El privilegio de amarte

La despedida

Sonido de disparo

¡Noooo! ¡Dafne! —grita Román atrapando mi cuerpo antes de que caiga al suelo.

Todo paso tan rápido que no me di cuenta. Hace sólo 30 min estábamos mirando una película tranquilamente junto al amor de mi vida, tratando de no estar nerviosa por darle la mejor noticia que me han dado.

Y mírame ahora estoy sobre las piernas del hombre, que hace mi vida más colorida, mientras que con una mano sostiene mi estomago para que deje de salir sangre.

― ¡¿Por qué lo hiciste?! ¡Era tu hermana, carajo! —vuelve a gritar Román, que en una situación normal le hubiera dicho que no gritara, en cambio justo ahora no puedo moverme, es como si no estuviera ahí pero a la vez si.

― ¡Esa zorra nunca fue mi hermana! ¡Es adoptada! —le responde al que llamaba hermano, Alfonso.

― ¡No la llames así! ¡Ella no te hizo nada!

― ¡Claro que si! ¡Solo que es tan mentirosa que nunca te lo dijo!

― ¡Si lo hizo! ¡Mató a la persona con la quería pasar el resto de mi vida!

― ¡Lo hizo porque era una espía!

― ¡Mientes! ¡Eso no es cierto!

― ¡Claro que lo es, carajo! ¡Cuando te des cuenta va a ser muy tarde!

― ¡Claro que sí!

― ¡Vete, no quiero escucharte más! ¡Vete y ruega por lo que más quieras que no te encuentre, porque juro que te mato con mis propias manos y no será nada bonito!

― Si es que me encuentras, idiota —contesta Alfonso. Y se dirige, a la puerta pero antes de que eso suceda, Román saca un revolver debajo de la mesa a mi lado y le dispara en la pierna derecha a mi hermano.

― Tómalo como una advertencia —dice la persona que me sostiene mientras que el otro sale lo más rápido de la casa.

Una vez fuera, Román baja la mirada hasta mi rostro y con su mano libre me da leve caricias en mi mejilla.

― Resiste mi amor, ya viene la ambulancia —me dice al tiempo que sostiene el celular con el hombro. Una vez que responden avisan que tardaran 15 min.

Resignado corta la llamada.

― Por favor, no te vayas. Solo unos minutos más. Por favor —una pequeña lágrima se le resbala por el ojo.

― No llores, voy a estar bien amor —hablo con dificultad.

― No hablas guarda fuerzas para cuando venga la ambulancia.

― Los dos sabemos que no voy a poder resistir, fuimos juntos a la escuela de medicina.

― Igual, no me puedes dejar no justo ahora cuando me habia decidido.

― ¿Decidido en qué? —la confusión  se hace presente en mi voz.

― En que quiero pasar el resto de mi vida contigo. Quiero casarme contigo, quiero estar junto a ti hasta que nos volvamos viejitos.

― ¿Enserio? —él quería pasar el resto de su vida conmigo y yo dudando de si decirle lo de la noticia.

Claro que sí te amo como nadie puede amar a nadie más. Wow eso fue demasiado cursi, mira en que me convertiste —ríe con lágrimas en los ojos, en cambio yo solo sonrió.

Como te amo, mi vida.

Tengo algo que decirte —tomo el valor de decírselo, una vez que su mirada conecta con la mía decido hablar—. Íbamos a ser tres.

― Eh… ¿ibas a adoptar un gat —se corta así mismo cuando se da cuenta de que es lo que verdaderamente quiero decir—. ¿Iba… íbamos a tener un b… bebé? —la sonrisa y el brillo que tiene en el rostro es hermoso.

― Si.

― Con más razón no te vayas, quédate conmigo.

― No voy a poder resistir más —la fuerte tos que me embargo fue tan fuerte que no pude seguir—. Solo recuerda que siempre, siempre voy amarte y si no pude en esta vida voy a hacerlo en la siguiente, o en la que sigue hasta poder cumplir todos nuestros sueños. ¿Si? Solo prométeme que cuando me vaya no vas a cometer ninguna locura y vas a seguir adelante como siempre hacíamos juntos cada vez que se nos presentaba algo difícil.

― Pero va a ser diferente, no vas a estar conmigo cuando me caiga, cuando pise la línea que no es al caminar en la calle, o cuando pase el camión de helados no me vas a hacer ojitos para que te compre de tu sabor preferido. Ya no vas a estar, me vas a ser mucha falta no se si voy a poder vivir sin ti.

― Si vas a poder amor —levanto una mano a su mejilla, para sacarle las lágrimas que no paran de salir, yo también lloraría pero quiero ser fuerte por él una última vez—. Yo creo en ti.

Hago un amago de sentarme para besarlo, pero la bala en el estómago me lo impide. Román parece captar que quiero hacer porque se agacha y me besa como nunca lo hizo. El beso está lleno de tristeza, de alegría por el bebé, de promesas no cumplidas y de los te amos que no vamos a poder decirnos.

Mis párpados se están sintiendo pesados y mis fuerzas cada vez son menos. Corto el beso antes de perder la conciencia, y le hablo con las poca energía que me queda.

― Prométeme que vas a seguir adelante y que nos vamos a volver a ver en otra vida. Prométemelo.



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En el texto hay: amor, muerte, dolor

Editado: 03.05.2021

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