—Creí que esa niña mimada no firmaría este estúpido contrato, pero ya que lo hizo, tendré que pasar un mes entero en esa mansión haciéndole la vida imposible a Olga para que no se case conmigo —Uriel estaba molesto, pero ya que los Sokolov firmaron el contrato, iría a vivir dos meses con la familia de su prometida antes de la boda.
—Ya firmaron, así que espero que seas un buen actor, porque si descubren esta gran mentira, nosotros seremos los que perderemos mucho dinero —El abuelo conocía los planes de su nieto para que esa boda no se llevara a cabo, pero estaba muy seguro de que, sin importar lo que él hiciera, las familias Sokolov y Vasiliev se unirían en matrimonio le gustara o no a Uriel.
—Señor, compré lo que me pidió y corrí el rumor de su accidente y su condición por todos lados —Serguéi llegó con los encargados de su jefe.
—Perfecto, haz mi maleta. Esta noche me llevarás a casa de mi prometida. Veremos de qué es capaz Olga Sokolov por su familia. —Uriel tomó unos lentes oscuros y un bastón guía. "Bien, Serguéi, vamos a practicar. ¿Cómo se ve uno que no ve nada?", dijo con una sonrisa. Se puso a dar palos con el bastón y a chocar con los muebles, como un mimo en apuros. Sabía que si su abuelo tenía razón y lo descubrían, tendrían que pagarle a Olga un cheque tan grande que podrían fundar su propia república.
Al llegar la noche, la maleta de Uriel ya estaba lista, al igual que él. Serguéi subió la maleta al auto y fingió ayudar a su "ciego" jefe a subir, para que desde la mansión nadie dijera que todo era una farsa. Los únicos que sabían la verdad eran Uriel, su abuelo y Serguéi. Nadie más conocía ese secreto y pretendían que fuera así al menos hasta después de la boda.
—Me llevarás hasta la puerta y, cuando mi prometida o su padre aparezcan, me dejarás a su cargo —Uriel quería probar el corazón de esa familia, no solo el de su futura esposa.
—Como usted ordene, señor —Serguéi condujo en silencio hasta la mansión Sokolov. Al llegar, ayudó a su jefe a bajar del auto y lo guio a la puerta ante la mirada curiosa de todos los empleados. En cuanto el timbre sonó, Nyra supo enseguida que su cuñado había llegado y justo a tiempo; la habitación ya estaba lista.
—Olga, vamos, debemos recibirlo —Mijaíl obligó a su hija a caminar hasta la puerta principal para recibir a Uriel. Nyra también bajó apresurada.
—Bienvenido a nuestro hogar, señor Vasiliev —El señor Mijaíl estaba nervioso de que su hija metiera la pata y la boda se cancelara.
—Gracias por recibirme en su casa. ¿Se encuentra solo? —indagó Uriel, sabiendo que estaba acompañado por dos bellas señoritas, aunque no sabía que la familia Sokolov tenía dos hijas; solo sabía de Olga.
—No, señor. Están mis dos hijas a mi lado: Olga, su prometida, y Nyra, mi hija menor —Mijaíl empujó a su hija para que se presentara ante el hombre, ya que Serguéi había salido a buscar las maletas.
—Un gusto conocerlo, señor Vasiliev. Lamento lo de su accidente. Yo soy Olga —Olga se presentó de mala gana y con cara de no querer estar ahí. Ella pensaba que Uriel en verdad era ciego, pero nada más lejos de la realidad.
—Encantado de conocerte, Olga. Ojalá pudiera verte; me han dicho que eres muy hermosa —Uriel contuvo su ira al ver la actitud de la chica que sería su esposa, pero no podía delatarse ante ella.
—Podría llegar a hacerse una idea del rostro de mi hermana. Leí que las personas que pierden la vista agudizan otros sentidos, en especial el del tacto. Podría llegar al punto de reconocer a las personas con solo tocar su rostro —Nyra observaba al hombre, que le parecía superguapo, y le daba pesar que no pudiera ver.
—Eso sería excelente, señorita —Uriel sintió la sinceridad de su cuñada.
—Llámame Nyra. Después de todo, seremos familia —La cálida y dulce sonrisa de Nyra le aceleró el corazón a Uriel, pero este supo cómo disimular.
—¿Dónde dejo las maletas del señor? —Serguéi regresó con el equipaje de Uriel.
—La primera puerta al subir las escaleras. Mi hermana preparó la habitación personalmente —Serguéi subió las escaleras con las maletas de su jefe, mientras Olga discutía en señas y muecas con su hermana, ya que todo eso era una gran mentira.
Mientras las hermanas se hacían señas, Uriel las observó y casi suelta una carcajada. Olga, con una cara de funeral, le señalaba a Nyra con el pulgar abajo como si estuviera decidiendo el destino de un gladiador en el Coliseo. Era evidente que Olga no había movido ni una pestaña para preparar la habitación.
—Me alegra que te interesaras en que estuviera cómodo, lo agradezco mucho —dijo Uriel, esforzándose por no reír. Observó cómo Nyra le daba un codazo a Olga con la fuerza de un golpe de boxeo y la prometida casi se va de boca. "Vaya, esta chica es tan dulce como un osito de peluche, pero con la fuerza de un gorila enojado", pensó.
—No tienes nada que agradecer. Después de todo, nos casaremos —Olga respondió, obligada por su hermana.
—En eso tienes razón —Uriel dudaba que esa boda se fuera a llevar a cabo.
—Mi hermana lo guiará a su habitación —Nyra intervino, lanzándole a Olga una mirada de "si no cooperas, le digo a papá que te comiste mi último helado".
Uriel, un "ciego" muy observador, vio cómo Olga intentaba ahorcar a su hermana con la mirada. La escena le parecía más divertida que una comedia de enredos.
—Sí, y mi hermanita nos acompañará —dijo Olga entre dientes, mientras Nyra la obligaba a tomar la mano de Uriel. La "guía" de Olga era tan entusiasta como un conductor de Uber en el tráfico de Moscú, a punto de chocarlo contra la pared, solo por pura molestia.
—Sí, y mi hermanita nos acompañará —Serguéi bajó y se despidió de su jefe. Luego, Nyra obligó a su hermana a tomar la mano de su prometido y guiarlo por las escaleras hasta la habitación.
—Mi hermana escogió diferentes tipos y texturas de alfombras para que puedas identificar cuando entres de una habitación a otra —comentó Nyra, mientras su hermana ponía caras sin saber que su prometido la estaba observando.