Él no soy yo

Capítulo 37

Ya en el ascensor de su edificio, Raquel apoyó las manos sobre las paredes del cubículo e intentó normalizar el ritmo de su respiración. El trayecto hasta el tercer piso se le hizo eterno debido a sus propios pensamientos, que no le daban tregua. Cuando las puertas se abrieron, salió deprisa e inspiró hondo. Fue como respirar aire limpio, solo que el pasillo por el que empezó a caminar no estaba en el exterior. Detuvo los pasos al llegar a su casa, pero no sacó la llave ni llamó al timbre. Retrocedió hasta la de Julián y llamó al timbre sin pensarlo dos veces. Necesitaba desahogarse con alguien, pero no quería que su madre volviera a preocuparse por ella. Julián no tardó mucho en abrir y ella entró como un vendaval.

—Me he encontrado con Pablo… O más bien él fue quien me encontró —dijo mientras pasaba por al lado de Julián.

Él cerró la puerta y la siguió a través del pasillo. Raquel se detuvo al llegar al salón y giró su cuerpo hacia el fotógrafo. Fue en ese instante cuando vio que llevaba solo unos pantalones de pijama de un color cercano al beige. Entreabrió los labios, olvidando por completo lo que estaba haciendo allí.

—¿Y qué pasó? —quiso saber.

La chica sacudió la cabeza y recordó lo ocurrido con su ex.

—Volvió a insistir con lo mismo, que quería volver a intentarlo conmigo y otras cosas… En principio quise huir, pero me quedé porque estábamos en la calle y no sentí tanto temor como aquel día en mi casa… —Habló de forma acelerada con ganas de quitarse eso ya de encima—. Al final he conseguido que le quede claro que no quiero volver a verle y él… Bueno, él me ha pedido perdón por todo.

Julián terminó de acercarse a ella para darle un abrazo. Sonrió y cerró los ojos al acogerla entre sus brazos.

—Me alegro mucho de que hayas tenido esa fortaleza que yo sabía que guardabas en alguna parte de ti.

Abrió los ojos al notar que ella quería separarse de él. Sus rostros quedaron a escasos centímetros y se limitaron a mirarse a los ojos.

—Te felicito. —Julián sonrió tras hablar.

Raquel le devolvió el gesto, feliz de haber podido compartir con él ese momento tan amargo y a la vez tan bueno para ella. Los ojos marrones de Julián tenían un brillo especial mientras la contemplaba.

—Gracias.

Quedaron callados y sus miradas pasaron poco a poco de sus ojos a los labios del otro. No hicieron falta palabras para saber lo que ambos querían y no se demoraron ni un instante más. Raquel unió sus manos en la nuca de Julián y él se aferró a las caderas de ella antes de deslizarlas hasta la parte baja de la espalda femenina. Ambos se entregaron a ese beso en el que depositaron todas las ganas que tenían de ir más allá. Su ímpetu los condujo hasta el sofá y lo rodearon en cuanto las piernas de ella dieron contra el mueble. Al llegar a la parte del asiento, Julián se separó de los labios de Raquel para sentarse y hacer que ella hiciera lo mismo sobre él.

—¿Qué tal te ha ido en la universidad?

Ella colocó las manos en los hombros del fotógrafo antes de responder. Sentirse tan cercana a él, a su misma altura en ese momento, provocó una sonrisa en la chica.

—Hacía tiempo que no me sentía el centro de atención…

—¿Y eso te hizo sentir bien? —intervino Julián.

—Me hizo sentir rara, pero sí que me hizo bien hablar de nuevo con algunos compañeros. Fue como si no hubiera ocurrido nada, no sé si me explico…

—Sí, te has explicado bastante bien. Entonces estarás contenta, ¿no? Estoy seguro de que hace tiempo que quieres retomar tu vida donde la dejaste por su culpa… ¿Qué me dices de la amiga que te ayudó a abrir los ojos? ¿Has vuelto a hablar con ella?

Raquel desvió la mirada y sus manos bajaron por el pecho de Julián. Recordó a Marina y pensó por qué había dejado de hablar con ella después de todo lo que había hecho por ella.

—No y la verdad es que me da vergüenza hacerlo ahora tras todo este tiempo… Ni siquiera recuerdo por qué dejamos el contacto, ¿sabes?

Él acarició la espalda de la chica con lentitud en un intento por reconfortarla.

—Cuando te sientas preparada deberías probar. ¿Quién sabe? Tal vez quiso darte tu espacio después de todo lo que pasó y está esperando a que des el primer paso. Y si no es el caso, al menos no te sentirás mal por no haberlo intentado.

Volvió a fijar su mirada en la de él con una sonrisa.

—¿Tú crees?

—Por supuesto. Inténtalo y ya verás como todo sale bien —le guiñó un ojo.

Raquel enterró su cabeza en el cuello de su vecino en un abrazo que tomó cierto cariz distinto al repartir besos por la zona. Él volvió a posicionar sus manos sobre las caderas de la chica y cerró los ojos, disfrutando de las sensaciones experimentadas. Ella no tardó en notar cierto bulto bajo su cuerpo y soltó una risita antes de separarse.

—Parece que alguien tiene ganas de jugar… —comentó, hablando de ella.

—Yo creo que más bien algo ha despertado con mis mimos…

—Es posible.

Ambos sonrieron y después volvieron a besarse con más ganas que antes. Raquel acarició el pecho desnudo de Julián y subió sus manos de nuevo hasta la nuca. Se aferró a algunos mechones y acarició el cuero cabelludo con sus dedos. Él gimió en los labios de la chica antes de separarse para verla.




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