El mundo de Lilly

9. Disculpas.

Sentí una corriente fría en los pies, me desperté un poco asustado, el sol aun no atravesaba las cortinas, pero el reloj marcaba un poco más de las diez. La habitación lucía impecable, quizás la habían arreglado mientras dormía, el olor de café recién hecho llegó hasta mi nariz, miré la bandeja sobre la pequeña mesa redonda donde estaba mi portátil.

En un plato color naranja había huevos revueltos con trozos de jamón, tostadas, en pequeñas tazas había mantequilla y jalea, la copa llena de frutas de colores, la taza con café, una con té y un vaso de cristal con algún tipo de jugo, lo probé, era un batido de frutas, contiguo al plato había una nota, pude adivinar la letra de Fabián con solo verla.

"Estoy en el estadio con Samuel y Ryan, por favor no causes problemas, deja a la chica en paz" deje la nota en el mismo punto.

Fabián me fastidio toda la noche por mi actitud hace Lillyana y ahora me pedía que no me acercará a ella, dudo que ella misma quiera buscarme. Me tiré nuevamente a la cama, se supone que debería de relajarme antes de la gran noche, ayer iniciaron a armar el escenario, Fabián andaba en eso, solamente Coralia y Nicole estaban en el hotel y sé que Coralia hacia yoga y nadaba antes de los conciertos y a Nicole si no quería ni verla.

Pronto me sentí sofocado entre las sábanas, me levanté y metí al baño, afortunadamente el agua tibia ayudaba a amortiguar el frio causado por el clima, sin duda, aunque era primavera aquello parecía más otoño.

Lilly vino a mi mente muchas veces, me llamó idiota, aunque quizás uso la palabra más diplomática, hasta yo mismo sé que me comporté como un imbécil, pero mi orgullo me detuvo y no me disculpe con ella.

Cuando llegamos al hotel no la miré, y parecía que todos ya sabían de mi horrible comportamiento con ella porque ya no nos esperaron en fila ni con la gran sonrisa, cada quien estaba en su puesto y con costo me miraron.

Me encerré en mi habitación desde muy temprano y sé que limpiaron porque descargue mi furia en un pequeño jarrón que había en una mesa en la mera entrada del cuarto. Después de ponerme los jeans más gruesos y un suéter celeste, desayuné solo, la comida estaba deliciosa, quizás podía ir a buscar a Coralia y salir con ella a conocer un poco de Moscú.

Cuando salí de la habitación todo estaba vacío, bueno al final solo nosotros estábamos en ese piso, como si el techo tuviera un imán mis ojos se fijaron en él, no me había fijado que en cada pared sobresalía una columna, y cuando esta se unía con el techo había una especie de ángel tallado en el mismo yeso, luego venia el color marfil del techo con sus aspecto acolchado y los candelabros de mediano tamaño que iluminaban todo el pasillo de forma armoniosa.

En todo el pasillo se extendían cuadros cuyos paisajes solo se mostraban cuando realmente te fijabas de verdad en ellos, traté de concentrarme en uno, pero fue imposible encontrarle algo lógico, necesitaba el contacto de la piel suave de la chica pelirroja.

Seguí avanzando hasta el ascensor, llegué despacio a la recepción donde los empleados me saludaron con la amabilidad de siempre, quizás ya habían olvidado mi impase con la hija de la dueña.

Salí a la terraza deseando encontrarla ahí, limpiando cerca de la piscina con sus auriculares morados, pero no había nada, solo Nicole que usaba un traje de baño muy pequeño, solo ella se bronceaba en un día frio, ni siquiera había sol.

—Alejandro ven—Nicole me llamó antes que pudiera regresar al interior del hotel, caminé hacia ella no muy cómodo.

Cuando estuve a su lado sé puso de pie, su cuerpo era perfecto, tenía unos hermosos senos, obra de un grandioso cirujano londines, su vientre era firme y delgado, las largas piernas que siempre presumía, se acercó a mí con toda la sensualidad que la caracterizaba.

Me besó con mucha intensidad, como lo hacía en los primeros meses que salimos, mis labios respondieron al estímulo familiar, me tomó del cuello y me presionó más a sus labios, se sentían más carnosos de lo que recordaba, hace mucho que no tenía ningún contacto con ella, sentí como en ciertas partes de mi cuerpo entraban el calor, una de sus manos se posó en mi rostro y la otra recorría mi espalda y bajaba suavemente.

—¿Quieres ir a mi habitación? —me susurró al oído, su voz era sensual, atrayente, excitante, no tuve que responder, ya era llevado de la mano hasta el lugar, pase por la recepción, sintiendo las miradas que atravesaban mi piel.

Cuando entramos al ascensor Nicole se abalanzó sobre mí, besándome como loca, pronto después de varios mordiscos sentí como mis labios se durmieron, su lengua se paseaba muy segura dentro de mi boca, pasé sin ver nada llegando hasta su habitación, en cuanto cerró me empujó a la cama, zafó los nudos de su minúsculo traje y quedó completamente desnuda.

Estuve dos horas con Nicole, seguía siendo la chica sensual y atrevida que conocía, pero al final aquello dejó un sabor agridulce. Mi mente me decía que saliera cuanto antes de ahí, pero mi cuerpo estaba conforme y satisfecho, siempre había sido así, con Nicole solo me conectaba en un nivel, nunca entendí por qué.

Encendió un cigarrillo pronto el humo invadió la habitación, era asqueroso.

—¿Desde cuándo fumas? —jamás había visto a Nicole fumando, sabía que era adicta a los cócteles y que con varios decía y hacia muchas tonterías.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.