El Odioso Hermano De La Novia

Capitulo 12: "Nunca Digas Nunca"

Daniel se retira a la cocina, seguido de todos nosotros; realmente se lo ve demasiado molesto.

Nos ubicamos en nuestros respectivos asientos, pero esta vez me toca estar al lado de Daniel y, aunque quisiera, no puedo evitar sentirme nerviosa. Son tantas emociones encontradas y, al parecer, él se da cuenta porque, por debajo de la mesa, me toma de la mano y entrelaza sus dedos con los míos, como en los viejos tiempos, poniéndome aún más incómoda, sobre todo porque frente a mí está Alexa, mirándome con desprecio.

—Tranquila, Sarah, sabes muy bien que no muerdo —dice, aprovechando que todos hablan en voz alta y él apenas lo hace en un susurro, para que no puedan escucharlo. Pero su tono divertido y burlón me saca del trance y quito mi mano con mucha violencia, sorprendiéndolo, pero está contento; acaba de darse cuenta de que no soy inmune a él, aunque intente negarlo.

—No vuelvas a hacerlo o no respondo de mí —exclamo entre dientes, enojada, evitando la mirada y las burlas de él.

—Así que tú eres la wedding planner de la boda —comenta Felipe para iniciar una conversación conmigo, interrumpiendo mis pensamientos en contra de Daniel, y realmente se lo agradezco.

—Sí —respondo con una sonrisa—, no podía ser de otra manera. Conozco a Emily como la palma de mi mano; no quiero ser vanidosa, pero nadie la hubiese hecho mejor que yo.

—Estoy de acuerdo contigo, amiga, mi boda está quedando un sueño. Daniel y Sarah me están ayudando en este momento tan importante de mi vida —dice emocionada hasta las lágrimas—. Perdón, estoy muy sensible últimamente.

—Es increíble, quizás podrías mostrarme un adelanto de cómo será la boda —pide Felipe con amabilidad, despertando nuevamente los celos en Daniel.

—No va a poder ser, es una sorpresa, solo Sarah y yo estamos al tanto —responde con enojo, olvidándose de que tiene enfrente a Alexa, quien lo observa con ganas de matarlo.

La cena se desarrolla con total tranquilidad. Felipe habló durante toda la comida, sin dejar de mirarme ni por un segundo y, aunque él es encantador y al parecer buena persona, tengo mi cabeza en otro lado y debo reconocer que fui un poco grosera con él.

—Sarah... Felipe no deja de hablar de ti —comenta Emily una vez que todos se han marchado y estamos juntas en su habitación, acostadas en la cama.

—Emi... puedo darme cuenta de que es una buena persona, pero... entiende que no tengo cabeza para nada más...

—¿Tanto te estresa organizar mi boda? —pregunta con tristeza—, porque si es así puedo contratar a alguien que te ayude, o quizás es Daniel; puedo decirle que se aleje de ti —añade preocupada.

—¿Cómo puedes decir eso? Estoy muy feliz de organizar tu boda, amiga, y por primera vez debo reconocer que Daniel no tiene nada que ver en esto.

—¿Y entonces? ¿Por qué estás así? ¿Es por ese idiota de Roger Morgan? Déjame decirte que fuiste muy grosera con Felipe.

—Lo sé y lo lamento, juro que no fue mi intención, no sé qué me pasó... —digo confundida—. Y, por desgracia, hay algo que debo contarte...

—¿Pasó algo grave? —pregunta mirándome a los ojos, notando mi agotamiento.

—Sí, pasó... no puedo detenerlo y no sé qué hacer —exclamo, pasándome la mano por la cabeza, poniéndome de pie, muy nerviosa.

—Cuéntame... quizás dos cabezas piensen más que una.

—Emi… —no sé cómo decírselo, no quiero ser la causante de arruinar su boda—. Roger Morgan... llegará mañana, está dispuesto a recuperarme a como dé lugar.

—¿Qué? —pregunta consternada—. Pensé que ese cucaracho se daría por vencido.

—El problema es que... ¿recuerdas que le dije que estaba de novia con Daniel? ¡Dios! ¿En qué momento perdí la cabeza? —estoy al borde de un colapso nervioso y me invaden las ganas de llorar.

—Tranquila, Sarah. Algo se nos tiene que ocurrir... Pero debes hablar con Daniel y contárselo.

—Estoy tratando de evitarlo, saca lo peor de mí, me desespera —exclamo, apretando mi puño con furia.

—Sarah... no sé lo que pasó entre ustedes, pero déjame decirte que ninguno de los dos pudo olvidarse del otro... —confiesa Emi, sorprendiéndome.

—¿Qué? —digo, intentando sonar convincente—. Dejé de amar a Daniel hace mucho tiempo.

—Pues... no sé si es amor u otra cosa... yo solo veo que se comen con la mirada y no puedes negármelo.

—¿Tan evidente fue? —pregunto confundida y triste a la vez. No puedo volver a sentir esos viejos sentimientos por él; nos hicimos mucho daño, lo mejor es dejar las cosas en el pasado, así sufriremos menos.

—Vuelvo a repetirte, no sé qué pasó entre ustedes, pero algo quedó inconcluso y creo que deberían hablar... quizás todo ese odio se termine de una vez por todas...

—No puedo pedirle a Daniel que finja ser mi novio... sería una locura...

—No sería una mala idea... después de ver cómo te mira, estoy segura de que dirá que sí... su actuación sería bastante convincente.

—Hay un problema... —digo finalmente; una maldita modelo rusa se me viene a la cabeza.

—Ay, sí... esa estúpida de Alexa —coincide conmigo—. Necesitamos que se vaya de aquí.

—¿Y cómo? —exclamo desesperada, intentando encontrar una solución.

—No lo sé, pero algo se me va a ocurrir... ella quiere quedar bien con la familia, estoy segura de que hará lo que le pida.

—Siempre tan inteligente... siempre salvándome.

—Descuida, yo me encargo de ella, pero tú... tendrás que encargarte de mi hermano...

—Sí, me toca la parte más difícil —pienso—. Estoy segura de que jamás aceptará ayudarme, y si lo hace será solo para burlarse de mí y de mi desesperación.

—Puede que eso sea cierto, pero sé que lograrás convencerlo... sabes que los hombres son muy fáciles, con unos cuantos besos los tienes comiendo de la mano —añade divertida, disfrutando de mi vergüenza y nerviosismo al ponerme roja como un tomate.

—¿Estás loca, Emi? Jamás haría algo así, además tú... primero quieres emparejarme con Felipe y ahora con tu hermano, ¿en qué quedamos? —exclamo confundida.




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