Dentro del hotel se podía respirar tranquilidad, llegar con cierta anticipación a cada país nos permitía tener al menos un día para relajarnos y estar listo para todo, después de la rueda de prensa y las palabras furiosas que salieron de Samuel, algunos medios atacaron la personalidad de este e incluso se atrevieron a decir que estaba consumiendo drogas, cada nota alteraba aún más su tambaleante carácter, las noticias no fueron nada piadosas con él, parecía que solo se habían concentrado en sus palabras.
Todo se tornó un poco más caótico cuando se descubrió que la prensa una vez más hostigaba a su familia, algo para lo que un furioso Fabián intervino contactando a todo el que podía para evitar que las cosas estallaran hacia lo peor.
Las primaveras en Moscú aun eran un poco frías, dormí toda la noche cubierto con una enorme manta de alguna especie de lana suave y si bien no fue fácil encontrar una posición cómoda o el mismo sueño, después de uno de los tranquilizantes que Coralia consumía, la pesadez y cansancio me vencieron en cuestión de minutos.
Para cuando desperté servicio de limpieza se movía por la habitación en silencio no sin antes voltear a verme y sonreír. Las chicas tenían quizás no más de veinticinco años y la señora que las guiaba ya había pasado las cuatro décadas, cada vez que una se desviaba de su tarea era reprendida en ruso, lo que causaba que la chica se ruborizara de la vergüenza.
En un inglés muy marcado me indicaron que el desayuno se serviría en la terraza, a orillas de la piscina y que a las once tenía programado un masaje, Fabián trataba de liberarme del estrés, aunque a veces creía que el necesitaba más los masajes que yo.
Salí de la habitación dejando a las tres mujeres trabajar en ella, que por cierto ya lucía impecable, pero sabía que era parte de su rutina, después de veinte hoteles en los que había rechazado el servicio de limpieza, tuve que ceder, después de todo si no lo hacían no les pagaban.
Bajé por el ascensor, se movía suavemente y obviamente fue modificado ya que una de mis melodías sonaba en un volumen muy bajo, llegué al vestíbulo en unos treinta segundos. Todos me saludaban quizás con una amabilidad un tanto exagerada, una especie de ama de llaves me guio hasta la terraza.
Un enorme comedor blanco había sido colocado sobre él azulejo azul oscuro, tenía un hermoso mantel bordado y sobre el bandejas llenas de comida, panecillos, una canasta con baguetes, sándwich de tamaños de un bocado y muffins que olían a canela y azúcar, un bowl con frutas de diferentes colores, la vajilla era de un blanco fino, había cuatro teteras plateadas, una olía a café recién hecho y una pequeña tetera floreada tenia té verde con manzanilla, quizás preparado exclusivamente para Fabián.
La piscina tenía un tamaño olímpico, el agua lucía muy cristalina y de un celeste aqua muy claro, todo su alrededor estaba cubierto por una especie de azulejos rugosos que formaban un mosaico, el día era hermoso y el clima bastante agradable.
En uno de los extremos de la piscina se formaba otra un poco más pequeña y circular, detrás de ella estaba ubicada una casa de madera, con la palabra sauna escrita en ruso e inglés, aunque la palabra también podía funcionar para otros idiomas, como español o portugués.
En el lado derecho de la piscina había sillas plegables cada una con su paraguas y una pequeña mesita, del otro lado había pequeñas mesas cada una con cuatro sillas y un paraguas amplio en medio de la mesa, en frente de la ubicación del comedor un amplio bar se extendía en casi todo el espacio, tenía grandes jarrones de flores y otro lleno de fruta fresca, el hotel era realmente bonito, con una distribución especial y elementos sofisticados.
Como aún no habían llegado mis compañeros iba a regresar a mi habitación o bien recorrer un poco el lugar cuando su cabello rojo llamó mi atención. La chica se movía entre las sillas, con una tela negra limpiaba los muebles, la observé durante un minuto perdido en el fuego que parecía fluir en su cabellera, de pronto movía su cabeza y parecía hacer un pase de baile, cuando me percaté tenía unos audífonos morados tipo orejeras, impulsivamente caminé hacia ella, por alguna razón mis manos sudaban y el corazón me latía agitado.
—Hola buenos días—mi voz sonó bastante áspera, afortunadamente parecía tener el volumen demasiado alto y no fue capaz de escuchar mi saludo.
Cuando levantó su vista se percató de mi presencia y retiro los audífonos dejándolo colgar de su cuello
—Buenos días ¿puedo ayudarlo en algo?
El tono de su voz tenía la típica amabilidad de los empleados de un local y su ingles tenía un extraño acento británico, sonrió esperando respuesta, su sonrisa era hermosa, un hoyuelo se formaba en su mejilla izquierda, por alguna razón me tomó algo tiempo formar una respuesta por lo que arqueo una ceja.
—¿Podrías indicarme donde está el comedor de la terraza? —solté con rapidez.
Me miró con el ceño fruncido, que idiota soy, de ahí vengo, ¿no se te pudo ocurrir algo mejor Alejandro?
La chica dibujó una pequeña sonrisa y me indicó que la siguiera, caminé detrás de ella hasta el mismo punto donde había iniciado, se giró hacia mi señalando con su mano fina el comedor lleno de comida, las pecas que se esparcían por sus brazos me resultaron muy llamativas.
—Aquí es ¿algo más que necesite? —su voz parecía tener un ligero toque de burlo.