Él no soy yo

Capítulo 16

Cuando estuvieron de nuevo en casa de Julián, Raquel volvió a sentirse tímida. Lo que peor llevaba era estar a solas con él en un espacio cerrado y privado, como era ese lugar. Por suerte no había soltado sus cosas en casa, por lo que podría ponerse a dibujar en caso de que necesitara salir un poco del paso. Pero ¿sería una buena forma de permanecer allí en caso de que se sintiera algo incómoda por alguna circunstancia concreta? «No, tengo que ser fuerte y aguantar. No creo que sea muy educado ponerse a dibujar cuando él se está esforzando por hacerme pasar un buen rato», pensó, mordiéndose el labio. Él estaba en su cocina preparando las bebidas: un café poco cargado para ella y una cerveza para él. Cuando volvió al salón, ella se quedó mirando su musculoso torso. El hecho de que llevara una camisa ayudaba a que esa visión fuera posible. Raquel creyó quedarse sin aire antes de que él se sentara en el sofá, a su lado, y dejara las bebidas sobre la mesita que había delante.

—¿Te has divertido hoy? —La miró directamente a los ojos mientras hablaba.

—Claro, he disfrutado mucho dibujando. Es algo que me relaja mucho, la verdad —respondió ella devolviéndole la mirada y evitando añadir que también había gozado de su compañía—. ¿Y tú?

—Para mí ha sido un placer poder estar contigo mientras dibujas. Aunque lo que más me ha gustado ha sido compartir ese rato en el bar y el camino de vuelta. Te he visto un poco más suelta hoy y eso me alegra mucho. Creo que me estoy ganando poco a poco tu confianza ¿no es así?

Ella sonrió, evitando reírse por lo último que él había dicho.

—Confío en ti desde hace tiempo. ¿Crees que de otra forma te habría contado lo de mi ex?

—Entonces ¿por qué te noto tan distante? A veces siento que consigo acercarme a ti un poco, pero luego pasa cualquier cosa que no entiendo y el retroceso se hace evidente. No sabes lo frustrante que es eso.

La chica quedó perpleja ante sus palabras. Sobre todo por las últimas cosas que dijo. En un impulso se acercó a él y le rodeó con sus brazos, acercando su cuerpo todo lo que pudo al de Julián. Él la correspondió, colocando sus manos sobre la espalda de la chica y atrayéndola más hacia él.

—Lo siento —se disculpó ella, aún abrazada a él—, pero es que me cuesta mucho confiar en alguien que no sea de mi familia o que forme parte de mis pocas amistades. Incluso aunque no los vea sé que siempre podré confiar en ellos… Me encantaría tanto poder destruir esta barrera que hay entre nosotros… —Raquel se apretó mucho más contra Julián, como si así pudiera transmitirle todo lo que tenía en su interior.

Él empezó a acariciarle la espalda con suavidad.

—Si me dejas, me encantaría poder formar parte de tu vida como alguien en quien puedas confiar tanto como para que esa barrera se caiga sin que tengas que hacer mucho esfuerzo.

—¿Lo dices en serio? —Eso fue lo único que pudo decir, ya que de nuevo había conseguido sorprenderla.

—Sí.

Raquel se separó del abrazo, pero él no dejó que se apartara demasiado. Por eso, cuando ella le miró a los ojos y descubrió la excesiva cercanía que había entre ellos, se sintió avergonzada. No obstante, permaneció con la mirada fija en sus ojos marrones. Lo que más desconcertó a la chica fue que de un momento a otro sus ojos bailaban de los ojos de Julián a sus labios entreabiertos. Sus respiraciones chocaban y parecía que de un momento a otro cualquiera de los dos podría abalanzarse sobre el otro para saciar el ansia que sentían.

—¿Cómo te sientes? —preguntó él, rompiendo el silencio.

—¿Eh? —La chica parecía aturdida y apenas fue consciente de que él había hablado.

Y peor fue cuando él acarició su mejilla con una de sus manos.

—Que cómo te sientes. ¿Estás incómoda? —insistió, esbozando una sonrisa.

—No, no me siento incómoda… —murmuró ella. De hecho, sentía muchas cosas, pero ninguna de ellas relacionadas con la incomodidad—. Siento de todo menos eso.

—Yo también siento de todo menos incomodidad. —Siguió con la caricia hasta que decidió deshacer el agarre y separarse de ella para beber la cerveza antes de que se calentara.

Ella se alejó un poco más y cogió su café, que ya empezaba a estar tibio del tiempo que había pasado desde que se había hecho. Al contrario que Julián, que solo bebió un poco, ella terminó su bebida en varios sorbos. Estaba tan bueno que quiso saborearlo a su manera. Definitivamente, no descartaría ninguna otra invitación de Julián a tomar algo en su casa, aunque siguiera sintiéndose avergonzada estando a solas con él. Le miró y descubrió que él estaba haciendo lo mismo.

—He pasado una bonita tarde contigo, pero tengo que irme ya a mi casa para descansar. Mañana me levanto pronto porque tengo que hacer cosas de la universidad. Nos vemos durante la semana y, si no, el fin de semana que viene para la sesión de fotos. Muchas gracias por todo. —Sonrió.

—Gracias a ti.

Ella se despidió de él besándole en la mejilla. Se levantó y cogió la taza con la intención de llevarla a la cocina, pero él se lo impidió.

—No es necesario que lo hagas, ya la llevaré yo cuando termine con mi cerveza.

—¡Está bien! Buenas noches.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.