El plan de Lilly

Capítulo 14 — El Regreso del Depredador

Lilly se sorprendió al ver a Ethan entrar por la puerta principal. Eran apenas las ocho de la noche, y el traje oscuro, aunque impoluto, parecía llevar el peso de un fracaso. Esa noche no habría banquetes, ni cenas con Clara.

​Lilly estaba en la cocina, poniendo la mesa para su solitaria cena.

—Pon un plato para mi y ven a sentarte —dijo Ethan, su voz plana, con un tono de orden que no usaba desde hacía meses.

​Lilly sintió un nudo en el estómago. No respondió, solo asintió con un mínimo movimiento. Puso un plato para él, y cuando se sentaron en el comedor formal, la atmósfera era pesada, irrespirable.

​—Hoy fue un buen día de negocios —anunció Ethan, tomando su copa de vino. No la miró, pero su tono buscaba aprobación.

​Lilly tomó un sorbo de agua, intentando parecer normal.

—Me alegro.

—Tristan Corvin llegó en la mañana para revisar un proyecto de Varen. Un milagro. La empresa se volvería mil veces mas rentable si acepta invertir, todos querrán hacer negocios conmigo.

​Lilly casi se ahoga con el agua. El vaso tembló en su mano y tuvo que dejarlo sobre la mesa. Tristan. La reunión en la que él estaba atrapado... fue con Ethan.

​—¿Corvin? —preguntó, sintiendo que la sangre abandonaba su rostro—. ¿Y qué... qué tal fue?

​Ethan se sirvió más vino. Una mueca de burla cruzó su rostro.

—Los súper ricos son extravagantes, Lilly, incluso vulgares. Llegó luciendo un chupetón en el cuello como si fuera un trofeo. Se disculpó, diciendo que su mujer es... muy apasionada.

​Lilly sintió que el mundo se inclinaba. La bilis le subió a la garganta. Tristan, el tiburón de los negocios, se había presentado en la reunión de su esposo con una marca que ella misma le había hecho. Sentía pánico. Él no solo se atrevía a desearla, sino a usar su intimidad como arma contra su esposo.

​—¿Y... a qué hora terminó la reunión? —preguntó, sabiendo ya la respuesta, pero buscando la confirmación de su locura.

​—Las once y veinte de la mañana —dijo Ethan, casualmente—. Justo cuando tuvo que tomar una llamada.

​A Lilly se le quitó el apetito de golpe. Aparto su plato, la comida un recuerdo lejano.

—No tengo hambre, Ethan. Me duele un poco el estómago.

​Lilly se puso de pie, pero Ethan la detuvo con un tono inconfundiblemente posesivo.

—Siéntate. Esta noche quiero que durmamos juntos.

​Ella lo miró, y la frialdad de sus ojos debió perforarlo.

—No. Me duele el estómago.

​Ethan frunció el ceño. Se levantó, cerrando el espacio.

—Esta es la segunda vez que te niegas, Lilly. Debes cumplir tu deber de esposa.

​Lilly sintió una risa amarga subir por su garganta. Se rió, un sonido seco y vacío que resonó en el comedor.

¿Deberes? ¿Ahora vienes a exigir deberes, Ethan? Llevamos casi un año de casados, y nuestra vida íntima ha sido casi nula. ¡Tú has faltado a todos tus deberes! Ve a reclamar tus derechos a Clara, ella debe estar disponible.

​Dejó el plato en el fregadero con un golpe seco. Cuando se dirigió a las escaleras, Ethan no la detuvo físicamente, pero su voz la alcanzó, dura y resentida.

—Tienes veinte minutos para que te des un baño, Lilly. Te espero en la habitación.

​Ella no esperó respuesta. Subió rápidamente, entró en su habitación y cerró la puerta con llave. Corrió al baño, se mojó la cara y se miró al espejo. Estaba pálida.

​—Es irónico —se dijo a sí misma. Antes de Tristan, rogaba para que Ethan durmiera con ella. Ahora, se daba cuenta de que no podía conformarse con ser solo su objeto. Ethan solo quería reclamar sus "derechos" porque debía estar peleado con Clara.

​*****

​Por otro lado, en su penthouse, Tristan estaba en el balcón, encendiendo un cigarrillo. Lucian entró.

—Señor, acabo de recibir el informe. Ethan Varen pasó por la farmacia y compró una caja de preservativos. Luego se fue a casa.

​Tristan apretó el puño hasta que sus nudillos se pusieron blancos. El puño contra el barandal era la única forma de contener la violencia.

Sacó su móvil y llamó a Lilly.

La joven no respondió.

​Tristan apagó el cigarrillo con una furia silenciosa.

—Prepáreme el auto —ordenó.

Lucian dudó, algo que nunca hacía.

—Señor, ella es una mujer casada. Está en casa con su esposo.

​La mirada fría de Tristan, cargada de una obsesión que anulaba toda lógica, hizo que el secretario se callara inmediatamente.

*****

​Mientras tanto, Lilly acababa de salir de la ducha, se puso una pijama de seda y se cepilló el cabello. Escuchó a Ethan llamándola fuera de su habitación y dando golpes en la puerta. La joven lo ignoró, sabía que no estaría mucho tiempo. Ethan era demasiado orgulloso para rogar. Soltó el aire cuando escuchó la puerta de la habitación del hombre cerrarse con fuerza.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.