El palacio de la no princesa

Vamos a correr.

 

— Y ¿Qué tal?

— Bueno supongo que saben bien.

— Si, lo se, soy la mejor en ello.

— Es solo pan con algo que no preparaste untados en ello. No veo la razón de que algo tan básico te llene de orgullo.

— Claro, pero eso panes tiene la cantidad específica de eso productos no hechos por mí, dije eso de la manera más tozuda posible y seguí comiendo mi emparedado. No estoy segura, pero creo que vi una sonrisa en su cara o el esbozo de una.

— Bien ya dame el café, gran chef.

— Muy gracioso. Saque la lengua mientras hacia una musca.

— Que madura, oh gran chef.

— Toma. Puse una gran taza de café frete a él tenía la confianza de hacer un genial café había trabajado en cafetería en los veranos, junto a Jack y mi hermosa Mey.

— Y ¿Qué tal?

— Creo que está bien. Después de todo no ere absolutamente torpe.

— Gracias, supongo que es tu forma de decir que esta grandioso, que jamás habías tomado un café tan perfecto.

— Si supongo que es lo que quería decir.

Mientras decía eso su sonrisa era picara hacia aparición.

— Bien, veo ya lo has olvidado, me encanta eso de ti.

— ¿Qué cosa?

— Eres así, sencilla, sin complicaciones. ¿recuerdas todo lo que paso ayer?

— Sí, pero no discutiré contigo otra vez, todos tenemos nuestras historias, no ere la excepción. No te prometo olvidar lo que dijiste, pero te hare almorzarte esas palabras y todas las que digas. No te tengo miedo es solo que mi manera de luchar no herir es demostrar.

— También eres chef de palabras. Mmm suena rico.

—Trata de decir palabras dulces para que no amarguen cuando tengas que comerlas.

— Bien lo tendré pendiente, voy a bañarme, haz lo mismo. Nos vemos en el living.

— Hoy iré por mi cuenta.

— NO.

— ¿En serio? Lo mire feroz.

— NO.

Sus palabras eran más feroces pero la verdad, no discutiría con él.

— Bien, nos vemos en el living.

— Gracias.

Sonrió triunfante, pero ya verás mono neurona, no me conoces pensé para mí. Fui a mi habitación y comencé a preparar todo. Lo primero que hice fue hacerme con el celular después de aquella tragedia, de la cual hubiese podido librarme, si hubiese sido un poco más cuidadosa, abrí mi horario en el celular y vi lo que necesitaba. Me movía rápido mis intenciones eran claras yo iría sola a las clases hoy. Arregle mi cabello rebelde en una coleta alta, me puse unos Jeans algo gastados una camiseta que había peleado ya mucha batalla tome una camisa a rayas metí los pies en mis botas, me mire al espejo levante una la mirada y en un gesto de es todo lo que se puede, soy una belleza, lo se y lo acepto pero no tengo tiempo para resaltarme dije.  Bajé al living y me escondí.

— Ya vámonos, lo escuche gritar, se hace tarde, además tengo cosas que hacer.

— ¿En qué puedo ayudar señor?

— Nada Deric, gracias es solo que es algo tarde y ella sigue en su habitación.

— Iré a buscarla por usted.

— Gracias Deric, la verdad es que me saca de mis casillas.

Vi a señor Deric subir las escaleras con determinación, al cabo de un momento como era lógico volvía con la cara muy seria y le informo al mononeurona que no está en mi habitación.

— ¿Dónde se metió ahora?

— No lo sé, contesto el señor Deric en forma solemne.

— ¿Habrá escapado?

— ¿Por qué lo haría?

— ¿Has visto que esa niña haga cosas con sentido?

— No, la verdad la señorita es algo, hizo silencio por un momento y luego dijo, Especial.

—Si, que lo es.

Axel se vía furioso sus cejas se habían vuelto casi un arco en su cara, saco su celular y me marco, claro que ya lo traía en silencio rechacé la llamada y luego le escribí un texto.

— Yo estar en clase. Imitando la voz de un indio jjj o de un cavernícola.

—Se fue en serio ¿se ha ido?

—¿Dónde se fue señor?

— A la universidad sin mí. Pero ya me va a escuchar.

Salió hecho una furia dado un portazo, al instante de irse el señor Deric dijo.

— ¿No cree que ya debería irse señorita? De lo contrario se le hará tarde.

— Deric, ¿Cómo sabias que estaba aquí?

—Señorita los años te hacen muy perspicaz, la vi justo cuando pasé.

— ¿Por qué no se lo dijo?

— No realmente no conozco sus razones e intenciones, en este oficio tener una boca ligera nunca es bueno.

—Gracias

— No creo que lo que hizo este bien, pero no seres su pepito Grillo.

— Gracia aun así, adiós!!!

Salí corriendo cuando corrí toda la distancia para nada cómoda entre la casa y la puerta noté que era más fácil hacerlo en auto. Conseguí un taxi que me cobro un monto, mientras iba en el taxi note que las calles eran muy lindas y solitarias, las casa parecían haber sido construida para combinar entre ellas. Tal vez eran idea mía, pero todo parecía sacado de una película de cuentos de hadas, me incorpore y el conductor con me miraba desde el retrovisor




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.