Acabo de llegar a San José, el bus se tardó como media hora y eso es rápido, aunque el trayecto no es tan largo y generalmente llega en unos 15 o 20 minutos, con las presas que se hacen siempre en la mañana, suele tardar alrededor de una hora y a veces hasta más. Me bajo y comienzo a caminar con dirección a la oficina, no está muy lejos, así que llego a las 8:10 am.
Aún no ha llegado Jorge que es nuestro jefe y el que tiene las llaves de la puerta. Cuando finalmente llega, son las 8:30, un poco temprano, ya que las oficinas se abren al público en general hasta las 9 am, pero está bien porque hay que darle tiempo a doña Belén, que ya viene detrasito de Jorge, para que limpie el piso.
Ahí no más, llegan Juan, Roger, Katherine, Kevin, Marcela y Carolina. Conforme van pasando, me van diciendo los buenos días y yo les devuelvo el saludo, pero sin mucho afán. Por fin se abren las puertas y se empiezan a atender a los clientes.
La mañana transcurre normal, sin problemas, me parece que por el momento he tenido un buen trato con las personas que he ido atendiendo. Hasta que, a eso de las 11:00 am . . .
— Buenos días! ¿En qué le puedo servir? — le digo a una señora de unos cincuenta y tantos años.
— Si vea. Es que yo vengo a ver si puedo cancelar el plan porque ya no quiero tener esta línea — me contesta ella.
— Ok, claro. Solo permítanme la cédula.
— Aquí tiene — me dice, después de sacar el documento de la cartera, la cual la tenía dentro de un enorme bolso azul pálido y tirantes cafés.
— Yasuri Yamileth Céspedes Vindas, — le comento mientras continúo con el trámite y ella asiente con la cabeza — ok doña Yasuri, vea. . .
— Un momentito, primero que nada, no me llame doña que me hace sentir como una vieja — y en mi interior me pregunto, si será que se cree quinceañera — y ya aclarado esto. Ahora sí, prosigamos.
Y con este comentario de parte de ella, ya presiento que va a ser un momento difícil.
— Está bien Yasuri, el hecho es. . .
— Tampoco me llame Yasuri, no me gusta, me recuerda la canción. Llameme Yamileth. — me dice con un tanto de exaltación.
— Muy bien “Yamileth” vea. Para cancelar el plan junto con la línea, es necesario que cancele la factura correspondiente al mes en curso. — Y empiezo a notar como poco a poco cambia el semblante de su rostro, de una simple, sencilla y normal señora amargada, a verse como el mismitico pisuicas en persona.
— ¿Qué? ¿Está usté loco? — me dice y se le pone la cara roja del colerón que le provocan mis palabras — pero si acabo de pagar una factura hace como una semana.
— Si Vanessa, pero escúcheme. . .
— Que escúcheme ni mierda, ni que nada. Ustedes son unos ladrones, sinvergüenzas. ¿Cómo voy a pagar otra factura de nuevo? — dice ella muy molesta y ese momento parece congelarse toda la oficina. Las miradas de todos están sobre nosotros dos.
— No Yamilet, lo que pasa es que la factura que usted pagó, corresponde al mes pasado. Ahorita ya estamos a mediados de mes y del 1° para acá es lo que tiene que cancelar — le explico calmado, lo cual me cuesta bastante, pero lo hago esperando que sea suficiente.
— O sea que, por fuerza tengo que pagar eso, si no, no me cancelan el plan ni la línea.
— Así es Yamileth. ¿Entonces, va a cancelar la factura de una vez? — le pregunto, sintiéndome ya algo aliviado, pues no veía el momento en que explotara yo también. De hecho pensé que no iba a aguantar, pero tenía que hacerlo, de lo contrario, habría puesto en riesgo mi trabajo.
— Diay, que me queda? — Y saca la plata de mala gana, por lo que sigo haciendo el trámite.
— Ladrones! — murmura ella entre dientes.
Finalmente termino el papeleo para poner fin al contrato de la línea telefónica.
— Listo! — le digo a ella, a la vez que me despido deseándole un buen día. Claro esto se lo digo de los dientes para afuera, por dentro estoy deseando que, de camino la atropelle el tren, un trailer, o no sé, que le caiga un avión encima. Luego ella se levanta para irse y justo antes de atravesar la puerta para salir. . .
— ¡Ladrones! ¡Prostitutos! ¡Muertos de hambre! — nos grita ella a todos en la oficina.
Y debido a la discusión tan pesada con es señora, ya son la 1 pm y llegó el momento de cerrar, ya que hoy es sábado y salimos a esta hora. Luego de que se va, me quedo pensando en el porqué habrá querido retirar el servicio celular y entonces recuerdo que hace unas semanas, estábamos teniendo problemas con los servidores, por lo que en varias ocasiones se cayó el sistema en algunos sectores, de modo que se vio afectado el lugar donde ella vive, a veces por varios días. La última vez, llamó por teléfono a uno de nuestros operadores, lo sé porque eso fue noticia y se hizo un burumbun. Esto fue lo que sucedió:
— Aló! Buenos días! Rafael Vargas le atiende ¿En qué le puedo servir?
— Si buenos días! Señor vea. Yo tengo un problema, hace como tres días que se fue el internet y yo no puedo estar así. Yo lo necesito porque estoy tra-ba-jan-do, yo no estoy viendo viejos chingos. Yo estoy tra-ba-jan-do. Y esto no puede ser, no puedo estar pagando por un servicio que no estoy recibiendo.
Editado: 22.02.2024