Él no soy yo

Capítulo 28

No había rastro de dudas en sus ojos, por eso Julián desabrochó el sujetador con algo de dificultad. Lo lógico teniendo en cuenta que no veía dónde estaba el cierre ni cómo era. Al apartar la prenda, su mirada se centró en la zona que hasta ese instante estuvo oculta y durante unos segundos no dijo nada. Raquel sonrió y notó que sus mejillas ardían, no supo si por la vergüenza o por el calor que empezaba a sentir. Por su parte, Julián acarició la piel desnuda de la chica de nuevo y la miró a los ojos para no perderse ninguna de sus expresiones mientras la tocaba sin obstáculos. Al encontrarse con su mirada, él vio algo en ellos que le instó a acercar su rostro al pecho de Raquel y dejarse llevar por sus impulsos.

 

···

 

No sucedió nada más aquella noche que el simple roce de sus manos sobre la piel femenina. Para Julián había sido suficiente, aunque intuía que para Raquel no tanto. Si hubiera sido por ella, habrían terminado durmiendo juntos y todo lo que eso conllevaba. Él, no obstante, prefería que las cosas fueran poco a poco. La chica había vuelto a ser ella misma, pero no quería arruinar las cosas por ir demasiado rápido; lo último que deseaba era que ella le comparara con su ex. Quizá ese era su mayor miedo después de todo. Suspiró y se centró en la pantalla de su ordenador, donde estaba organizando sus citas del siguiente mes antes de trabajar en las últimas fotografías que había hecho. Cuando terminó de cuadrar las próximas fechas, abrió la carpeta con las fotos que necesitaban revisión. Entre ellas encontró algunas de la sesión que le hizo a Raquel sin que se diera cuenta, en el parque de María Luisa. Durante unos segundos, se detuvo en una de ellas para contemplarla. Todo lo que sintió ese día… Recordó algunas cosas y se dio cuenta de que, en efecto, la chica había cambiado desde la primera vez que coincidió a solas con ella.

Alguien entró en su estudio, lo supo al oír el sonido de la puerta. Subió la mirada y se encontró con la sonrisa de Cristina.

—Hola, Cristina, en un momento estoy contigo —anunció él, terminando con la tarea que estaba realizando.

—Tranquilo, no tengo prisa.

Cerró el visor de fotografías y la carpeta que había abierto antes de bajar poner en suspensión su portátil. Había decidido llevárselo para adelantar trabajo en el local, ya que las sesiones profesionales solía guardarlas en su ordenador personal y no en el que tenía allí.

—¿Qué te trae por aquí? ¿Ha pasado algo con Raquel? —Salió del mostrador y se acercó a su vecina con algo de rapidez.

—Oh, no, no —le tranquilizó—. Verás, Ricardo me ha llamado hoy para invitarme a mí y a mi pareja a cenar con la esperanza de que vosotros también vengáis. Ya se lo he dicho a Raquel, pero como está liada con su TFG me ha pedido que venga a comentártelo. Por si a ti te apetece venir también, ya sabes… Tengo entendido que tiene muchas ganas de seguir conociéndote.

Julián la observó con atención y recordó aquella conversación que habían mantenido en ese mismo lugar Raquel, Ricardo y él. Ya habían pasado unos cuantos días desde ese momento y, si ella estaba de acuerdo, no se negaría a acompañarla. Aunque no dejaba de resultarle extraño teniendo en cuenta que no formaba parte de la familia como tal.

—Si ella no tiene ningún problema, por supuesto que os acompaño. —Sonrió.

—Bien, entonces se lo diré a Raquel y luego a él. Estoy segura de que se alegrará mucho de verte cenando en su mesa.

Se despidió de él y salió del estudio, dejándolo a solas con sus pensamientos. Esperaba haber tomado una buena decisión.

 

···

 

Raquel decidió ir por su cuenta, con Julián, a la cena de su padre. Así, si decidían marcharse antes que su madre, podrían hacerlo sin tener que depender de ellas. Al llegar a la puerta del piso donde vivía Ricardo, ambos se detuvieron y ella le pidió sin decir nada que no llamara aún. No podía dejar de pensar en lo que su padre le contó semanas atrás y que Julián desconocía. ¿Querría hablar de ello en la cena? Estaba empezando a agobiarse.

—Raquel, mírame —le pidió Julián. Cuando ella lo hizo, continuó hablando—: No va a pasar nada malo, ¿vale? Es una cena con tu familia, nada más. No te sientas mal, y si lo haces, estoy aquí para reconfortarte.




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