El niño perdido del millonario

Capítulo 18: Preguntas indiscretas

ELIZABETH

Un par de días más tarde, con unos documentos entre manos, llegué a la Torre Yuanfen para reunirme con Luka.

Tras pasar la recepción, fui al elevador y directo a la planta donde se encontraba su oficina en la sede local de Élel Minerals. Ivett me guio hasta el despacho de su jefe y, tras recibir la autorización para entrar, volvió a su trabajo, dejándome frente a una estampa bastante entretenida: en la mesita de centro del área de recibo de la oficina, Alya y Dana Liu-Doyle jugaban ajedrez con un Luka que sonreía mientras observaba las piezas y movía a un peón.

Tras finalizar su movimiento, alzó la vista en mi dirección y su sonrisa se volvió más suave.

—Lizzy, buenos días —saludó y las niñas me miraron.

—¡La novia del tío Luka! —clamaron emocionadas, lo que atrajo la atención de la otra persona presente en la sala, Tara Liu, que me miró con cierta sorpresa, misma que yo tenía por culpa de las palabras de sus hijas.

¿Por qué estas niñas…?

—Señoritas, cálmense —dijo Luka, medio en broma, medio en serio, y suspiró—. La señorita Jones y yo vamos a hablar de negocios, así que sigan jugando sin mí, ¿de acuerdo?

Ambas sonrieron y asintieron, en tanto Tara me saludaba y seguía en lo suyo, trabajando, para mi sorpresa, en la computadora del jefazo. ¿Eso era normal? Bueno… quién sabe.

—Lizzy, ven. —Luka me hizo una seña para dirigirnos al sofá, y ambos nos sentamos ahí.

—Buenos días, señor Herzog —saludé y él arrugó la cara, lo que me hizo sonreír, porque lo había dicho adrede.

—¿Ah? —Me quedó viendo como si fuera algo raro, y solté a reír.

—¿Luka? —inquirí y frunció el ceño, y al segundo siguiente soltó una risita traviesa y se echó hacia atrás.

—Eres una pilla, Lizzy, eso me gusta —murmuró, apenas audible para los demás, y le sonreí con conocimiento de causa, aunque cierta vergüenza considerando quién estaba más allá.

Él se dio cuenta, pues me ofreció una dulce sonrisa y, echando un vistazo a Tara, que trabajaba como si nada en su escritorio, comentó:

—Aquí estamos en confianza, así que no te preocupes, ¿de acuerdo?

Medité eso unos segundos y asentó. Me daba cuenta de que con el correr de los días nos llevábamos mejor, pues hablar con él era fácil, y supongo que conmigo pasaba igual. Era divertido.

—Bien, primero que todo, tengo algunas cosas que decir sobre el evento para los niños. —Saqué mi celular y moví un poco los dedos—. Te envié un archivo que tiene los nombres de los niños que se espera asistan al evento.

Él frunció el ceño, pero estiró la mano para tomar una tablet de la mesita, la encendió y navegó hasta su correo. Al abrir el archivo y detallarlo, abrió de más los ojos y luego me miró, sorprendido.

Por dentro se regó en mí una alegría y satisfacción enormes.

—¿Cómo conseguiste esto? —preguntó, incapaz de ocultar su impresión.

—Soy buena, ¿verdad? —Puse mi mejor sonrisa y me regodeé en mi propio logro.

Lo que le había pasado era una lista de los nombres, edades, tallas, peso y alergias de todos los niños registrados en casas de cuidado y orfanatos de la ciudad y sus aledaños, a quienes pasé todo un día contactando para saber su opinión sobre el evento, y luego otro recopilando, analizando y filtrando la información pertinente que me dieron.

—No son expedientes, pero es mucho mejor que cualquier otra cosa que puedas conseguir de manera convencional.

La sonrisa en su cara creció y, antes de que me diera cuenta, se abalanzó sobre mí y me abrazó, lo que me tomó completamente por sorpresa, aunque no importó.

—¡Eres fantástica, Lizzy! Esto es genial.

No me había olvidado de su particular encargo y razón por la que me contrató: quería encontrar a un niño de entre dos y tres años, características muy específicas.

—Hablé con todas las casas de cuidado y orfanatos de la zona y conseguí que aceptaran participar en el evento. Les dije que teníamos planeado hacer regalos personalizados para cada niño, además de comida y otras cosas, y que por eso necesitaba esos datos tan específicos, así que tenemos que hacer algo con eso.

Luka seguía sonriendo mientras revisaba la lista, sus ojos brillando con intensidad.

—Definitivamente, eres fantástica. —Esta vez su voz sonó más seria, pero igual de esperanzada, lo que me calentó las mejillas sin poder evitarlo, y me contagié de su emoción.

—Lo soy, lo soy. —Solté una risita—. Tenemos que finalizar la planificación del evento para enviarles el cronograma. Algunos niños tienen condiciones especiales o alergias, y deben prepararse con el transporte.

El otro asintió con la cabeza y respiró hondo.

—Hablaré con mi jefe de relaciones públicas, e Ivett te ayudará a terminar de coordinar toda la logística con nuestra empresa.

Asentí con la cabeza. El proyecto en sí no era nada complicado, pero la dificultad yacía en el número de personas. Se necesitaba personal de recreación, comida y otras cosas.

—Respecto al parque…




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