EXTRA

Meses después, el silencio del almacén abandonado solo era interrumpido por el viento que silbaba entre las grietas de las paredes. El eco del grito desgarrador de Davi aún resonaba en el vacío, un eco doloroso que se reflejaba en su alma. Libre de la deuda que lo había perseguido, libre de la amenaza de Evandro, Davi se encontraba en un estado de desolación profunda. La victoria era agridulce, la justicia había prevalecido, pero el precio había sido demasiado alto. Helena, su luz, su amor inesperado, se había apagado para siempre.

El bádminton, la pasión que antes lo consumía, ahora solo le recordaba la pérdida. La raqueta, antes un arma de precisión, yacía abandonada en un rincón polvoriento. El sonido de las plumas golpeando la red, antes una sinfonía emocionante, ahora evocaba el silencio final de Helena. La competición, la búsqueda de la victoria, habían perdido todo significado. Davi renunció al bádminton profesional, renunciando a la fama, a la gloria, a todo aquello que alguna vez había deseado.

Encontró un nuevo propósito en las canchas polvorientas de una pequeña escuela de deportes en su antiguo barrio, un lugar donde los niños, con sus sueños humildes y sus recursos escasos, necesitaban más que una lección de deporte; necesitaban un faro de esperanza, un guía. Enseñarles, compartir su experiencia, era una forma de expiar su propio pasado, de honrar el sacrificio de Helena. En cada niño que guiaba, veía un reflejo de la pureza que Helena poseía, un recordatorio de la bondad que él había logrado descubrir en medio de la oscuridad.

Arianne fue juzgada, sentenciada por sus crímenes. Su avaricia la había consumido, su ambición la había llevado a la destrucción. La justicia se había hecho, sin más dramatismo que la quietud implacable de la ley.

Saúl, en medio de su propio dolor, asumió un rol más activo en la empresa familiar. La pérdida de Helena había dejado una herida profunda en su corazón, una marca indeleble en su alma. Pero la fuerza que siempre lo había caracterizado, la determinación Fontana, se volvió hacia el fortalecimiento de la empresa, protegiendo el legado de su hermana. Su trabajo fue un homenaje silencioso, una forma de honrar su memoria.

Davi nunca olvidó a Helena. Su recuerdo, el peso de su sacrificio, lo acompañó en cada amanecer. No era una carga aplastante, sino un faro, un recordatorio constante del verdadero "precio justo". No era el dinero, ni la venganza, sino la integridad y el amor, un amor que había encontrado en medio de la oscuridad, en el corazón de la traición, un amor tan profundo que incluso la muerte no podía extinguir...

... FIN