El prometido discapacitado de mi hermana

CAPÍTULO 5—Mordida

Con su plan para que Olga se eche para atrás y ya no quiera casarse con él en marcha, Uriel decidió salir a caminar por la mansión. Al ser ciego, nadie le reclamaría por andar husmeando por ahí.

Uriel toma su bastón guía y, como todo un profesional, lo usa para entrar en todas las habitaciones sin tocar. Cuando abre la puerta de la habitación de Nyra sin saber que es la de ella, tiene que disimular porque la chica acababa de salir de la ducha y se encontraba en ropa interior.

Nyra, con un grito ahogado, agarró un cojín del sofa para cubrirse, como si un cojín fuera a borrar lo que acababa de ver Uriel.

—¡Santo Dios, menos mal que no viste nada! —Nyra, avergonzada, busca su ropa rápidamente para cubrir su cuerpo mientras, detrás de esos lentes oscuros, Uriel no deja de mirarla. Sin embargo, evita reírse para que ella no descubra que no es ciego.

—Disculpa, solo quería salir a tomar algo de sol y me perdí —Uriel sonríe tratando de disimular lo que vio.

—Está bien, no importa, al fin y al cabo no viste nada —Nyra termina de vestirse rápidamente delante de su cuñado y una duda le carcome la mente.

—¿Cómo fue el accidente donde perdiste la visión? —indaga Nyra, más curiosa que Jorge el Curioso en un juego de misterio.

—Eso no es importante. Mejor hablemos de algo más. Por ejemplo, ¿qué pasó con el calcetín que desaparece en la lavadora? —Nyra mira al hombre como si fuera de otro planeta y no puede evitar sonreír.

—Oye, ¿estás loco? Ese misterio no se puede resolver así. Se podría decir que es el misterio más grande de la humanidad: el calcetín perdido dentro de la lavadora —Uriel sonríe porque consiguió lo que quería: cambiar de tema. Aún no tiene todos los detalles de su accidente perfeccionados.

—Podríamos ser los primeros en descubrir semejante misterio, seríamos inmensamente ricos si lo descubrimos —Nyra sonríe y niega con la cabeza.

—Mejor ya no digamos tonterías y te llevaré al jardín, así tomas aire fresco, lo cual creo que necesitas muchísimo, estás hablando incoherencias —Nyra guía a su cuñado al jardín mientras este sonríe y respira con tranquilidad porque la chica ya no volvió a preguntar por su accidente.

En el jardín, Nyra le describía a su cuñado los paisajes y pasaban un rato agradable a solas, mientras que Olga disfruta de una gran fiesta en un club privado con sus amigas.

Al ser una fiesta privada, Serguéi no consigue la forma de entrar para comenzar a cumplir la misión que su jefe le encargó.

—No seas cobarde, Serguéi. Tú puedes con esa mujer y cualquier otra, solo debes encontrar la forma de traspasar paredes y entrar a esa fiesta —Serguéi habla consigo mismo con cara de tragedia, pues no sabe qué hacer.

—Espero que esa cerca no sea muy alta —Serguéi se va a la parte trasera del club y decide saltarla para colarse en la fiesta, aunque las paredes se ven muy altas, pero había un árbol cerca de la pared del club.

—¡Santo Dios, sé que soy pecador, pero no permitas que muera hoy en este árbol! Además, sigo siendo virgen, no quiero morir sin haber disfrutado de los placeres de la vida —Serguéi se lanzó de una forma que hubiera hecho llorar a un gimnasta profesional. Aterrizó con un "¡umpf!" digno de un costal de papas.

—¡Santa madre de Dios! ¡Patitas, para qué las quiero! —Serguéi comienza a correr, pero los perros son más rápidos y uno le muerde una de sus nalgas.

Mientras Olga bailaba con una copa de champán y se reía con sus amigas, Serguéi era perseguido por el equivalente canino de un velociraptor.

—¡Aaaaaa, auxilio, soy muy joven para morir! Me mordió una nalga!", gritó. "¡Justo la que mejor me quedaba en los vaqueros! Este perro no tiene respeto por el arte de la moda". —Los guardias escuchan los gritos y van a ver qué sucede. Cuando ven a los perros perseguir a un hombre, los detienen rápidamente.

—¿Usted quién es y qué hace aquí? —Uno de los guardias no entiende cómo el hombre llegó ahí.

—Soy un pobre desdichado que casi se convierte en comida para perros, nada más. Es mejor que me vaya a un hospital, una de sus mascotas acaba de comer carne de primera calidad —Cuando los guardias notaron la mordida en el trasero de Serguéi, no pudieron evitar reír.

—Jaja, le conseguiremos un taxi, señor, no puede irse solo así —El guardia está conteniendo su risa, no entiende qué hace ese hombre ahí, pero verlo correr por su vida y que uno de los perros le mordiera el trasero le causa gracia.

—No es necesario, buen caballero. Usted siga sosteniendo al perro mientras yo voy en mi auto al hospital —Serguéi siguió su camino y salió caminando medio raro de ese lugar ante la mirada curiosa de todos, que no entendían lo que le había pasado.

—Esto me pasa por andar cumpliéndole las órdenes a mi jefecito. Creo que mejor le busco un psicólogo, sería mucho mejor, así deja de andar pidiéndome que haga tonterías. Soy un ser humano sensible, no puedo andar en estas cosas —Serguéi dialogando para sí mismo mientras camina adolorido al auto.




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