El funeral de mi padre estuvo lleno de personas, parecía que todos mis vecinos habían venido, lo enterramos en el mismo cementerio donde estaban mis abuelos. Lilly se mantuvo a mi lado todo el tiempo, con su mano en la mía siempre y con la otra sostenía la mano de mi madre, de alguna forma se había convertido en un pilar importante en nuestra fuerza, nos ayudaba a mantenernos de pie.
Cada día que transcurría iniciaba muy difícil, siempre encontraba a mi madre llorando en la cocina o en la sala y en vez de animarla lloraba con ella, luego llegaba Lilly y nos atendía a ambos, quizás para ella eran las peores dos semanas de vacaciones.
A la tercera semana estando conmigo su madre la llamó para avisarle que no vendría me sentí muy ansioso, si ella tenía que irse mi mundo se derrumbaría.
—¿Tienes que irte? —sostuve sus manos en mi pecho por unos minutos, su calidez me animaba mucho.
—No, al menos no por el momento—simplemente sonreí—debo ir a Londres a arreglar una situación, ¿Por qué no vienes conmigo? —mis deseos de besarla crecían cada día, en este momento parecía imposible no hacerlo.
Cuando su mirada y la mia se encontraban estoy seguro que ella también podía sentir la electricidad rozándole la piel.
—Está bien, hablare con mi madre—sonrió verdaderamente, se inclinó y me besó muy cerca de los labios.
Si se tratará de otra persona la tomaría sin dudarlo y la besaría fuertemente, pero Lilly tenía algo que me hacía respetar sus tiempos, su ritmo, era como si ella me trazará lo que deseaba y yo solo aguardaba por ella.
Mamá aceptó de pocas ganas el viaje, nos tomó muchas horas convencerla, pero al final lo hizo, partimos un viernes muy soleado, Lilly vestía pantaloncillos cortos, botines rojos y una camisola blanca con unos grandes labios rojos impresos en ella, en su cabello hizo una especie de moña y colocó una banda con un lazo en el lado, lucia encantadora.
En el viaje a Londres mamá sonrió por primera vez, lucia más hermosa que nunca, el hotel de Londres era mucho más moderno, parecía un pequeño rascacielos. Muchas veces pasé por este lugar y jamás creí que le pertenecía al ser más único del planeta.
Cuando la vieron llegar los empleados la trataron como a una celebridad, ahora ella era la famosa, pero ella seguía comportándose con humildad, abrazó a un chico en la recepción.
—Alejandro, Joan, él es Frank, mi mejor amigo—el hombre nos dio la mano a ambos, era un chico alto, delgado, de tez morena y ojos marrones.
—Tu eres el famoso Alejandro—pensar que Lilly hablaba de mi con otras personas me hizo sentir más importante que nunca.
—Así es Frank, él es Alejandro de la banda “Blue Army” la famosa banda— el chico la miró y le sonrió, era obvio que él no hablaba de eso, pero saber que ella hablaba de mi pareció avergonzarla.
—¿No vino tu madre? —el chico giró la conversación en otra dirección, quizás presionado por la mano de Lilly que estaba en su espalda.
—No, parece que en Moscú hay un problema, pero aquí estoy yo
—Maravilloso, bueno déjame llevarlos a su habitación, tú te quedas hoy conmigo para que arreglemos el asunto mientras Alejandro y esta hermosa mujer van a dar un tour por la ciudad—sentí cierta decepción, no quería separarme de Lilly, pero mi madre empezaba a emocionarse por el paseo y eso podía ayudar mucho a su estado de ánimo.
Las llaves aquí eran más pequeñas que una tarjeta de presentación, nos entregó una a mi madre y a mí.
—Bueno si me disculpan debo llevarme a la jefa, Joan debes ir a los museos, son hermosos y disfruta querida.
El chico tomó a Lilly de los hombros y continúo caminando hasta perderse en una esquina del pasillo, aunque llevaba a mi madre de la mano, sentía cierta soledad. En eso Lilly apareció, corrió hasta donde aún estaba quieto en el centro de la recepción, abrazó a mi madre y luego a mí.
—No tardaré mucho, llévala por favor a dar una vuelta, podemos cenar aquí en el restaurante, nos vemos luego Joan
—Hasta luego querida—regresó corriendo al mismo lugar de donde había salido.
—Vamos hijo ya pronto la veras—mi madre me empujaba hacia la puerta, ahora la ansiosa por salir era ella.
Debo decir que fue un momento muy único al lado de mi madre, era fascinante ver como se emocionaba por todo lo que ella no conocía, visitamos dos museos, el museo británico y el Tate Modern.
Terminamos el resto del día tomándonos fotos en el museo de Madame Tussauds, obviamente todos en el área de los actores y cantantes más clásicos, por así decirlo. Cuando regresé al hotel nos guiaron hasta el restaurante, era un lugar muy lujoso y elegante y temo decir que mamá y yo no vestíamos así, pero nosotros fuimos guiados hasta la terraza, sorprendentemente había un ascensor, el chico presionó el único botón dentro pero no subió con nosotros.
Las puertas se abrieron ante un cielo estrellado, hermoso, en medio del techo estaba una mesa sentados se encontraban Lilly y Frank, quienes conversaban animadamente, lucían más informales, ella se acercó a nosotros.
—Espero te guste mi sorpresa Joan, hoy cenaremos cerca del cielo—mamá lucia sorprendida, ambas se abrazaron.