El palacio de la no princesa

¿El cielo es el infierno?

 

Cuando terminé con el desayuno, fui corriendo a ver esa biblioteca de la que presumía el descarado. El me acompaño claro, pero iba a un paso lento y yo estaba súper desesperada y el super crudo. Quería que volara, que fuese mas rapido pero nada, yo caminaba al frente pero luego tenía que volver de nuevo era frustrante.

Cuando entre no lo podía creer, era un estudio con un acabado en madera lleno de libros desde abajo hasta arriba, había ciento de libros mire tan sorprendida que sentía que me aquel lugar era irreal

—¿Cerraras la boca o necesitas ayuda?

— En serio ¿no puedo tener un momento de felicidad sin tu bocota habladora destruyéndolo?

— Cálmate primita, solo bromeaba, mierda sí que ere sensible.

—  No es sensibilidad es que mi capacidad de tolerancia esta mermada.

— Disculpa aceptada.

— No me disculpe.

Hubo un silencio muy incomodo

— ¿Que te gusta de los libros?

— Que en es mejor que ver a las vecinas por la ventana y menos ruidoso que el regueton. 

—Vamos, es en serio primita.

— Nos soy tu primita, y creo  que cuando lees puedes decidir quién es el villano. Porque todos tiene sus historias, hasta los malos.

— Wao pensé que dirías: porque me abre puertas a otros mundos.

—Eso también, pero es algo rebuscado, no sonaría tan profunda si digo esa, seguro te sorprendí o ¿No?.

— Eres realmente rara.

—Sí, lo sé. Me lo dicen muy a menudo, La abuela solía decir que tal vez me caí de una nave de extraterrestre.

—¿Admites que eres rara?

—Sí, es que no soy parte del monto que dice no ser del monto común soy del monto especial. Todos pertenecemos a un montón, al fin y al cabo.

—Lo entiendo.

Eso dijo y me miró fijamente. No sé qué pasaba por su cabeza y tan poco por la mía, pero al ver eso ojos fijos y perdidos sentí una gran ansiedad.

― Joven el teléfono, es la señorita Miller.

Esas palabras nos sacaron a los dos del absorto mundo donde nos encontrábamos no sé qué fue eso, pero en verdad me asusto ¿o no? Creo que este clima comenzó a hacerme efecto. Si es el clima, me dije para mí misma.

― Joven, Señor, el teléfono.

― Si, lo siento, el teléfono, tomare la llamada aquí mismo.

— Bien, aqui tiene, me retiro.

— Laia ¿Cómo estás? No, no lo he olvidado ¿Sera mañana? Cuenta conmigo allí estaré. Si, si claro, lo entiendo.

¿Cómo podía cambiar el habiente de esa manera tan tenaz? Comencé a sentirme verdaderamente incomoda. El seguía con su conversación, tomes dos libros y pretendía salir de la habitación sin ser percibida.

— Bien, pues nos vemos mañana.

Dijo eso y colgó el teléfono.

— ¿Dónde crees que vas?

— No sabía que era prisionera.

— No, aun no lo eres

— ¿Qué?

Esas palabras me tomaron fuera de base, no sabia si era una amenaza, advertencia o simplemente una broma no la verdad no se diferencial una cosa de otra con este chico.

— ¿A qué te refieres?

Dije tartamudeando, fue obvio lo que pensé, rayo odio ser tan ya saben, yo. Estoy segura de que se dio cuenta de lo que pensé porque dijo con una cara muy juguetona

 

— Me refiero a que, puedes estar encarcelada si sacas esos libros, pues sabrás que son muy caro ya que son primeras ediciones. ¿Qué cosas estás pensando primita?

 

— Nada y no soy tu prima tarado. Además, no me robares los libros solo me los llevare para leerlo en mi habitación.

— Me niego, puedes mancharlo o dañarlo.

— No soy una niña como tú.

— ¿Te parezco un niño?

Dijo eso con sus grandes ojos clavados sobre mí, mientras se acercaba, en un momento lo tenía frente a mí y solo suspire no sabía cómo reaccionar.

— Tu eres quien parece una niña, si pudieras verte ahora es patético.

Mientras tomaba los libros que tenía en la mano.

— Siempre que quiera leerlos ven aquí. Tienes mi permiso

— Como quieras niñito.

Odiare decir esto, pero le saque la lengua, la prueba de lo infantil que puedo llegar hacer.

— ¿Es en serio? ¿acabas de sacarme la lengua?

Se ponía las manos en la cabeza y la movía incrédulo. Lo entiendo yo también lo hubiese hecho.

— Rayos, sí que me voy a divertirme contigo. Eres hilarante.

— Si soy muchas cosas.

Dije eso y puse los brazos en jarra, Dios ¿En qué demonios pensaba? Parecía una niña del maldito jardín de infantes.

— Sip, sí que lo ere.

— Ve hablar con “Caaariño” ella es toda una dama.

— ¿Celosa?

— Claro, ya quisieras, Sabes que ya me voy, a mi habitación a leer en mi celular, siempre lo he hecho, no creo que eso me matara.

— Bieeeeeen.

— Bien.

¿Qué fue lo que hice? ¿Cómo todo termino en una discusión digna de una un jardín de infante? Yo solo quería usar esa la enorme biblioteca. Aunque dije que no volvaria. Claro que lo hare. ¿Porque tengo que ser una adicta a los libros? ¿porque tengo esta boca tan grande?

Aunque el tarado de Axel me provoca.  Me estoy volviendo Mey soy tan dramática como ella. Estaba en el corredor discutiendo mis anteriores hechos conmigo misma:cuando de repente una voz de saco de mi acalorada discucion conmigo.

— ¿Estás hablando sola ahora?

— Si  ese fuera  el caso estas escuchando conversaciones ajenas.

— Está hablando sola en medio del corredor ¿esperabas que nadie te viera?

Rayos sí que tiene sentido lo que dice.

— ¿No vas a la universidad hoy? dije tratando de darle la vuelta a la conversacion.

— Si, ya me voy. Espero que tu quedes de acuerdo contigo. Hace un momento parecían estar en un desacuerdo muy cabron.

— Hahaha, Idiota te crees gracioso.

Se fue a su habitación y yo a la mía. Estando en la habitación todo volvió a estar en silencio me pregunto ¿Cuándo volverá señor Alfred? Ya tengo casi tengo dos semana aquí y no he sabido nada del él. 




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