En un momento dado de mi día esperaba aunque sin ansias. No tengo experiencia en procesos como el divorcio. Lo primero que pregunté al verla fue si el café sobre la mesa tenía azúcar o no, si bien la idea de que no tuviera no me disgustaba, la incertidumbre por otro lado es algo que nunca e disfrutado ni por asomo
no tiene — fue su respuesta, luego de esto se sentó en la silla que estaba a mi frente al otro lado de la mesa. Por la express que tenía leía nerviosismo y sus ojos hinchados la delataban en caso de cualquier intento de indiferencia
Todas las figuras y la claridad de la habitación me resultaban más que molesta, la perfilacion del ocre en las paredes y el fino cristal del ventanal que daba al exterior me resultaban dignas de apreciación aunque no pasaban de detalles sin importancia
Está habitación es magnifica, me recuerda a la imagen que tenía del olimpo cuando era un niño —
Ese paramo tan pulcro dónde reinaba la tranquilidad fue interrumpido por el caminar de su abogado el cual al pasar tomo asiento justo a su lado
La mirada de ese hombre es de las más singulares que halla visto, ni el más mínimo detalle de aquel hombre se me escapó. Ni su prominente barba o su rostro similar a un cubo
Su traje gris por otro lado me resulta de los más común e insípido, su corbata como el de todos los otro abogados sus zapatos lustrados y sus mangas con detalles en blanco. No eran más que otra armadura más como la que usaban todos los otros abogados de aquel lugar
El abogado era de prominente barbilla y de robusto cuerpo. Me resultó medianamente llamativo el como los ojos grises de aquel hombre en cierta forma me recordaban a los de un tiburón, incluso a sabiendas de que estos no compartían color
señor Zambrano. soy el abogado de la señora Berrío, ella quiere que ustedes se tomen unos minutos para hablar antes de tomar el asunto en cuestión. ¿Está usted de acuerdo?—
No, no puedo perder ma tiempo aquí — dije con esperanzas de poder retirarme tan pronto como fuera posible
Ella se echó a llorar. No podia ver si rostro ya que lo cubría con sus manos. Lloraba y los sollozos salían de ella como un alma en pena que naufragaba por el Inframundo
Creí que nunca se detendría. el abogado por otro lado se mantenía estoico, ni una sola señal de vida cruzó por los ojos de aquel abogado
Necesitaba gritar —cierra la boca ya! — a pesar de mis deseos internos tuve que controlarme
Yo estaba ya acostumbrado a sus alaridos y quejidos. sin embargo, aun que esté acostumbrado no significa q no los tolere
Ella susurro algo a su abogado entre quejidos y continuo con su lagrimeo. El abogado sin levantarse manifestó — mi cliente le pide que reconsidere su postura —
Un suspiro salió de lo más profundo de mi ser. Mire la tasa que estaba sobre la mesa y tome un sorbo
Me resultaba inmundo el solo ver su rostro y no comprendo por qué, no era la primera vez que la veía en ese estado, estaba absorto en mi mismo y la profunda repugnancia que sentía
Tome otro trago de café, y después levanté la mirada — está bien — note de inmediato que ella se mostraba notoriamente más complacida
Que se de por bien servida con esto — pensé
Muy bien, entonces les daré unos minutos para que conversen —
Al sonar el portazo que indicaba la salida del abogado ella empezó a hablar. Hablo sobre un viaje que habíamos hecho hace ya varios años. fue un viaje a Venecia, recuerdo la belleza de aquella ciudad con gran calidez. Quizás sea el lugar más bello que halla visitado, la arquitectura, el arte y demás cosas que no hacían si no resaltar la gloria de esa antigua y bella ciudad
ella noto mi ligera sonrisa y se levantó de su silla. Se acerco con lentitud hasta mi y dijo — por qué no volvemos a ir? —
Me quebré. Esta vil mujer estaba mancillando mi apreciado viaje, si bien es cierto que ambos habíamos ido el que ella fuera no fue más que una formalidad
— por qué no firmamos ya, creí que a eso me habías hecho venir —
Ella se congeló. no fue capaz de pronunciar palabra, empezó a tartamudear palabras indistinguibles a mi oído
— creo que usted y yo ya hemos gastado más tiempo del necesario, sin duda debo de ser yo el más generoso entre los hombros —
Había entrado en cólera, como era posible que se me retiviese a mi siendo alguien tan ocupado, y sobre todo retuviendome para semejantes actos dignos de un espectáculo circense
Podríamos actuar según lo pactado de una vez? — exclamé aunque sin respuesta. Me ecxalte como era posible que además de retenerme ahora esta mujer de tan cuestionables acciones estuviese sacándome de quicio de esta forma
Entonces decidí salir por la habitación si bien esto significase que te tendría que volver, mi entrañas no me permitían seguir formando parte de semejante desproposito
Me Cruze con el abogado el cual estaba recostado en un muro de aquel corredor, el solo le limito a mirarme con ojos incriminatorios.
Esa mirada fulminante me resultó más chocante que cualquier amenaza que ese abogado pudiese pronunciar
En aquel momento solo me límite a salir de aquel edificio que aun a pesar de poder jactarse de poseer un gran tamaño me resultó lo más de fácil de hallar una salida
Cuando salí del edificio pude verlo. Un bello cielo en tonalidades rojizas junto a un viento que revoloteaba a todo aquel que se atreviese a salir de casa, lo que mis ojos podían ver por entre los edificios y los árboles, eran los condimentos necesarios para un atardecer ideal
Había un pequeño jardín de geranios que despedían un aroma exquisito, como última decisión decidí tomar asiento en un bonito banco en colores blancos y grises — que bello lugar —