ELIZABETH
Estaba asustada, aterrada… ¿qué pasaba? ¿Qué era todo esto? ¿Por qué me pasaba a mí?
Con los ojos cerrados solo olía lo que el fuego quemaba, pero un olor diferente me invadió de pronto. Era como asado, pero no entendía de dónde venía; sin embargo, el sonido del edificio retumbando me llevó de nuevo a la realidad, y cuando eso cesó sentí que el peso que tenía encima se alivió, por lo que me incorporé.
Luka enseguida llevó sus manos a mi cabeza y a mi rostro, escrutándome a detalle.
—¿Estás bien? —inquirió en voz baja y asentí con la cabeza.
—¿Y tú…? ¿Qué es esto…?
Miré a la puerta y me asusté, pues el fuego invadía toda la entrada y el humo empezó a dificultarme ver a mi alrededor. Comencé a toser y me llevé la mano a la boca al tiempo que oí gritos desde fuera, pero también del interior, y un gran revoltijo me llenó el estómago.
De la nada resonó otra explosión, y los cimientos del edificio retumbaron bajo nuestros pies. De nuevo, Luka me protegió con su cuerpo y yo me aferré a él espantada. Tenía tanto miedo, Dios… ¿iba a morir aquí?
Polvo cayó sobre nuestras cabezas y supe que la estructura estaba en peligro de colapsar.
—Dios… qué haremos, Dios…
—No podemos salir por la puerta —murmuró él y me hizo enderezarme.
Vio alrededor y reaccionó ante la puerta del balcón.
El temblor bajo nuestros pies se hizo más pronunciado, a la par de mi tos, y empecé a hiperventilar, incapaz de reaccionar en esta situación tan límite.
De estar sola seguro estaría muerta.
—Esto podría colapsar en cualquier momento —murmuró Luka y me ayudó a levantarme. Él lucía tranquilo, un marcado contraste conmigo—. Vamos a salir de aquí, ¿de acuerdo? Tranquila. Confía en mí.
Su sonrisa buscó tranquilizarme mientras apretaba mis manos, y ese movimiento tenue me hizo respirar hondo y asentí con la cabeza.
En medio del caos tuve mi propio momento de silencio y lo seguí hasta las puertas del balcón. Él las abrió y vi la estructura, un pequeño cuadro que se alzaba a no menos de ocho metros de altura.
Al acercarme al borde pude ver cómo la gente salía despavorida del lugar, las alarmas sonaban y todos gritaban; vi a los guardaespaldas llevarse a su gente y el temor en mí creció.
En el fondo se oían sirenas, de seguro los bomberos estaban por llegar; sin embargo, al voltear y ver que el fuego se nos venía encima me pregunté si llegarían a tiempo para nosotros.
De pronto, se oyó un estallido a un lado, y vi el fuego salir de la ventana que teníamos a la derecha, e incluso en el piso de abajo comenzaba a ser visible un oscuro humo.
—Vamos a salir de aquí, Lizzy. Tenemos que saltar.
—¡Qué! ¡¿Acaso te volviste loco?! —exclamé sin poder evitarlo, viendo a todas partes con horror.
De pronto, él me tomó por los hombros y me hizo centrarme solo en su presencia.
—Te dije que confiaras en mí, ¿no? Esta es la única manera, Lizzy. Sé como hacerlo, así que vamos a estar bien siempre y cuando sigas mis instrucciones y nos demos prisa.
El corazón me latía enloquecido en el pecho y las lágrimas caían por mi cara, arruinando más el ya destrozado maquillaje. Las náuseas se apoderaron de mi ser y quise deshacerme ahí mismo. Empecé a temblar y la mente se me revolvió en un temor que nunca había sentido antes.
¿Qué debía hacer?
—Lizzy, es ahora o nunca.
Su voz resonó dura a la espera de mi decisión y calma, pero yo… yo…
• • •
Muchas hablan de las declaraciones de Lizzy... ¿Creen que la muchacha es sensata? ¿Qué les pasará a estos dos ahora?
#810 en Novela romántica
#247 en Novela contemporánea
madre soltera, misterio amor suspenso, pareja destinada vidas entrelazadas
Editado: 30.10.2024