Se echó a llorar sobre el sofá, no entendía como Julio César Betancourt tenía el don de hacerla enojar, alterarla y hacerla sentir miserable con dos palabras y un gesto, era la clase de personas de la que necesitaba mantenerse alejada.
Escuchó un alboroto fuera de su casa, se levantó y decidió cerrar con llave todo de una vez, cuando se acercó a la puerta, escuchó gritos desesperados.
—Lo van a matar, paren, paren…
—Llamen a la policía —espetó otro.
—Lo van a matar —gritó alguien más.
Abrió la puerta y dirigió su mirada hacia el grupo que peleaba, estaban cerca del auto de Julio César, su corazón se paralizó, avanzó unos pasos por instinto y caminó poco a poco hasta donde estaba el grupo de gente, gritó al verlo en el piso cubierto de sangre mientras uno de sus vecinos lo pateaba en el piso junto con dos hombres más, su cuerpo comenzó a temblar.
—¡No! —gritó acercándose a ellos, uno la empujó y cayó junto a Julio César, lo cubrió con su cuerpo.
—Está embarazada —gritó alguien.
Los hombres se quedaron quietos, el grandulón la miró con vergüenza, estaba agitado y lleno de sangre.
—¿Es verdad? —preguntó el que la había empujado.
Ella estaba aterrada, no podía hablar, afirmó moviendo su cabeza con energía, no se atrevía a mirarlos, o mirar a Julio César.
—Vámonos, vámonos —gritó y caminó alejándose de ellos.
—Ya llamé a una ambulancia —dijo alguien.
—Te ayudo —dijo un señor mayor, vecino suyo, a lo lejos vio a su primo Benjamín correr a toda prisa hacia ella con su tío Aparicio detrás, se sintió aliviada de verlos.
Benjamín la abrazó y la revisó con la vista.
—¿Estás bien?
Ella afirmó y señaló a Julio César malherido en el piso.
Su tío y su primo lo alzaron en brazo y lo llevaron hasta la casa de Verónica, ella los seguía de cerca después de recoger las pertenencias de él del piso donde quedaron esparcidas.
—Está de ambulancia, niña —le dijo un señor.
—Gracias, gracias —respondió y entró a la casa, su tío y su primo acostaron a Julio César sobre la cama de ella, buscó con que limpiarlo enseguida.
—Está feo —comentó Benjamín rascándose la cabeza.
—Nos dijeron que había una pelea frente a tu casa y que era alguien que te vino a visitar, corrimos como locos —le explicó su tío.
—Gracias —susurró, se echó a llorar sobre su pecho, la abrazó y besó en los cabellos.
—Ya pasó. Debes ir al médico y chequearte.
—Estoy bien.
Julio César recobró el sentido, intentó pararse, Benjamín lo sostuvo por el pecho.
—No, gallito de pelea, es mejor que esperemos la ambulancia. Es mejor.
Apartó incluso a su prima que intentó limpiarlo con una toalla. La ambulancia llegó y Benjamín salió corriendo para buscar a los paramédicos, les indicó el camino, su prima podía escucharlo desde su habitación, su tío mantenía su mano apretada.
Lo subieron a la ambulancia y Verónica decidió acompañarlo, de camino al hospital llamó a Anselmo.
—Verónica.
—Pasó un accidente, golpearon a Julio César. Vamos de camino a una clínica, ¿puede venir?
—¿Qué? ¿Dónde? Claro que sí.
—Le paso la dirección por mensaje.
—Voy.
Estaba aterrada, cerró los ojos y lloró sola junto a Julio César malherido, decidió que se mudaría pronto, que dejaría atrás ese lugar, pidió a Dios que el padre de su hijo se encontrara bien, lo atendían en la ambulancia y ella trataba de calmarse a sí misma.
Cuando lo ingresaron se quedó sentada en la sala de espera, no le tomó mucho ver a Anselmo corriendo nervioso hacia ella.
—¿Qué pasó? ¿Dónde está?
—Estaba en mi casa y cuando salió, parece que se peleó con unos tipos que están sentados sobre su carro, lo golpearon entre al menos cuatro. Le dieron con una llave en el ojo —contó entre sollozos.
—¡Dios! No va a querer que le diga a la familia.
Ella le lanzó una mirada contrariada,
—Julio César es muy particular. ¿Con quién podré hablar?
—En la recepción pidieron un familiar.
—Ya voy entonces, ¿tú estás bien?
Afirmó y mantuvo la cabeza gacha. Vio a Anselmo correr hacia la recepción, hablaba desesperado, se llevó las manos a la cabeza y asentía mientras hablaba con la mujer, tras unos minutos regresó a su lado, le entregó una taza de té.
—Ten, cálmate, en tu estado no es bueno que te alteres.
—¿Cómo está?
—Fracturas generales y traumatismo, pudo ser peor, le están cociendo, haciendo placas, no hubo derrame interno, ni nada de eso. Va a estar bien. Es un loco, ese sobrino mío, ¿sabías que era mi sobrino? ¿No?
—Sí, lo sabía, me dijo que le contó…