El Odioso Hermano De La Novia

Capitulo 8: "¿En Qué Mundo Podría Fijarme En Ti?"

Pov Sarah

Después de estar varados varios minutos en el tráfico, finalmente llegamos al negocio de alquiler de vajillas para la boda.

Solo al pasar por la puerta de entrada, ya sientes ganas de casarte, el espíritu festivo lo invade todo.

Lamentablemente, la tristeza me invade por completo. A pesar de que mis padres tuvieron un matrimonio infernal y acabo de terminar mi relación con Roger, aún sigo creyendo en el amor y siento una envidia sana hacia mi amiga, haber encontrado a una persona con la que compartir tu vida, no es algo que sucede todos los días. Mi mayor sueño siempre fue poder llegar al altar, casarme de blanco, con el amor de mi vida, que hasta hace unos días pensaba que era Roger.

Pero debo dejar de pensar en esas cosas y enfocarme en darle a mi amiga la mejor boda de su vida.

Los colores elegidos serán los tonos dorados y blancos junto a ramos de rosas rojas, con una decoración estilo vintage. La noche anterior, que no pude dormir, aproveché a planificar los detalles más importantes, como ordenar las mesas, el color de la vajilla, los centros de mesas y la decoración del jardín, ya que será una ceremonia en el exterior, de día. Además, terminé de diseñar las tarjetas de invitación. Realmente, a pesar de tener miles de pensamientos en la cabeza, fue una noche muy productiva.

—Ay Sarah, no puedo creer estar aquí —exclama emocionada—. De niñas siempre soñamos con casarnos, tener hijos y ser madrinas, pero nunca imaginamos que sería algo así, tan repentino. Quién diría que hace un mes me fui a Europa de vacaciones porque estaba depresiva y no sabía qué hacer con mi vida, y hoy estoy a punto de casarme con el hombre más increíble del mundo.

—No sabes cuánto me alegro por ti, Emi, te lo mereces —digo con toda la sinceridad y el cariño que siento por ella.

—Sé que te alegras por mí, pero no puedo evitar ver tristeza en tus ojos —dice mi amiga, la más perceptiva de todas.

—Olvídate de eso, es tu boda, y estoy haciendo lo que más amo en el mundo, que es organizarlas. Disfrutémoslo juntas.

—Sí —responde Emily, con una tierna sonrisa.

—¡Emily! —grita Daniel desde la otra punta del negocio, llamando un poco la atención de la gente—. ¡He encontrado la vajilla ideal para tu boda! Debería dedicarme a ser un wedding planner, soy bueno para esto...

—¿Y tú crees que ser wedding planner es solo elegir la vajilla? —pregunto enojada. Al parecer, hoy no va a dejar de molestarme.

—Tienes razón, no solamente la vajilla, la música también... Tengo buen gusto para esas cosas, podría haber planeado la boda yo solo —comenta burlándose y yo estoy que exploto.

—A ver, señor del buen gusto... ¿Cuáles son esas maravillosas vajillas? —pregunto, intentando controlarme por el bien de mi amiga.

—Mira, Emily... ¿No me digas que no son una preciosura? Son elegantes, sofisticadas, especiales para tu boda.

Emily se queda en silencio, no sabe qué decir... No son feas, pero no son del estilo que quieren darle a la boda, algo más vintage.

Y yo, dejando mi enojo de lado al ver que no tiene idea y que solo quiere fastidiarme, empiezo a reírme sin poder controlarme, algo que lo pone muy furioso.

—No sé de qué te ríes, esta vajilla es moderna, delicada y elegante.

—Nadie te discute eso, pero son horrendas, señor del buen gusto... La boda va a ser vintage, guárdatelo en la cabeza —exclamo decidida, mirándolo a los ojos.

—La boda será de estilo moderno... Las bodas vintage ya no existen —me desafía, sin apartar su mirada.

—Cómo se nota que no eres un wedding planner y no tienes gusto para serlo, te morirías de hambre. Las bodas vintage jamás pasarán de moda porque son elegantes y muy delicadas.

Ambos parecemos marido y mujer peleando por nuestra propia fiesta.

—Chicos, por favor, están llamando la atención de la gente. Además... Pareciera que son una pareja que está eligiendo la vajilla para su boda y no se ponen de acuerdo —añade Emily con una sonrisa divertida. Sé que en sus más oscuras fantasías hubiese querido que Daniel y yo estuviéramos juntos, pero eso jamás ocurrirá. El odio entre nosotros está muy arraigado, es difícil dejar atrás el pasado y las humillaciones. Ambos nos hicimos mucho daño.

—Dios me libre y me guarde —responde Daniel—. ¿Casarme con esta mujer? Ni que fuera la última de su especie.

—Lo mismo digo... Nos llevaremos la vajilla vintage y que no se diga más —digo más que decidida a seguir peleando si es necesario.

—Haz lo que quieras... —finalmente, enojado, se da por vencido, alejándose de nosotras y dejándonos un poco más de intimidad.

Después de decidirnos por las vajillas perfectas para la ocasión, ambas nos acercamos a la fila para pagar, cuando vemos que Daniel está con el teléfono en la mano, atendiendo una llamada.

—¿Será la rusa esa? —pregunto despectivamente.

—Puede ser... Espera un segundo —añade mirándome a los ojos con una mirada tierna y una sonrisa divertida en los labios—. Ay no... No lo puedo creer —dice con un entusiasmo pocas veces visto en ella, ni siquiera por su boda.

—¿Qué? ¿Qué sucede? —pregunto preocupada, ¿acaso pasó algo con la vajilla o se acordó de algo más para la fiesta?

—Sarah... ¿Estás celosa de Alexandra? —dice finalmente, dejándome completamente sin palabras.

—¿Pero... qué rayos estás diciendo? —exclamo nerviosa, sin saber qué decir—. ¿Celosa de esa tipa? ¡Jamás!

Quizás muy en el fondo sienta algo de celos, y más por lo que sucedió entre nosotros anoche. Sin embargo, debo negarlo a como dé lugar, aunque a Emily no puedo engañarla.

—Más lo niegas, más estoy segura... —responde contenta.

—Y si ese fuese el caso... ¿Por qué estás tan contenta? —añado confundida.

—Sabes que siempre quise que Daniel y tú estén juntos, y al verte celosa... mis esperanzas no están del todo perdidas.




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