A la madrugada del día siguiente se encontraba el chico tirado entre las sábanas de su cama de hospital con olor a sudor y epinefrina usada la noche anterior, el rostro del chico aunque algo demacrado por la mala noche, tenía una sonrisa que le adornada, no sentía las piernas por un momento pero no le tomó mucha importancia puesto que recuperó la movilidad de estas en ese mismo instante y lo atribuyó con el cansancio de la noche anterior, recuerdos vagos recorrían su mente en forma de rayos de luz que lo iban distrayendo de todo lo ue sucedía a su alrededor, su estómago gruñía del hambre y sus manos se sentían débiles, empezó a recordar unos chocolates y la manera en la que él con su chica habían quedado arrimados cerca de la puerta para llegar a la azotea del hospital. Entró la enfermera que le preguntaba cómo pasó la noche en la cama.
-Una chica me vino a ver- dijo el muchacho con una sonrisa que mostraba los dientes blancos y casi perfectos de él, veía su mano debilitada y con un color rojo mezclado con un tono morado.
-Esa chica no dejó de tomar tu mano por toda la noche e incluso se fue unos minutos antes que despiertes, dijo que le gusto hacer el amor contigo-dijo la enfermera de una forma burlesca mientras llevaba su mano derecha a la boca y se la tapaba.
Hacer el amor tiene varios significados cuando analizamos el léxico de la boca de la cual salen las palabras, en la mente del chico que recuerda lo de la noche pasada sólo entraba el sentimiento de un beso en uno de los barandales de la terraza del hospital y no entraba siquiera la idea de un pequeño roce de cuerpos entre los dos, la escena se repetía en su mente, la luna, el deseo, los besos, las manos que se entrelazaban mientras las bocas se juntaban más, pero por sobre todo ese recuerdo quedaba la idea de no haber hecho algo carnal.
-¿Que significa hacer el amor?- se preguntó el chico mientas veía una nota que estaba en su brazo escondida, no la había sentido, se le habia pasado por alto el papel pegado a su manga.
Juli
Si te preguntas si tuvimos sexo en la noche, déjame decirt que no hicimos nada, te besé, por cierto, besas bien, no sé si fue por el efecto de la epinefrina que te pusieron en la tarde de ayer pero déjame decirte que tu sonrisa brillaba mientras mirabas la enorme luna plateada, tus ojos se veían billantes y la luz que se asomaba me enamoró por completo, la verdad no tengo ni dea de cómo es que en una tarde empecé a enamorarme de un extraño pero quiero decir que me alegra que el extraño del que me enamorase seas tú, pero me duele el haber leído tu historial médico y saber que tendrás que morir el 20 de enero, no sé si deba enamorarme de ti, pero sé que ya lo estoy y no hay vuelta atrás, sólo queda esperar.
El chico acababa de leer la carta y frente a él se encontraba la chica del mameluco con sus dientes brillando y sonriéndo, se lanzó sobre el muchacho mientras que con sus brazos lo apretujaba de una forma no tan brusca pero tampoco fría, en ese momento el chico sintió una calidez que antes no había sentido, el espacio se tornó rosado y las herramientas de cirugía desaparecieron, ambos estabn flotando pero seguían en la habitación, el olor a mentol que inundaba el cuarto no les molestaba, ellos se miraban a los ojos y reían, no decían nada, era perfecto el silencio que se había originado entre ambos, pero todo tiene que llegar a un final.
-Dime tu nombre-dijo Juli con un tono pasivo y algo tierno, ella estaba utilizando un pantalón negro y una camiseta rosada algo grande para su pequeño cuerpo, en medio de la camiseta decia ¨Good bye¨ con un sol intentando aferrarse a la luna.
-Al parecer la luna y el sol se aman-dijo el pensativo chico que estaba mirando con mucha atención los ojos de la chica.
-Es rara la vez que ambos se topan, el resto del tiempo están en extremos opuestos mirándose mientras se extrañan-dijo la chica mientras bajaba la mirada con algo de tristeza mientras agarraba de una forma algo brusca la camisa del muchacho.
-Te juro que no moriré, no pasará nada, no te desanimes- estos pensamientos inundaban la mirada del chicoq ue miraba con atención la frente de la muchacha, levantó su quijada y ientras miraba con atención sus ojos le sonrió y dejaba notar lgo de tristeza al saber que iba a morir en unos cuantos meses.
Ambos salieron a caminar al patio del hospital en el que pasaban los ancianos con alzheimer, estos se dedicaban a jugar ajedrés, leer revistas o armar cubos de rubik, pero la mente de los pobres ancianos no podía con tanta presión, se olvidaba cómo caminar, mover las piezas e incluso sus propios nombres, pero podemos estar por seguros que ninguno olvidaba el nombre del muchacho que entraba con una hermosa chica por el portón de madera.
Los ancianos se amontonaron alrededor del muchacho mientras que con sus brazos pálidos y venosos lo abrazaban de forma muy fuerte, él sonreía y les devolvía el amor, no dejaba de pensar en la nota, la noticia, la verdad que se le había marcado, él queria tener una hija, construis un hogar, hacer una casa y escribir un libro, pero el tiempo lo estaba limitando, claro que tener una hija solo le tomaría unos minutos pero él no quería ser el donante de esperma, quería ser un gran padre, verla crecer y darle de comer, pero la noticia, aquella maldita noticia que retumbaba en su pensar.