Él no soy yo

Capítulo 23

Raquel volvió a sentarse en la silla y siguió viendo las fotografías que Julián le iba mostrando. Desde el beso no habían vuelto a hablar, pero las miradas eran constantes y revelaban muchas más de lo que en ese instante eran capaces de decir. Sin embargo, no pudieron soportar mucho más ese silencio que se había adueñado del espacio que compartían.

—¿Desde cuándo? —se interesó ella.

—¿Desde cuándo qué? —Julián se agachó y apoyó sus manos sobre las rodillas de la chica.

—¿Hace mucho que tú… que yo…?

En realidad no sabía cómo plantear su duda, pero no hubo necesidad de que siguiera porque él la había entendido.

—Me interesas desde la primera vez que te vi —respondió—, pero hace poco que te miro con otros ojos. No sabría concretar desde cuándo…

Cuando terminó de hablar, sonrió y ella le observó desde la altura que le confería estar sentada en la silla. Colocó sus manos sobre las de él y mantuvo su mirada sobre Julián.

—Yo tampoco sé desde cuándo, pero un día me di cuenta de que algo de ti me llamaba la atención. Quizá esbozarte provocó que mis sentimientos nacieran, aunque conocerte mejor ha ayudado a que se hicieran más fuertes.

Raquel también se había sincerado con él, por muy avergonzada que eso la hiciera sentir. El fotógrafo retiró la mano derecha para acariciar la mejilla de la chica con medida lentitud. Ella cerró los ojos ante ese contacto agradable.

—No sé cómo sonará esto que te voy a decir —Raquel abrió los ojos mientras él hablaba—, pero ojalá que nos hubiéramos conocido muchísimo antes.

Ella sonrió e inclinó su cuerpo para acercarse más a él. Apoyó su mano izquierda sobre la derecha de él, que aún seguía en su mejilla.

—Todo pasa por una razón. Tal vez este era nuestro momento y no ninguno anterior.

La chica sabía que se refería a lo que había sucedido con su ex. Se levantó de la silla y él también lo hizo.

—Tengo miedo, ¿sabes? —Raquel bajó la mirada.

—Eh… Mírame, Raquel. —Esperó a que lo hiciera antes de seguir hablando—. ¿De qué tienes miedo?

Ella quedó en silencio un rato. ¿Cómo podría decirle el motivo?

—No quiero volver a pasar por lo mismo… —contestó.

—Eso no pasará —aseguró Julián—. Yo no soy como tu ex.

—Lo sé, no me habría fijado en ti en caso contrario.

Ninguno de los dos siguió con esa conversación. Julián tomó la mano izquierda de Raquel con su derecha sin dejar de contemplar sus ojos azules. Ella, que parecía hipnotizada, no dejaba de hacer lo mismo con sus ojos marrones. Levantó la mano derecha y acarició la barba con la yema de sus dedos. La chica deseaba volver a perderse en esos labios que le provocaban tantas sensaciones distintas, así que no esperó a que él se lanzara. Lo atrajo hacia ella y sus labios se rozaron de nuevo. Raquel introdujo su lengua en la boca de él en cuanto la abrió un poco y él la recibió encantado. Posó sus manos sobre la parte baja de la espalda de la estudiante e hizo que sus cuerpos se acercaran mucho más. Estaban hambrientos el uno por el otro.

—No sabes cuánto he deseado poder estar así contigo. —Julián habló cuando dejaron de besarse, justo antes de apoyar su frente sobre la de Raquel. Ella suspiró antes de cerrar los ojos durante un instante. Él hizo lo mismo y los abrió de nuevo mientras tragaba saliva—.  A partir de ahora no sé si me podré contener cada vez que te vea.

Él sonrió y los dos se separaron.

—No lo hagas, yo tampoco sé si podré contenerme.

Volvieron a darse un beso, esa vez más corto. Tras ver el resto de fotos y hablar sobre ellas, Raquel se despidió para irse a su casa.




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