Él no soy yo

Capítulo 30

—Confío en ti, no tienes que dormir incómodo en el sofá.

Raquel sonrió, pero por algún motivo mantuvo las distancias con él. Julián se dio cuenta de eso y le devolvió la sonrisa antes de preguntarle:

—¿Quieres tomar algo o prefieres irte ya a dormir?

Mientras hablaba se dirigió a la cocina para tomarse un vaso de agua.

—No, gracias —respondió ella, con algo de dificultad.

Tenía un nudo en su garganta que apenas le permitía hablar con fluidez. Tragó saliva varias veces intentando no pensar en lo que llegaría o en lo que realmente deseaba que pasara. Volvió a sentir el zumbido de los insectos en su interior.

Julián volvió tras haberse bebido el vaso de agua y vio algo raro en ella. Se acercó para abrazarla sin mediar palabra y descubrió que estaba temblando. Eso le preocupó. Sin embargo, cuando se separó y la tomó del mentón para que alzara la mirada, descubrió en sus ojos que no sucedía nada malo. Solo deseaba lo mismo que él, pero ¿sería el momento adecuado?

—Dime qué es lo que quieres y lo haré realidad. —Julián sonrió al pronunciar esas palabras.

—Quiero abrazarte y escuchar los latidos de tu corazón antes de quedarme dormida… Y cuando me despierte, quiero encontrarme con tus ojos. Tiene que ser emocionante que lo primero que vea al despertarme seas tú.

Le había costado, pero poco a poco había conseguido sacar lo que llevaba dentro. El fotógrafo, que la había escuchado con atención, volvió a acogerla en sus brazos. El aroma que desprendía la chica era aún más intenso con la cercanía.

—Yo también quiero todo eso, por eso quise que vinieras a dormir.

Julián cerró los ojos y la abrazó con más intensidad. Al separarse, sus miradas chocaron y ella, en un impulso, colocó ambas manos en las mejillas del hombre para besarle. Con aquel beso le dijo muchas cosas que aún no se atrevía a decir en voz alta y él las captó todas sin necesidad de preguntar. El ritmo aumentó, pasando de un beso tierno a algo mucho más intenso. Sus ganas habían tomado el control, aunque Julián seguía controlándose. Raquel se aferró a sus brazos y después, sin saber bien dónde situar sus manos, las subió hasta la nuca y pegó su cuerpo más al de él. Se separaron a regañadientes, pero con una sonrisa, y él la tomó en brazos para llevarla a la habitación.

Al llegar, la dejó sobre la cama y él se colocó sobre ella para besarla de nuevo. Fue un beso corto, ya que se separó al poco tiempo para volver a contemplarla. Acarició su pelo oscuro sin apartar su mirada de ella. Los ojos azules de Raquel parecían gritar desde lo más profundo de su ser, sus labios estaban entreabiertos y su respiración agitada debido al beso y a todas las emociones juntas que estaba sintiendo. Julián solo hizo una pregunta al verla así:

—¿Estás segura de que quieres? No me gustaría hacerte da…

Se vio interrumpido por ella, que se incorporó como pudo para atrapar sus labios. Dio un mordisco suave antes de separarse y mirarle a los ojos.

—Creo que ya es tarde para echarse atrás.

La chica sonrió y volvió a juntar sus labios con los de él. Estaba segura de que no le haría daño, no eran palabras vacías cuando le decía que confiaba en él, lo sentía de verdad. Y no era virgen, por lo que no le haría ese tipo de daño tampoco. Además, le deseaba tanto que no era capaz de pedirle que parara. No quería que se detuviera porque anhelaba estar en sus brazos, que él se dejara llevar y dejara su autocontrol de lado. Ella ya llevaba tiempo haciéndolo…

En poco tiempo su espalda volvió a estar sobre la cama y ella suspiró sobre la boca de Julián en cuanto notó una de sus manos bajo la ropa. Apenas notaba el tacto de su piel y eso provocó algunas cosquillas en ella, pero intentó no reírse. Poco a poco la tela fue subiendo hasta que Julián encontró en su camino la del sujetador. Raquel volvió a suspirar sobre los labios del fotógrafo, quien se separó para posar sus ojos sobre los de ella.

—Te quiero —confesó unos segundos después.

Lo sentía desde lo más hondo de su ser. La quería, la quería mucho, tanto que podría asegurar que la amaba sin temor a equivocarse. Todo lo que había conocido de ella durante ese tiempo no hacía más que acrecentar sus sentimientos por ella.

Raquel se quedó sin palabras ante la confesión de Julián, pero él no necesitó una respuesta porque no era lo que buscaba. Esa vez fue él quien suspiró sobre los labios de ella antes de volver a besarla. Como pudo, la chica empezó a desabrochar los botones de la camisa del fotógrafo para poder tocar su piel y, cuando lo hizo, notó que ardía bajo sus manos. Retiró la prenda con la ayuda de Julián y la tiró hacia el lado derecho, sin saber bien dónde había caído. Él hizo lo mismo con la blusa de Raquel y ambos quedaron en igualdad de condiciones. Durante los siguientes minutos jugaron a explorar sus cuerpos y a descubrir zonas nuevas y desconocidas para ambos. Bromearon, rieron y no dejaron de acariciarse y devorarse mutuamente. Ambos se entregaron en cuerpo y alma al amor y a la pasión. Fue todo tan intenso para Raquel que, al terminar, no podía creerlo. Había pasado y había sido mejor de lo que había imaginado. Julián la mantuvo en sus brazos, acariciando su pelo, hasta que ella se quedó dormida.




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