Lamentablemente no he podido pegar un ojo en toda la noche. No puedo sacarme la imagen de Daniel de la cabeza, mucho menos sus palabras... ¿Qué habrá querido decir con eso? No soy ninguna tonta... sé a lo que se refería... Pero es que no entiendo... jamás existió una atracción entre nosotros, sino todo lo contrario, cuando yo empecé a sentir sentimientos por él, Daniel se encargó de humillarme frente a todo el colegio, algo que jamás podría perdonarle y mucho menos dejaría que se repita. Debo controlar mis impulsos o volveré a caer a en sus brazos y no puedo permitirlo, mi orgullo jamás lo permitiría.
Después de tomarme una ducha para despejar un poco mi cabeza y quitarme el sueño y el cansancio de mi cuerpo, llevo más de 24 hs sin dormir, bajo a la cocina. Allí está Emily, quien tiene mi desayuno preparado sobre la mesa.
—Hola, mi Sari... ¿Cómo estás? —ella es tan increíble, amable, dulce, positiva, y siempre está de buen humor, a pesar de que se debe estar muriendo de los nervios por la boda, no lo aparenta para nada, tan diferente a su hermano mellizo— ay, por lo que veo no has tenido una buena noche... ¿Estás bien? —pregunta preocupada.
Sin pensarlo, comienzo a relatarle todo lo sucedido la noche anterior, excluyendo la parte de la cocina con Daniel, por supuesto, eso sí me mataría de la vergüenza.
—¿Qué? ¿Le has dicho a Roger que estás saliendo con mi hermano? Oh por Dios, tú sí que te has metido en un tremendo lío, amiga, no sé cómo podré ayudarte.
—No solamente eso... —exclamo nerviosa— por un momento me volví loca y le dije que viniera a la boda para que viera, con sus propios ojos, que no estaba mintiéndole —Emily abre los ojos de par en par, sorprendida.
—Tú me has contado en otras oportunidades que Roger siempre te ha dejado sola, seguro solo quería acostarse contigo anoche, no creo que se atreva a tomar un avión y venir hasta aquí.
—Emi... Me dijo que en dos días estaría aquí —confieso, confundida.
—Tranquila —mi amiga me toma de las manos para tranquilizarme— has pasado por cosas peores que estas —Emily es la única persona que sabe de mi pasado de violencia por parte de mi padre— encontraremos la manera de salir de esta, pero no puedes rebajarte a ese hombre, Roger Morgan es un cucaracho que no se merece una mujer como tú.
—Gracias, Emi... Estoy aquí para organizar tu boda y solo estoy causándote problemas...
—Jamás serás un problema y lo sabes, eres mi hermana de corazón y siempre lo serás... Aunque el único problema será Daniel... A menos que...
—¿A menos que...? —pregunto exaltada.
—A menos que le cuentes la verdad y si ese malnacido tiene las agallas de aparecerse por aquí, que él acceda a hacerse pasar por tu novio.
—¿Qué? —pregunto, más nerviosa aún— jamás podría pedirle algo así a tu hermano, jamás en mi vida, antes prefiero volver con Roger...
—¿De verdad se odian tanto? —exclama mirándome a los ojos, confundida, nunca supo el porqué del odio entre las dos personas más importantes de su vida— tú eres tan buena, dulce, y Daniel es tan caballero, gentil, amoroso, romántico, harían una hermosa pareja, pero cuando están juntos parecen dos bombas a punto de explotar. Sé que pasó algo entre ustedes... Y creo que merezco saberlo.
—No ahora, Emily, no estoy preparada, juro que en su debido momento te lo contaré todo —digo, dejándola sin palabras.
—Entonces... No estoy equivocada, algo pasó entre ustedes para que se odiaran tanto... —añade con una sonrisa en los labios.
—No puedo decírtelo ahora, Emi, entiéndeme, sería humillarme demasiado ante él.
—Tranquila, necesito saberlo, pero no te presionaré, hazlo cuando te sientas capaz de hablarlo con alguien.
—Fue muy feo lo que me hizo... Por eso lo odio tanto —confieso con tanto dolor en mi alma, pensé que lo había superado, pero al parecer no, los recuerdos de la apuesta con sus amigos, la humillación que sentí frente a toda la escuela, siguen latentes en mí, imposibles de olvidar.
—Buenos días —saluda Daniel, entrando a la cocina de buen humor, con una hermosa sonrisa en los labios y una camisa verde increíble que le hace juego con sus ojos; recién duchado, con el cabello aún mojado y con su barba entrecortada, parece el mismísimo Lucifer que viene a tentarme para llevarme al mismísimo infierno. Al parecer no puedo dejar de observarlo, porque por un momento nuestras miradas se cruzan y se mantienen durante varios segundos, hasta que él me brinda una risa burlona y de inmediato corto el contacto visual. Ahí está la estúpida otra vez, cayendo como hace 11 años, pero antes era una adolescente, ahora soy una adulta y debo comportarme como tal.
—¿Se te perdió algo, Sarah? —pregunta burlándose.
—¿No sé a qué te refieres? —respondo incrédula, ¿a dónde había quedado el chico amable de anoche? ¡Que te lo saques de la cabeza, maldita tonta!, me regaño a mí misma.
—Como no dejas de mirarme —exclama, llevándose a la boca una tostada con mermelada, de una forma tan sexy que necesito salir de allí con urgencia.
—Deja de ver fantasmas donde no los hay... ¿Qué más quisieras tú? —añado levantándome de la silla para huir de allí.
—¿Yo?... ¿Con una mujer como tú? Ni en tus sueños —y ahí estoy, otra vez siendo humillada por ese idiota, ¿es que nunca me voy a cansar de que los hombres me traten de esa manera?
—Mira, Daniel, no voy a contestarte como quisiera, no quiero arruinar la boda de tu hermana y supongo que tú tampoco, tratémonos solo por cuestiones de la ceremonia, luego evítame ¿sí? No quiero tener pleitos contigo, solo déjame en paz. Iré por mis lentes de sol, los veo en el estacionamiento —Salgo de allí, o eso es lo que ellos creen, porque me quedo cerca escuchando lo que hablan.
—Daniel, no sé qué ha pasado entre ustedes, espero algún día saberlo, solo te pido que dejes de atormentarla, Sarah no ha tenido una vida fácil y está sufriendo por el solo hecho de haber vuelto a esta ciudad, no la atosigues, por favor —le ruega Emily, saliendo de la cocina, dejándolo muy pensativo, solo espero que me deje en paz y poder disfrutar de la organización de la fiesta.