El no te ama (¿?)

Capítulo 5

Makar

— ¡Makar, espera!, — estaba a punto de llegar al portón cuando Alena se lanzó a cortarle el paso a su Ferrari. — ¡No lo hagas, no te pongas al volante!

 — Alena, quítate de ahí.

 — ¡No, Mak! — ella le dió la vuelta al capó y comenzó a golpear la ventanilla. Makar, disgustado, bajó el cristal.

 — ¿Qué quieres?

 — No puedes conducir, — le agarró del brazo y repitió en voz más baja, — no tienes que ir a ninguna parte, Makar, tienes que acostarte. No estaría de más ponerte un suero.

 — Tonterías, — quitó su mano y se arregló las gafas de sol. Alena lo miraba comprensiva y ... ¿culpable? — ¿Es la primera vez que tengo resaca? ¿Por qué tendría que ponerme suero?

 — Esto no es una simple resaca, Mak, —titubeó un poco y luego explicó, — no es exactamente una resaca.

La mirada de Makar se hizo pesada, miró fijamente a Alena.

 — ¿Y qué es? Habla hasta el final, ya que empezaste.

 — El champán que bebiste contenía un estimulante. Combinado con un poco de alcohol no es nada especial, pero bebiste tanto, que la combinación resultó ser una bomba…

 — Espera, ¿de qué estás hablando?, — al principio, Makar no entendió, pero cuando le llegó el sentido de lo dicho, él mismo agarró a Alena por el codo. — ¿Para qué tuvieron que mezclar un estimulante? Ya yo estaba a tope.

 — Esto no era para ti, era para Eva, — Alena intentó retirar la mano.

 — ¿Para Eva?

 — Sí, ella siempre está tan... tensa... y aquí estabas tú, si hubiera tomado un poco de champán, eso la hubiera sacudido un poco, la hubiera relajado, tal vez hubiera sucedido algo entre ustedes.

 — Tú... — Makar le apretó tanto la mano que estuvo a punto de gritar, —¿cómo pudiste hacer eso? ¡Es tu prima! Está bien, Ruslan, él es un hijo de puta ¿pero por qué lo hiciste tú?

 — ¡No podía negarme, Mak! Él está celoso de ti, — sollozó Alena y se secó los ojos con la mano libre, — decidió distraerte con Eva. Y tú le gustaste a ella, eso es verdad. Y yo pensé…

 — Basta, — la interrumpió Makar, — eso ahora ya no importa. Aléjate del auto.

 — Pero Mak.…

  • Alena, aléjate del auto.

Ella suspiró y se apartó. Makar levantó el vidrio, presionó el pedal del acelerador y salió a la carretera.

 

***

No le gustaba su estado, estaba mareado y todo a su alrededor parecía sospechosamente borroso. ¿Tal vez de verdad tiene sentido ir a la clínica? Y luego el auto serpenteó hacia un lado, todo se oscureció ante sus ojos, Makar inmediatamente redujo la velocidad y salió al arcén. Se roció con agua de una botella y estuvo sentado durante mucho tiempo, apoyado en el volante.

En su cabeza no acababa de formarse una imagen integral. El hecho de que estuvo al borde de la locura se debió a una mezcla Infernal de una dosis loca de alcohol y estimulante, aunque fuera débil. ¿Cuánto era necesario darle a Eva?

¡Pero Eva estaba sobria! Ella ni siquiera bebió champán, andaba con el vaso de acá para allá hasta que Makar se lo quitó. Estúpido borracho. Luego le trajo el móvil y debía haberse ido. ¿Por qué no se fue?

Ni Ruslan ni Alena saben que todo les salió bien a ellos, salió muy bien. Al menos para Makar.  Las sábanas llenas de manchas marrones y el condón manchado de sangre eran pruebas muy elocuentes. Y las sábanas estaban tan arrugadas porque Eva... ¿se resistió?

Makar sintió escalofríos, luego calor. Incluso le temblaron las manos. Las imágenes que podía recordar no dejaban una imagen clara. Eran como destellos: aquí él la besa, aquí él pone sus manos sobre su cabeza, y ella se arquea... Y entonces Mak siente escalofríos de nuevo. Porque, él pensaba que ella se arqueaba de placer, pero resulta, que por el contrario, era de dolor.

Se volvió tan repugnante como si lo hubieran metido de cabeza en la mierda. Tiene que aclararlo todo, tiene que hablar con Evangelina. Solo primero tenía que deshacerse de esa porquería que tenía en la sangre, cuya concentración, a juzgar por su estado, era considerable.

Sacó el teléfono y encontró el contacto del amigo de su padre Gennady Kravchenko, propietario del "Medical Center", la mejor clínica privada de la ciudad.

— Makar, ¿tú? Hola querido, ¡estoy muy feliz de escucharte!

— Hola, Gennady Viktorovich, necesito su ayuda.

— Eso es malo, — la voz en el teléfono se volvió seria de inmediato. — Aunque sabía que no me llamarías un domingo a plena luz del día para saludarme. ¿Qué te pasa, Makar?

— Intoxicación, pérdida de coordinación, — Mak trató de describir brevemente el problema.

— Quédate tranquilo donde estás, enviaré una brigada, te llevarán a la clínica rápido y cómodamente. ¿Oíste? Ni pienses en moverte. No tengas miedo, te limpiaremos y quedarás como nuevo.

El crossover con el equipo de seguridad llegó muy rápido. Al volante del Ferrari, se sentó uno de los guardias que llegaron y a Makar lo sentaron en un SUV. Lo estaban esperando en la puerta y lo llevaron a una habitación individual, y luego resultó que Gennady Viktorovich había venido personalmente a la clínica.




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