La furia de Saúl Fontana, tras escuchar la devastadora verdad desde las sombras de la calle, era un fuego abrasador en su interior. La traición, la manipulación, el plan de utilizar la enfermedad de su hermana para despojar a su familia... la imagen de Davi y Arianne, la confesión de amor y la desesperación, todo se mezclaba en un torbellino de emociones. Su primer instinto fue la confrontación, la venganza inmediata. Pero Saúl no era impulsivo como Davi; era un Fontana, criado en la fría lógica de los negocios y la supervivencia. Su pragmatismo, forjado en un mundo de tiburones corporativos, le dictaba una estrategia diferente.
No reveló inmediatamente a Davi que los había escuchado. Sabía que la verdad, en las manos equivocadas o en el momento inoportuno, podía ser más perjudicial que beneficiosa. Lo que había oído sobre Evandro era mucho más alarmante que la farsa de Davi. Esto era un ataque a gran escala, un depredador de verdad apuntando a su familia.
Al día siguiente, con una calma forzada, Saúl se reunió con Erluce en su estudio, un lugar donde solo se discutían los asuntos más delicados.
–Madre, he estado siguiendo de cerca los informes de seguridad y las anomalías que has notado– comenzó Saúl, su voz controlada. –Tengo razones para creer que estamos siendo el objetivo de algo más serio que un simple intento de extorsión o una filtración. Parece que un pez gordo está buscando pescar en aguas revueltas, y está utilizando información muy sensible sobre la salud de Helena–
Erluce, con el paquete anónimo y el informe médico en mente, escuchó con atención. La frialdad en la voz de su hijo le dijo que esto no era una simple preocupación. –Explícate, Saúl. ¿De qué estamos hablando?–
Saúl, sin mencionar nombres como Davi o Arianne, expuso lo que había discernido de la conversación: la existencia de un mafioso llamado Evandro, su método de operación a través de deudas, y su interés desmedido en la fortuna de los Fontana, especialmente la herencia de Helena. –No sé cómo obtuvo la información, pero está claro que tiene contactos internos y está escalando la presión. Necesitamos una estrategia legal y de seguridad que sea proactiva, no reactiva. Blindar nuestros activos, investigar a fondo cada conexión, y proteger a Helena con todo lo que tenemos–
Erluce, una mujer que había construido un imperio desde cero, no dudó. Su instinto maternal y su agudeza empresarial se encendieron. –Lo que dices coincide con mis propias sospechas– respondió Erluce, su mandíbula apretada. –Activaremos al equipo legal más agresivo que tengamos. Quiero que revisen cada contrato, cada fideicomiso, cada cláusula de nuestros activos. Y Miguel– Erluce hizo una pausa, mirando a su jefe de seguridad, que había estado presente, –quiero que dupliques la seguridad de Helena día y noche. Quienes sean que estén detrás de esto, descubrirán que los Fontana no somos presa fácil–
La contraofensiva discreta había comenzado. Los abogados de "Belleza Esmeralda" se pusieron a trabajar en secreto, revisando la estructura financiera de la compañía. El equipo de seguridad se expandió, y los guardias personales de Helena se volvieron imperceptibles, mezclándose en su entorno, pero siempre vigilantes.
Mientras Erluce y su equipo movían sus fichas, Saúl se preparaba para su propia jugada. Sabía que Davi era una pieza crucial en este tablero de ajedrez, un peón atrapado, pero con información vital y una conexión inesperada con Helena. La furia aún burbujeaba bajo la superficie, pero la necesidad de proteger a su hermana y su legado era primordial.
Al día siguiente, Saúl esperó a Davi después de uno de sus entrenamientos con Helena. Se acercó a él con una expresión seria, pero sin la agresividad que Davi esperaba por haber sido descubierto.
–Davi– dijo Saúl, su voz baja y uniforme. –Necesito hablar contigo. A solas. En un lugar discreto–
Davi, tenso y preparado para la confrontación, asintió, el miedo a ser descubierto y la culpa por el engaño en su rostro. Lo siguió hasta un café apartado, lejos de las miradas curiosas del club.
Una vez sentados, Saúl lo miró fijamente a los ojos. Davi se preparó para la acusación, para la revelación de su farsa. Pero las palabras de Saúl fueron diferentes, calculadas, un giro inesperado que lo dejó descolocado.
–Sé algunas cosas, Davi– , comenzó Saúl, su voz grave. –Sé sobre la deuda de tu padre. Sé sobre la gente que te está presionando. Y sé sobre Evandro–
El corazón de Davi dio un vuelco. ¿Cómo lo sabía? ¿Qué había escuchado?
Saúl se inclinó ligeramente sobre la mesa, su mirada intensa. –Y también sé que mi hermana, Helena, se ha vuelto importante para ti. Más allá de lo que te pidieron hacer. Sé que ahora mismo estás atrapado entre la espada y la pared–
Davi no pudo responder, solo asintió lentamente, una sensación de alivio y terror mezclados.
Saúl continuó, su voz bajando a un tono casi conspiratorio. –Mira, Davi. Tenemos un enemigo común. Este hombre, Evandro, no solo te está arruinando la vida, también está tratando de destruir a mi familia, de aprovecharse de la debilidad de Helena. Esto es mucho más grande que tu deuda, o su herencia. Es un depredador. Y yo no dejaré que destruya a mi familia–
La intensidad de la mirada de Saúl no dejaba lugar a dudas. –Así que, te hago una propuesta. Una inusual, lo sé. Tal vez podamos ayudarnos mutuamente. Tú tienes información sobre Evandro. Y yo tengo los recursos para luchar contra él. Piensa en ello. Si nos unimos, quizá podamos acabar con esto de una vez por todas. Por nosotros. Y por Helena–.
La oferta de Saúl era una bomba, una estrategia inesperada que Davi no había previsto. La verdad estaba al aire, pero no de la forma que él temía. Ahora, no era solo una confesión, sino una invitación a una alianza peligrosa. El juego había cambiado de nuevo, y Davi se encontró en la encrucijada de una decisión que podría salvar o condenar todo lo que le importaba...