El palacio de la no princesa

En solo.

En la mañana me desperté algo desconcertada, en una cama que no era mía, estaba todo muy silencioso. Soñé con la abuela, también recordé algo que siempre me decía:

“Cuando estés en Roma debes actuar como una auténtica Romana, eso te evitará pasar por situaciones difíciles”

Así que, siguiendo el consejo de la abuela, me levanté y recorrí toda mi habitación de manera silenciosa, observé toda la ropa nueva en mi closet. Muchas preguntas me surgieron ¿Cómo supieron mis tallas? ¿A cuenta de que me compraron ropa nueva y cuánto invirtieron en esto?

Luego de hace un grupo de preguntas existenciales acerca de la ropa me dispuse a ir a desayunar.

—Buenos días señorita Layla.

Una dulce y tímida voz me hablaba justo detrás, cuando la escuché voltee inmediato y Vi era una chica regordeta con unas mejillas sonrosada, piernas cortas y una sonrisa de oreja a oreja.

— Soy Celia, estoy al servicio para los señores ahora estaré a sus servicios también. Espero servirle de ayuda ¿Que desea desayunar señorita?

yo estaba boquiabierta ¿tenían más personas a sus servicios? ¿Cuánto dinero tenían está persona? ¿Quién rayos era la abuela?

Tengo la manía de hacerme preguntas a mí misma, mi misma debe estar harta de mí.

—Hola soy Layla y me gusta que me digan Lay y yo misma puedo hacer mi desayuno.

—Señorita Lay, me temo que no puedo permitir que realice ese tipo de tareas.

—Lay sin señorita he insisto en que puedo preparar mi desayuno.

—Señori…. Lay no me ponga usted en este aprieto. Si el señor Deric se entenderá de esta situación me regañaría.

dijo esas palabras tan seguras de que pasaría que no hice más evitar que insistir.

—Bien tú, pero ¿te parece si ayudo un poquito?

No le quedó más que aceptar.

Estábamos cocinando el desayuno, mientras ella hacia un jugo de naranja, trate de hacer unos rollos de huevo, a verme dijo —señorita permítame ayudarla.

—no yo puedo

—La ayudare, tomando los huevos

—Los tome de nuevo, no lo haré yo

Una cosa llevo a la otra y los huevos terminaron rotos había huevo por todos lados en mi ropa, en su uniforme, el piso.

—Perdón, escandalizada.

—Ups, solo debemos ponernos sobre la estufa y chan—chan  chicas al huevo.

Me miró y nos reímos como locas no podíamos parar. De repente el señor Deric entro en la cocina.

 —¿Que está pasando aquí?

su voz retumbó sobre nuestra risa.

—Lo siento señor, dijo Celia con una voz apenas audible.

—Celia tenemos que hablar.

—Fue mi culpa señor Deric yo insistí en que me permitirá ayudar, Pero los ojos de Deric estaban clavados en ella.

—Celia limpia ya todo esto.

—Sí señor dijo ella casi tartamudeando.

Cuando vi su cara, tenía la misma cara que ponía cuando yo con mis ideas marimachos de jugar en el lodo ensuciaba el vestido del domingo, la abuela me retaba de la misma manera y yo ponía los ojos de cachorrito herido y eso hacía que la Abu, se compadeciera, pero al parecer el señor Deric no tenía esa debilidad.

—Yo ayudaré a limpiar.

—No, Señorita por favor, ese es mi trabajó.

No quise insistir la pobre Celia ya se veía demasiado preocupada como para discutir más.

—Señorita Layla, yo le llevaré el desayuno al comedor.

Salí escurrida con el rabo entre las piernas.

Cuando estaba en el comedor allí estaba Axel con un periódico un pijama y unos lentes, que para ser honesta se le veía muy bien.

—Buenos días.

—¿Que fue todo ese escándalo en la cocina? pregunto levantando los ojos por encima de sus lentes.

—Un pequeño inconveniente, dije sin alegar más.

—Serán días muy interesante.

No sé si fue mi idea, pero vi una pequeña sonrisa en su boca una pequeña y muy sarcástica sonrisita.

—¿Cuándo regresa tu padre?

—Querida primita no será pronto, acostúmbrate a no verlo muy seguido.

esas palabras denotaron un pequeño aire de resignación.

También fue como la culminación de aquella normo conversación.

comimos, él seguía pegado ahora a un iPad.

—¿Cuándo tomaré el examen de admisión para la universidad?

—Me encargaré de ello para mañana.

—¿Tu?

—Sí, primita soy dos años mayor y tú tutor legar.

 —Por si no lo sabías Soy un adulto no necesito a nadie que me diga que hacer.

— Si ya lo sé eres un adulto, uno que hace un puchero muy lindo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.