El Poeta Mi Charlotte Y Yo

la chica

Desperte en el establo más grande, donde guardabamos las herramientas, me sentía mareado y me di cuenta que estaba colgando de las manos y encadenado de los pies. 

Al recuperarme un poco, voltee para buscar a mi hermano, pero solo fue un espejismo, nunca estuvo mi hermano ahí, y lo único que logre ver mientras la luz vespertina se colaba por las paredes de madera, fue a una chica,  entonces me di cuenta que no había visto algo más hermoso,  estaba ahí encadenada, tirada en el piso, con su mirada triste y tan llena de decepcion, llorando con la vista hacia el frente, pero con una mirada perdida, traumada, una mirada que evocaba furia,depresion, miedo, pero no mostraba resignacion ni si quiera un poco, mostraba coraje, como un leon esperando su oportunidad para atacar. 

-¿cuál, es tu nombre?- pregunte en pausas, pero ella no me respondió 

-cuando te trajeron hasta aquí - continuaba insistiendo, con tal de saber algo de ella 

-será mejor que te calles o solo harás que nos hagan daño,- dijo ella, con una voz tan dulce y algo grave, sabes, angelical.

Hice un intento por liberarme de las sogas, pero era en vano, y solo suspire. 

-soy Matthew- le dije a la chica quien parecía aturdida, 

-me trajeron aquí hace... - estaba por terminar, cuando dos hombres entraron, uno de ellos traía una pistola enfundada, el otro se acerco a mi, y comenzó a golpearme en el rostro, y por dios, dolía, dolía tanto, solo quería que parara, incluso pensaba en suplicarle mientras soltaba lagrimas por el dolor, sin embargo no pude contener un quejido. 

-si vuelves a hacer tu númerito, serán cincuenta golpes- me gritaron mientras me soltaba otro puñetazo, y después se fueron. Ya con los ojos casi cerrados por la hinchazon mire a la chica, quien no mostraba alguna expresión, y entre una pequeña risa, para poder sacarle una reacción, le pregunté si creía que se me  quitaría lo atractivo, lo se soy un tonto pero sentía que debía mostrar cierto positivismo. Sin embargo ella seguía sin demostrar alguna interés en comunicarse conmigo. 

Un rato después, llegaron dos hombres y se la llevaron, pero a mi me dejaron toda la noche colgando sin agua ni alimento y en esa posicion, despues de la golpiza que habia recibido obviamente no podía conciliar el sueño, solo pensába en mi familia en mi hermano y en esa chica, sinceramente algo me atrajo de ella al instante, sentía curiosidad por conocerla, y supe que necesitaría ayuda y cuidado, lo se es una situacion extraña, compasion, amor, no lo se, pero es una sensacion unica, era increible como apenas y haberla visto por unas horas, habia creado un cumulo de sentimientos hacia ella, queria mirarla de nuevo. 

Después de pasarme casi toda la noche, perdido en mis pensamientos, empecé a dormirme, y justo cuando me estaba hundiendo en el sueño mas profundo, un gelido chorro de agua recorrió todo mi cuerpo, causando que despertara de un salto, y ahí estába un hombre quien corto la soga, provocando que me estrellara en el piso,  

-arriba holgazán - me grito aquel hombre, mientras me quitaba también las cadenas de los pies. En ese momento me sentía terrible, sin comer, sin agua, sin descanso.  Me llevo fuera del establo y nos dirigimos hasta el Sembradío. El sol ni siquiera había salido, llegando a los surcos, me cai de rodillas en la tierra húmeda, y mientras me intentaba incorporar me lanzo una cantinflora con agua y un pedazo de pan. 

-come rápido y comienza a trabajar- ordenó aquel hombre con voz de sueño 

Termine el pedazo de pan, y comenze a hacer el trabajo, iba demasiado lento, no tenia fuerzas suficientes. Algunas horas después, llegaron los otros esclavos. Albern se puso cerca de mi a trabajar. 

-por que hiciste esa tontería - pregunto Albern

-no lo soporto- le respondi mientras abría la tierra con la pala, el me estiro de la camisa y me dijo en voz baja 

-escucha, todo saldra bien - 

Parecía que se preocupaba, a pesar de tener esa actitud de gruñón demostraba que no carecía de empatia. 

Al finalizar el día, ya muy tarde cada quien preparamos nuestro alimento, en una pequeña fogata enfrente de la cabaña, yo sabía cocinar un poco, pero me las arreglaba, mi madre me enseño muchas veces, “algún día lo necesitarás” decía, y que razón tenia. 

Al voltear, con mi plato de sopa de aquellas verduras viejas, mire sentada cerca de un árbol a esa chica, no estaba comiendo, así que me acerque a ella

-¿ya has comido? - le pregunté mientras me sentaba junto a ella

-no- respondió fríamente 

-come un poco-  le dije mientras le ofrecía de mi sopa,  me miro, tomo el plato y comenzó a comer con rapidez, 

-con cuidado - continue diciendo mientras soltaba una pequeña risa, y entonces me devolvio el plato

-gracias, Matthew - quede halagado, había recordado mi nombre 




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