El Precio Justo

#11 La Sombra Crece

Evandro no era un hombre de paciencia. Su mente, una compleja red de avaricia y estrategia, se movía a una velocidad vertiginosa, mucho más rápido que la lenta y dolorosa farsa que Davi estaba obligado a representar. Para el mafioso, la fortuna de los Fontana no era solo dinero; era una "inversión" con un potencial inimaginable, y cada día que pasaba sin que esa riqueza estuviera bajo su control, era un día perdido. El tiempo de Helena se agotaba, y con él, la ventana de oportunidad.

Sentado frente a una pantalla de múltiples monitores en su oficina blindada, Evandro observaba gráficos de "Belleza Esmeralda", las cámaras de seguridad del Club Élite, y fotos aéreas de la mansión Fontana. Ramón, su sombra fiel, estaba a su lado.

¿Qué tan rápido está moviéndose el ratón, Ramón?– preguntó Evandro, su voz tan pulida como su traje a medida.

Lleva tiempo, jefe. El chico parece estar... estableciendo una conexión. La señorita Fontana lo aprecia. Pero es un proceso lento, y la chica no está en su mejor momento– respondió Ramón, con su habitual tono monocorde.

Evandro chasqueó la lengua con impaciencia. –No tenemos tiempo para sentimentalismos, Ramón. Ni para que los 'ratones' se enamoren de sus 'trampas'. Necesitamos acelerar esto. Que Davi sienta el aliento en la nuca. Y que la familia Fontana se dé cuenta de que sus secretos no están tan seguros como creen–

La primera señal llegó a Davi de la forma más cruel y directa. Una tarde, al revisar su correo electrónico —una cuenta que apenas usaba, solo para comunicaciones con el taller—, encontró un mensaje con un remitente desconocido. Al abrirlo, su corazón se detuvo. Era una factura. Una factura con un "interés" tan exorbitante que las cifras le bailaban ante los ojos, una suma que era diez veces la deuda original de su padre. Y lo más aterrador, al final, una línea: "Como aval indirecto, considere las propiedades de la familia Fontana en Jardines del Sol. El tiempo es dinero, Davi. Y se está acabando".

El aliento se le cortó. Evandro no solo lo amenazaba; estaba arrastrando a los Fontana a su juego de una manera directa. Las propiedades de Helena, su hogar, su vida, estaban ahora en la mira del lobo. El peso de la culpa se hizo insoportable. Davi se desplomó en una silla, sintiendo el sudor frío en la espalda. Evandro no solo quería la deuda; quería la fortuna entera. Y lo estaba usando a él para conseguirla.

Mientras Davi lidiaba con la nueva y terrifying presión, la sombra de Evandro comenzó a materializarse en el mundo de los Fontana. Hombres de traje, con miradas indescifrables, comenzaron a aparecer discretamente en los alrededores. No eran obvios, no se comportaban de manera amenazante, pero su presencia era anómala.

En la imponente sede de "Belleza Esmeralda", Erluce Fontana, una mujer sagaz y con una aguda percepción de su entorno, notó los cambios. Al principio, fue una vaga sensación. Un rostro desconocido que veía un par de veces por la calle adyacente a su empresa, con una mirada demasiado observadora. Un coche que parecía detenerse más de lo normal cerca de su cochera.

¿Quién era ese hombre, Miguel?– preguntó Erluce un día a su jefe de seguridad, mientras salía de su oficina. –El que estaba al otro lado de la calle, leyendo el periódico. No lo había visto antes–

Miguel, un veterano discreto, había notado lo mismo. –No lo sé, señora. Lo he visto por aquí un par de veces. Parece un hombre de negocios, pero... su postura es extraña–

Los hombres de Evandro comenzaron a frecuentar sutilmente las cafeterías cercanas al Club Élite, leyendo periódicos o hablando en voz baja por teléfono, mientras sus ojos se movían con una atención casi imperceptible hacia las entradas y salidas, prestando especial atención a Helena. Incluso en el exclusivo gimnasio del club, se les veía en la periferia, haciendo preguntas sutiles a los empleados sobre "nuevos miembros" o "cambios en la rutina de ciertos clientes".

Disculpe, ¿sabe si la señorita Fontana ha cambiado sus horarios de bádminton últimamente?– preguntó uno de ellos a un recepcionista, con una sonrisa amable y una tarjeta de presentación que lo identificaba como un "inversor interesado en el deporte".

La sagacidad de Erluce era una de sus mayores armas en el brutal mundo de los negocios. No era una mujer que ignorara sus instintos. Las pequeñas anomalías, los rostros desconocidos, las preguntas inocentes pero persistentes que llegaban a sus oídos... todo se sumaba a una sensación de inquietud. Se sentía observada. Como un depredador invisible acechando en las sombras.

Una noche, mientras Erluce revisaba los informes de seguridad en su mansión, sintió un escalofrío que no tenía que ver con la temperatura de la habitación. "Demasiados ojos, demasiadas preguntas", murmuró para sí misma. Los rumores sobre la salud de Helena estaban siendo custodiados con extremo celo, y la más mínima filtración podría ser desastrosa para la empresa y para su hija. ¿Podría haber una conexión? ¿Estaba alguien intentando aprovecharse de la vulnerabilidad de su familia?

Erluce marcó un número privado. –Miguel, quiero que dupliques la seguridad. Discretamente. Y quiero que investigues a fondo cualquier presencia extraña alrededor de la empresa, del club y, sobre todo, de Helena. No me importa el costo. Quiero saber quién está tejiendo esta red a nuestro alrededor–

La sombra del lobo, que había caído primero sobre Davi, ahora se extendía, densa y oscura, sobre la opulenta vida de los Fontana. El juego de Evandro había escalado, y nadie, excepto él, sabía el verdadero alcance de su avaricia. El tiempo no solo se agotaba para Helena; se agotaba para toda la familia Fontana, que sin saberlo, se había convertido en la próxima presa en la mira del depredador...



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En el texto hay: romance, ambicion, deuda

Editado: 14.09.2025

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