mientras las muchachas golpeaban y gritaban a los vehículos tratando de identificar en cual íbamos nosotros.

Una mancha roja en la multitud llamó mi atención, la chica no se movía con la multitud si no en contra de ella, cargaba una cámara con un enorme foco, tenía el cabello rojo como el fuego, y de vez en cuando tomaba una fotografía.




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