El Odioso Hermano De La Novia

Capitulo 11: "¿Acaso Esta Celoso?"

El golpe en la puerta de la habitación me saca del trance en el que me dejó la llamada de Roger.

Me pongo la salida de baño, que siempre llevo conmigo a todos lados. Abro la puerta y… me encuentro cara a cara con Alexa.

Ambas nos miramos detenidamente y, sin decir ni una palabra, la novia de Daniel se mete en la habitación con mucha soberbia, mostrando realmente lo que es.

—Hola —saludo con sarcasmo, muy molesta—. Deberías pedir permiso antes de entrar, ¿no te parece? —digo con los brazos cruzados, desafiándola. Si piensa que va a venir a intimidarme, está muy equivocada.

—Sé quién eres… y debes saber quién soy yo —exclama con altanería.

—¿Quién soy, según tú? —Realmente la actitud de esta mujer me está haciendo enojar. Nunca me enojo, pero cuando lo hago, tengo un problema para controlar mi ira y podría llegar a golpearla, llegado el caso. Por el momento intentaré controlarme, pero si me busca, me encontrará.

—Eres la zorra que se interpuso entre mi amiga Anya y Roger Morgan —dice de una manera tan grosera que me revuelve el estómago.

—¡¿Qué?! —exclamo atónita, sin poder creer lo que estoy escuchando—. ¿Tú estás hablándome en serio? —añado sin salir de mi asombro. Realmente no entiendo cómo puede haber gente tan descarada en este mundo.

—Sabes muy bien lo que dije… Eres una maldita zorra y juro que te haré pagar cada lágrima que mi amiga derramó por ti.

—Por favor… —Es que es de no creer. Sin dudas, pasé de ser la oficial a tener el papel de amante sin saberlo—. Roger y yo teníamos una relación de cinco años, hasta que tu amiga se interpuso entre nosotros. No sé quién es la zorra aquí… —escupo con maldad—. Así que, con mucha amabilidad, voy a pedirte que te retires de mi habitación, si no quieres que te saque por las malas. —Camino hacia la puerta y la abro, invitándola a retirarse.

—No te tengo miedo —me desafía con la mirada—. Soy la futura esposa del dueño de la casa, por lo tanto, tengo más derechos que tú… —Sus desplantes los haría solo un niño de cinco años.

—Pregúntales a los padres de Daniel quién tiene más derechos, si tú o yo, y te aseguro que la respuesta será otra. —Sé muy bien el peso que tengo en esta casa.

—Solo te voy a decir una cosa, zorra… —exclama acercándose y poniendo un dedo sobre mi pecho, de forma despectiva—. Ni se te ocurra interponerte entre Daniel y yo, porque te va a ir muy mal.

—¿Y si quiero hacerlo? ¿Quién me lo impide? Te recuerdo que aún no están casados.

Realmente ya estoy enojada, a punto de perder los estribos. Necesito que esta mujer salga de la habitación o le irá muy mal.

—¡Daniel es mío! Y lo será siempre, ¡yo me encargaré de eso! —grita, también enojada.

—Daniel no es propiedad de nadie. Qué feo que lo veas así.

—Él me ama. Conozco a las zorras como tú, así que es solo una advertencia.

—Vuelvo a repetirte: no te tengo miedo…

—Eres una… —Alexa está por tomarme del pelo cuando, por casualidad, Daniel pasa por allí y nos ve a punto de agarrarnos. Él me conoce, conoce mi cara cuando estoy a punto de explotar, y estoy segura de que no querrá que su noviecita me conozca en ese estado.

—¿Qué sucede aquí? —pregunta, entrando a la habitación.

—Hola, amor, solo vine a avisarle a Sarah que estamos por cenar —dice, intentando disimular la situación, pero Daniel no es tonto.

—¿Por qué tienes esa cara, Sarah? —exclama mirándome a los ojos—. ¿Estaban peleando?

—Claro que no, mi amor. ¿Por qué pelearíamos? Apenas nos conocemos… —Su cara de mosquita muerta está a punto de sacarme de quicio. Necesito que los dos se larguen de aquí, ¡ya!

—No te preocupes, Daniel. No pasó nada, porque llegaste justo a tiempo… Les pido que se larguen de aquí, si no quieren que…

—¿Por qué estás tan enojada? —pregunta preocupado. Sé que no es por Alexa, no me importa lo que piense. La venida de Roger es lo que está atormentándome y sacándome de mi eje.

—Solo quiero que se vayan de mi habitación. Y dile a tu noviecita que esto es propiedad privada, no puede entrar cuando quiere. No necesita venir a advertirme. Tú y yo nos odiamos y jamás va a cambiar eso.

—Alexa… ¿qué has hecho? —pregunta enojado y confundido.

—Nada, mi amor. Nos vemos en la cena. Sarah —saluda, haciéndose la simpática otra vez. Por suerte, Daniel la saca rápido de allí, antes de que termine de explotar. Me conoce, sabe de mis ataques de ira. El que tuve con Roger no fue nada. Secuelas de tanta violencia que sufrí y vi a manos de mi padre. Gracias a las terapias logré controlarlos, o al menos que no sean tan fuertes y violentos como antes.

Después de varios minutos, y un poco más tranquila, decido ponerme el outfit que me regaló Emily para estrenar esta noche: un pantalón de jeans con roturas en las rodillas y una blusa amarilla abierta hasta los hombros. Según mi amiga, es una comida muy especial, porque conoceré a Felipe, quien puede llegar a ser el amor de mi vida. Sin embargo, ahora no estoy de ánimos para conocer a alguien con esa intención. Aún me duele la ruptura con Roger y, seguramente, me dolerá mucho más verlo en persona.

¿En qué momento me volví tan loca y fui capaz de invitarlo a la boda? ¿Y cómo se me ocurrió mentir acerca de mi relación con Daniel? No tengo muchas opciones: debo hablar con él, contarle sobre la llamada de Roger y pedirle que me ayude con la mentira…

¡NO, JAMÁS! Me regaño a mí misma. Jamás podría pedirle a mi archienemigo que se haga pasar por mi novio, y mucho menos con la tóxica de su novia presente. Tengo que pensar en algo urgente. Roger viajará mañana y realmente no quiero que sepa que aún sigo sufriendo por él.

Dejando mi cabello suelto y con un maquillaje delicado y natural, bajo las escaleras para encontrarme en el living con Emily, Lucas, Daniel y un joven desconocido —seguramente Felipe—, quien acaba de llegar.

En ese momento noto que ninguno de los hombres presentes me saca los ojos de encima, algo que me incomoda profundamente. Por suerte Emily, siempre tan perceptiva, rompe el silencio:




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