El palacio de la no princesa

¿El nadie de alguien?

El profesor  leguas se notaba que era un ratón de biblioteca. Saludo con mucha gracia.

—    Bien sé que la mayoría está aquí porque debe. Eso me incluye,  Así que hagamos esto de la manera más amena posible. Yo marcare los temas y ustedes estudiaran los temas. Es muy fácil. 
Continúo hablando y hablando era un ratón de biblioteca, pero aun así era gracioso y su clase era muy interesante tal vez era porque era una raton de biblioteca tambien. 
—    Bien chicos para la próxima clase quiero un resumen de Alicia en el país de la maravilla de Lewis Carroll.
—    No somos niños se quejó una rubia en la esquina. ¿No hay nada más que leer?
—    Si, hay un monto de libros que leer,  pero esa es la tarea. Pasen buenas.


Fuera de eso el día marchaba bien, en la tarde tome historia, matemáticas, no me hice notar fui reservada, le pregunte a una chica muy linda y pelirroja que donde está el comedor. Y se ofreció a comer conmigo.

 Ya en el comedor, al cual fui guiada por Katya, compramos el almuerzo y no sé si eran mi idea o es que realidad sentía las miradas de las personas sobre mí. Creo que me estoy volviendo algo paranoica.
—    ¿Está todo bien? me pregunto Katya.
—    No lo sé, pero siento que nos miran.
—    Siento lo mismo hace rato.
—    ¿Por qué será? 
—    Creo que no encajamos aquí.
—    Si, la verdad nuestra aura no luce como una película musical para adolecente.
—    Es lo primero que pensé al llegar aquí, mire a todos lados buscando para ver de dónde saldría los protagonistas y los objetos milagrosamente bien ubicados.
—    Ere genial, creo que nos llevaremos súper bien.
—    Creo lo mismo.
Katya, era muy linda con su pelo rojo y esa pecas hermosa de las cuales todas tenemos envidea y lo se porque cada filtro de cada red social tiene unas, ademas tenia un esos brillantes ojos cafe hermoso,  sus piernas eran larga y su forma de hablar era una mezcla de filosofia urbana y pelicula ochentera era super rara, toda ella traspiraba segurida.

Nuestro día fue más de lo mismo, No vi a Axel ni una sola vez, supongo que debe estar empleando esa única súper neurona en hacer cosa de genios.
Cuando era hora de regresar me encontré con Laia.

—    Hola.
—    Hola, ¿te conozco?
—    Si sola Layla.
—    Eres… la, está la chica la la la 
—    Me viste con Axel
—    Ya te ubico. ¿Que necesita?
—    Axel.
Cuando escucho eso su cara cambio, suena algo raro, Necesito a Axel.
—    ¿Por qué no le hablas a su celular?
—    Olvide el mío.
—    Entiendo, dame un minuto y lo encontrare para ti.
—    Gracias.
Tomo su celular y marco, se aparto un momento para hablar por su celular, la verdad no creí que la muñequita de porcelana pudiera ser tan amable.
—    Por su puesto, entiendo ya le digo.
—    Él está en la piscina, dice que lo encuentres allí.
—    ¿Dónde está la piscina? 
—    Esta al final de este mismo pasillo, camina derecho. 
—    Gracias, eres muy amable, tenía otro concepto de ti.
—    ¿En serio? Puedes contar conmigo, ve con cuidado.
—    Camine es observaba que es una universidad muy grande, luego de caminar derecho por un largo rato, vi al fin un lugar con pinta de piscina, aquí es me dije.
—    Hola. Era un chico en bañador.
—    Hola estoy buscando a Axel.
—    Si el me dijo que viera por ti.
—    Genial.
—    ¿vamos?
—    Claro.
Era una piscina realmente grande. Caminaba delante y yo le seguía. de repente me dijo.
—    Espera un momento mi gorro, ya lo traía cuando fui por ti debió caerse.
—    Voy contigo espera.
—    Tranquila ya vengo
No dijo más así que esperé un ratito como vi que no venía, fui por él. Cuando llegue a la puerta, no te que estaba cerrada, así trate de abrirla. Comencé a sudar, soy Claustrofóbica.

—    Hey hey no bromes, abre la puerta ahora. Que la abras te dije. Pero nadie me respondía, mire aterrada a todo mi alrededor y no había ningún lugar más. Está asustada, sofocada, comenzaba a marearme, de repente se apagaron las luces.  Estaba furiosa conmigo, Las cosas no parecían mejorar. Pasaron al menos dos horas, yo estaba en el suelo sentada pues mis piernas ya no eran capaces de sostenerme, Llorando solo pensaba en la abuela, que si ella no hubiese muerto no estaría aquí con esta horrible gente.
Luego de muchas horas de amargo dolor sentí pasos por fin. Grite con la poca fuerza que me quedaba. Con mi aliento, pero la persona que paso, al parecer no me escucho.  Me sofocaba más y más me quite la blusa en el acto de defensa por no asfixiarme y creo que me desmaye.
—    Deric, ¿Aun no llega?
—    No,  Joven aun no llega.
—    Iré a buscarla.
—    Joven llamare algunos de los del personal de seguridad para que ayuden.
—    Si, Deric, has eso yo iré a buscarla.
—    Pero ¿dónde Joven?
—    No lo se, Celia, pero tengo que buscar.
Dijo eso y salió corriendo de la casa como un loco.
—    Nuca lo vi así por nadie.
—    Porque esta nadie es más especial que todos los Alguien que tuvo en su vida.
—    ¿A qué se refiere señor Deric?
—    ¿Conoces esa frase Nunca haría tal cosa por nadie?
—    Si.
—    Todo el que lo dice no ha conocido a Nadie que le cambie la vida. Ese nadie te hace comerte esas palabras y por alguna razón ese nadie se convierte en el Nadie más valioso que cualquier Alguien fue jamás.
—    Qué lindo señor Deric ¿cuándo conoceré a mi nadie?
—    No será hoy muchacha, este pendiente al teléfono por si llaman. Yo iré hablar con los caballeros de seguridad.
 




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