El Precio del Amor

II

Capítulo 2

─Te ves preciosa. ─Es el saludo que le da a Andrea, antes de rodearla en un tierno abrazo y depositar un beso en sus labios.

─Gracias, William. ─Ella se separa, mirando lo que hay detrás de él con sorpresa.

William había querido darle una sorpresa para su segunda cita como novios oficiales, dejando el lujo y la elegancia de un lado él quiso compartir con ella una parte de si mismo que lo hace feliz, que lo mantiene concentrado, tranquilo y lleno de nostalgia y amor por personas que, aunque ahora no están con él, sus enseñanzas y memorias nunca morirán. La cocina era un espacio para crear cosas, probarlas, experimentar, compartir y para dar, él quiere mostrarle lo mucho que ella le gusta cocinándole comida que ella contó en sus primeras salidas que le gustan.

─¿Tu hiciste todo esto? ─pregunta, asombro claro en su voz a lo que me sonrojo un poco y agacho mi cabeza.

─Quería algo más privado para nuestra segunda cita─. Dicho eso, me acerco a su lugar en la mesa y retiro la silla para ella, quién me da una sonrisa cálida y pequeña mientras se sienta.

Voy luego hasta el horno y saco el pollo con verduras que había cocinado y lo llevo hasta el centro de la mesa. Toda la sala fue ambientada para esta cena especial, los platos y cubiertos de mi madre fueron sacados, el vino blanco que a Andrea le gusta beber está listo para descorcharse. Las velas y las pocas luces dejan una apariencia más intima y romántica, todo listo para pasarlo de maravilla.

Gira y no ve a nadie en la mesa, la luz cálida y acogedora parece haber sido extraído de la habitación dejando un lugar vacío y frío. Quiere llamar a Andrea, pero no puede hablar, le duele el pecho y siente que poco a poco se está quedando sin aire, está a punto de caerse desmayado cuando escucha una risa conocida venir desde la penumbra.

La luz del sol que logra entrar al cuarto le da de lleno en la cara, dejándole con el dilema de si levantarse a cerrar las cortinas para dormir más, pero no quiere; si por el fuera nunca saldría de la comodidad de su cama, mucho menos después de lo que acaba de soñar.

La resaca que tiene lo va a matar. Ha pasado tres meses desde que cortó toda relación con Andrea, pero aún le duele su traición. La extraña y se siente patético y más triste cuando le pasa, porque sabe que ella le mintió, le usó y lo engañó. Pero él la amaba, aún lo hace en cierto modo. Tres años no se borran de la noche a la mañana, ni siquiera bebiendo todo el licor del bar del hotel nuevamente.

Cuando decide dejar las cortinas, así como están, y seguir durmiendo su hermana entra a la habitación dando un portazo, logrando que salte de la cama y casi se caiga de frente al piso al enredarse en las sábanas.

─Te ves patético. ─Critica desde la puerta, mirándolo de arriba abajo mientras negaba con la cabeza.

─Cállate─. Replica, llevándose las manos a la cabeza.

Tiene que tomar una aspirina para el dolor y que alivie un poco su resaca ahora que no podrá seguir en cama. Está consciente de lo patético que es desde que terminó con Andrea, pero no le importa. Tiene derecho a hacer con su vida lo que quiere.

─Eres una causa perdida. ─Reprocha Agustina, comenzando a organizar la cama mientras él hace lo suyo en el baño.

Dicen que el tiempo cura las heridas, pero es mentira, el tiempo solo te da resistencia al dolor hasta que esas heridas cicatricen.

Salir de fiesta ya no es como antes, ya está por cumplir treinta dentro de poco, el alcohol le afecta más que antes al igual que desvelarse. Pero le gusta fingir que todo está bien, se siente mejor cada vez que sale a alguna discoteca y baila con mujeres hermosas y bebe con amigos, despertar después en la tapa de alguna revista o siendo el titular de algún periódico como alguien feliz después de su ruptura. No quiere que nadie se entere lo mucho que lo destruyó la traición de Andrea.

Agustina ve el desorden en la habitación, camisas apilándose en el suelo, junto a medias y zapatos dejados junto a la cama al azar, los pantalones son los únicos que están sobre una silla, aunque duda mucho que estén limpios.

Ver a un ser querido tocar fondo no es fácil para nadie, y un corazón herido es muy tardío a la hora de sanar. Quiere encontrarse con Andrea en algún lugar y agarrarla de las greñas para zarandearla a la muy malparida. La odia, más ahora que es testigo de lo que sus actos egoístas le hicieron a su hermano menor. Aunque una parte de ella también se siente responsable, ella anhelaba que ambos terminen, que esa mujer desaparezca de la vida de William de una vez por todas, solo que no deseaba que su hermano sufriera tanto.

─ ¿En qué tanto piensas? ─le pregunta su hermano, volviendo del baño un poco más presentable.

─Nada, solo estupideces ─dijo cuándo William levanta su ceja en señal de incredulidad─. Bien, estoy pensando en la entrevista de trabajo que tendré hoy, nada más.

─Ah, el chico que recomendó Adrianne, ¿Verdad? ─William menciona, mientras se viste, poniéndose más presentable para la salida que habían acordado para hoy.

─Si, él mismo.

Adrianne ha conocido a un chico del que está enamorada, pero este es gay, para la mala suerte de su amiga. Agustina busca un empleado nuevo por una temporada, pues quedo vacante un puesto en la recepción por permiso de maternidad. Sabe que seis meses no son mucho, pero ayudará mucho al joven que está en situación precaria, además de que Agustina podrá devolver el favor a Adrianne.




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