Él no soy yo

Capítulo 39 (Parte 1)

—Estoy pensando en cortarme el pelo —comentó Raquel a su amiga mientras se tomaban algo en uno de los bares de la Alameda—. Debí hacerlo cuando me recuperé del todo de esa mala racha, pero nunca es tarde.

—Nunca es tarde cuando se trata de cambios —aseguró Marina.

—¿Crees que me sentarían bien algunas mechas?

La morena observó a su amiga con atención antes de responder.

—Quizá unos reflejos…

Raquel sonrió mientras la miraba con una mezcla de nostalgia y alegría. Hacía tiempo que deseaba retomar el contacto con ella y se sintió un poco tonta por no hacerlo antes.

—Cuando terminemos quiero presentarte a alguien.

Antes de que terminara de hablar, Marina ya esbozaba una enorme sonrisa.

—¿Es un nuevo churri? —preguntó, entre curiosa e ilusionada.

La aludida bajó la cabeza con una sonrisa y no hizo falta que respondiera para saber que así era.

—Espero al menos que sea mejor que el último. —Marina le sacó la lengua. Raquel se carcajeó al escuchar a su amiga—. Cuanto añoraba esa risa, amiga.

—A partir de ahora la escucharás a menudo.

—Bueno ¿y cómo es él?

—Es muy buena gente. Guapo, alto, simpático… Lo típico.

—Pablo no era lo típico, era más bien raro —aclaró Marina.

—Al principio lo parecía…

—Y mira cómo te resultó.

—Ya…

Su amiga volvió a reconducir el tema de conversación.

—¿Y cómo se llama?

—Julián —respondió Raquel con una sonrisa.

—Estás loquita por él, ¿no es así? Se te nota en la cara.

—Es muy distinto a Pablo, Marina. Julián es… Es todo lo que necesitaba sin saber lo que me hacía falta. No sabes además lo mucho que me ha ayudado sin apenas darme cuenta.

—Estoy deseando conocerle.

 

···

 

Tras pagar la cuenta, las dos se dirigieron hacia la avenida. Raquel avisó a Julián con un mensaje para encontrarse en la puerta de su estudio y él aceptó ir sabiendo que le presentaría a su amiga. No quería reconocerlo, pero estaba nerviosa.

—Tiene diez años más que yo —dijo de pronto Raquel.

—¿Quién? ¿Julián?

—Sí —respondió, mirándola directamente.

Marina se encogió de hombros.

—¿Y pasa algo porque sea mayor que tú? Digo, no es como si pudiera ser tu padre ¿verdad?

Algo hizo clic en la mente de Raquel que hizo que reaccionara de forma exagerada. Le dio varios toques en el brazo antes de hablar a trompicones.

—¡Hay algo que no te he dicho! —exclamó—. Mi padre… Mi padre ha vuelto.

Marina se detuvo y giró su cuerpo hacia Raquel con los ojos bien abiertos.

—¡Hostia! ¿Lo dices en serio? —Se dio una palmada en la frente—. Claro que sí, no me lo dirías si no lo fuera… ¿Y qué tal? ¿Cómo está?

—Mejorando poco a poco… Por lo que me contó, y algunas cosas que he podido ver las veces que he estado con él, le va a costar superarlo. Es lógico, ¿no? Un secuestro no se supera de la noche a la mañana.

—¿Cómo que un secuestro?

Raquel se acercó a su amiga para tomarla de los hombros en un intento por tranquilizarla.

—Tranquila, ya ha pasado todo y consiguió escapar de ese infierno. Menos mal. Es muy posible que puedas verlo cuando defienda mi TFG. Estoy segura de que querrá celebrarlo por todo lo alto apruebe o no.

—Estaré encantada de acompañarte si es posible —Sonrió entre sincera y agradecida.

Retomaron la marcha y en pocos minutos, entretenidas como estaban gracias a su conversación, llegaron a su destino. Solo unos metros las separaban de él cuando Marina le dijo a Raquel:

—¿Es ese bombonazo de ahí?

La chica miró hacia su novio con una sonrisa porque su amiga no había sido muy discreta. Julián le devolvió el gesto encogiéndose de hombros y eso no pasó desapercibido para Marina.

—Confirmado, es ese bombón. ¡Chica, qué suerte has tenido! —Y esa vez, lo que añadió lo hizo al oído de Raquel—. Espero que su interior vaya acorde con su exterior y sea igual de bello.

—Te aseguro que lo es.

Terminaron de acercarse hasta Julián y ella se echó en sus brazos para saludarlo. Él se aferró a su cintura y la besó.

—Así que ella es la amiga que te ayudó a abrir los ojos —dijo cuando se separó de ella. La miró a los ojos y después hizo lo mismo con Marina—. Un placer, soy Julián.

Extendió la mano y ella la tomó con una sonrisa.

—Veo que soy famosa —rio.

—No lo que deberías —aclaró Raquel, quien se separó de Julián para que pudieran saludarse en condiciones.




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